En pie de lucha por los Derechos Humanos en México
Natalia Vidales Rodríguez
SemMéxico. Sonora. 20 de noviembre de 2019.- Contra lo que podría pensarse, las organizaciones civiles dedicadas a la defensa de las garantías constitucionales de nuestro país no se sienten derrotadas, sino más bien listas para enfrentar la decisión del Presidente López Obrador de “capturar” a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
Las y los activistas de estos derechos en México vienen de una larga lucha por su respeto y reivindicación –precisamente por el tamaño del autoritarismo oficial– y un escollo más en el camino no hace sino renovar sus convicciones.
Están, desde luego, pesimistas por el futuro inmediato de la Comisión a cuyo frente se colocó a una persona –la señora Rosario Piedra Ibarra– políticamente afín a AMLO y al partido en el poder, MORENA, en contra de la ley, pero están optimistas de que finalmente ganarán esa lucha: ya sea en la Suprema Corte o con la creación de otra organización civil independiente.
Para no ir muy lejos, cinco miembros del Consejo de la CNDH ( la mitad de quienes lo conforman y con una larga trayectoria en la materia ): Alberto Athié, María Ampudia González, Mariclaire Acosta Urquidi, Olga Noriega Sáenz, y la Dra. Angelina Cuellar renunciaron a sus puestos no solo como reclamo por el equívoco nombramiento de Rosario Piedra al no cumplir con el requisito de independencia política, ni por su elección fraudulenta en el Senado de la República; ni por su vergonzosa protesta al cargo ( razones que serían suficientes para ello), sino para poder seguir su activismo en pro de los derechos humanos desde donde aprendieron a hacerlo: desde la sociedad civil.
Y si a ellos, como ya se vislumbra, se unen los colectivos en materia de desaparecidos y demás organismos de defensa de los derechos humanos, y que ya se manifestaron también en contra del fraude, podría formarse una Comisión paralela a donde fueran a presentar sus quejas los ciudadanos violentados por el gobierno, ya que acudir a la CNDH“oficial” en pos de justicia sería inútil por el contubernio de su titular, la señora Piedra Ibarra, con el Poder Ejecutivo.
AMLO reactivó la candidatura de Rosario ( luego de que ya había sido excluida de la lista original de aspirantes en el Senado, casualmente por su cargo directivo en MORENA) y después celebró su triunfo diciendo que estaba “muy contento” que se hubiera tomado esa decisión… y seguramente se hubiera molestado de haber sido electo alguien independiente y que incomodaría al régimen en la atención de los agravios a los ciudadanos.
Dios guarde el día, pero se dice que el primer “beneficiado” será el ejército, quien ahora podrá actuar sin la monserga de respetar los derechos humanos contando con que la CNDH estará de su “parte” a la hora de los daños colaterales a los inocentes.
Por su trayectoria de activista social se esperaba que así como en nombre de su madre, Doña Rosario Ibarra de Piedra, declinó recibir la Medalla Belisario Domínguez el pasado 23 de Octubre diciéndole al Presidente López Obrador que se la entregara junto con su hijo, desaparecido por el gobierno hace 44 años, así también se esperaba que ahora ella –más cerca de su madre que de AMLO– rechazara el cargo al menos hasta que se hiciera una elección transparente a su favor, pero no ocurrió así.
La CNDH es, paradójicamente, la única institución autónoma cuya titularidad no resulta de una terna propuesta por el Presidente de la República al Senado ( como ocurre incluso con la Suprema Corte de Justicia para suplir a sus ministros). Activistas, entre otros, el citado Alberto Athié, lograron hace varios años, que fuera directamente en la Cámara Alta donde se realizara de principio a fin el proceso de selección del ombudsperson, y ahora resulta que ni así fue posible evitar la cercanía de la CNDH con el Poder Ejecutivo; y también evitaron, el 2014, la reelección de Raúl Plascencia Villanueva precisamente por su complicidad con el Presidente Enrique Peña Nieto en perjuicio de las tareas de la Comisión…por lo que están listos para resistir otra embestida desde el poder.
Así, esta nueva afrenta provocará un reagrupamiento y fortalecimiento de las fuerzas progresistas de los derechos humanos y que por definición son contrapesos del poder (también paradójicamente, en un régimen que presume ser de izquierda, pero que ha resultado ser todo un “rabanito”:rojo por fuera, pero blanco por dentro).
