Así debe conmemorarse un nuevo Día Internacional para la eliminación de la Violencia contra las Mujeres
Redacción
SemMéxico, Santiago de Chile, 2 de diciembre, 2021.- La violencia contra las mujeres es la expresión más brutal del orden social y cultural de género en nuestro país, al igual que en toda la región.
La jerarquía de los hombres sobre las mujeres basada en la división sexual del trabajo, según la cual, las tareas y roles asignadas a los varones en el espacio público -la producción, la política, el conocimiento, la Historia, etc. los colocan en el lugar del poder y el privilegio sobre las mujeres, encargadas de la reproducción social y las tareas de cuidado en el ámbito privado y familiar, ha sido cuestionada desde siempre y con más fuerza en las últimas décadas, por las mujeres que se rebelan ante el sometimiento y la tutela del género masculino.
Hasta el año 1989, en virtud del Código Civil aprobado en 1855, las mujeres debíamos -legalmente- obediencia al marido, obediencia que consagró, también en el imaginario, la subordinación de las mujeres y el derecho masculino a “disciplinarlas”, “corregirlas” -o “castigarlas”, como se “representa” en la cultura popular femenina. Es decir, la violencia contra las mujeres fue respaldada legalmente y “naturalizada” en nuestra sociedad y así se mantiene hasta el día de hoy en cierto imaginario masculino.
Es cierto que el movimiento feminista, entre sus aportes civilizatorios, ha ido ganando terreno y actualmente existe un rechazo expreso de la ciudadanía hacia la violencia que viven las mujeres, logrando su penalización y la formulación de políticas públicas destinadas a reducirla, a prevenirla, a sancionarla.
Sin embargo, las porfiadas cifras revelan la persistencia de las prácticas violentas para “disciplinar” a las mujeres cuando se rebelan frente al orden patriarcal que las quiere domesticadas, dóciles y calladas, aun cuando irrumpieron desde hace décadas en el espacio público, encabezan sobre el 42% de los hogares y los sostienen económicamente, hasta antes de la pandemia participaban en el 48,3% en el mercado laboral, superan el 53% de la matrícula universitaria, y se estima que su aporte en las actividades de cuidados supera el 20% del PIB.
De hecho, la última Encuesta Nacional de Victimización por Violencia Intrafamiliar y Delitos Sexuales de la Subsecretaría de Prevención del Delito (Ministerio del Interior y Seguridad Pública, 2019), reveló que el 41,2% de las mujeres entre 15 y 49 años había vivido una o más situaciones de violencia a lo largo de su vida, ejercida por su pareja, expareja o algún familiar.
Redistribuir el poder entre los géneros parecer ser una tarea casi imposible.
Y como se trata de disciplinar, de volver a las mujeres al lugar que deberían ocupar, la violencia ocurre en todos los ámbitos de la vida personal y social, siendo más grave para las mujeres de grupos sociales subordinados, excluidos, vulnerados por razones de clase, de raza, de etnia, nacionalidad, orientación sexo-genérica, con discapacidad, etc. Se extiende desde el espacio privado, la violencia doméstica, sea psicológica, física, sexual, económica, hacia el espacio público, donde la violencia política sexual fue una herramienta de la dictadura repuesta por el actual gobierno bajo el estallido social, pero que se ha extendido en las redes sociales y en los territorios hacia las mujeres candidatas a cargos de representación o en el ejercicio de cargos públicos, muy especialmente, hacia las actuales convencionales, particularmente, hacia su presidenta Elisa Loncon.
Una violencia particularmente grave es la que viven las mujeres que migran a nuestro país con la ilusión de una vida mejor, en especial, las afrodescendientes.
El mensaje es siempre el mismo: si cumplieras con el mandato patriarcal, estuvieras calladita y tranquila en tu casa, a cargo de las tareas de cuidado, si obedecieras y complacieras a tu padre-marido-tutor nada te pasaría.
Las expresiones del recién electo diputado por el Partido Republicano, Johannes Kaiser, partido del candidato Kast a la Presidencia de la República, grafican en plenitud el anhelo patriarcal de sometimiento de las mujeres y la furia que desata su rebeldía.
El escenario político actual, con el avance de los sectores de la extrema derecha que defienden y promueven ese orden patriarcal en su expresión más violenta, ha levantado las alarmas, por cuanto se amplía la tolerancia y naturalización de la violencia, la invisibilización y la impunidad. La impunidad no hace sino “habilitar” a aquellos hombres que buscan reponer el orden, individual o colectivamente, para incurrir en prácticas violentas, en discursos de odio, que culminan en los feminicidios, que este año ya superan los 50.
Porque “el machismo mata” no es una consigna, es la descripción del proceso de disciplinamiento de las mujeres que se inicia en el mandato de obediencia a las niñas y que, no pocas veces, culmina en el asesinato de la que se rebeló, pasando por innumerables violencias.
Como Observatorio de Género y Equidad, al conmemorar un nuevo Día Internacional para la eliminación de la Violencia contra las Mujeres, hacemos un “zoom” a la violencia que viven las migrantes, a la violencia política sexual, al caso de las 14 niñas asesinadas en Alto Hospicio hace 20 años y al quehacer de las organizaciones feministas que, año tras año, recuerdan que “no estamos todas, ninguna está olvidada”. Porque en la coyuntura política actual, frente a la amenaza derechista, nos sumamos a la consigna “Somos +, ni un paso atrás”.