Lorena Piedad
SemMéxico, 7 de septiembre, 2021.- ¿Dónde están las feministas? Fue la primera pregunta que surgió en redes sociales para “opinar” sobre la situación de las mujeres en Afganistán el pasado agosto, con tal cuestionamiento fue respaldada la teoría de los detractores que, aseguran, las marchas son pérdida de tiempo, romper vidrios ni rayar paredes son formas, quieren legalizar el aborto para ser irresponsables con su vida sexual, necesitan una cogida o son mujeres que nadie les hace caso.
Si existen marchas para exigir justicia por un feminicidio, las feministas creen que ya con eso se va a resolver, pero, ¿en dónde estaban cuando el Talibán asumió nuevamente el poder? ¿Por qué no se teletransportaron a Afganistán para rayar los monumentos encueradas?
Aunque usted no lo crea o sí lo crea, son los argumentos de unos cuantos para “cuestionar” la función de las feministas en la sociedad y para que lea que no lo invento aquí unos ejemplos de dos ¿periodistas?:
El locutor ecuatoriano Andrés Pellacini en el programa Mucho que contar invitó a todas las feministas a trabajar en Afganistán, “¿Por qué no van a trabajar allá?”, a lo que uno de sus compañeros respondió que una mujer que reclame por sus derechos en ese país podría morir y al tal Pellacini se le ocurrió expresar “¿Por qué crees que les estoy mandando para allá?”.
¿No le fue suficiente? Espere, tengo otra.
Javier Arnal, del medio ECD Confidencial Digital, escribe en su columna: “¿Qué han dicho o hecho en estos días los movimientos feministas ante esta tragedia, que especialmente golpea a millones de mujeres afganas? ¿Qué van a hacer? Hasta ahora, se percibe un silencio atronador del feminismo mundial. Y voy más allá: ¿y su silencio sistemático ante la situación de las mujeres en diversos países islámicos? Alguien, algún día, tendrá que explicar este silencio y esta pasividad (sic)”.
Me pregunto, ¿sabrán estas personas que me niego a llamar periodistas el impacto que puede tener su discurso? ¿Son conscientes de a cuántas personas pueden influenciar? Aunque quizá esto no es necesario porque lamentablemente las redes sociales hoy son aprobadas por la población sin cuestionar fuentes, estadísticas o investigaciones sobre tal o cual tema, pero uno de los preferidos es el feminismo, por supuesto.
Para muestra, no faltará en sus hogares el familiar incómodo que la ha intentado exponer a la burla para que se detracte del feminismo. ¿No le ha sucedido? A mí sí. Todo el tiempo…
Hace algunos días al llegar a una comida familiar, a un personaje masculino de mi árbol genealógico le resultó interesante decirme: “Ya me dijeron que tú eres seguidora de las feministas, váyanse a Afganistán, a ver si es cierto que muy valientes”.
Confieso que la ira estuvo a punto de ganarme la batalla e inmediatamente comencé a responderle en mi mente sobre lo que leí en CIMAC Noticias “en México 65 por ciento de la violencia contra mujeres y niñas se da dentro de los hogares, los agresores son los hombres de su familia”. ¿Te gustaría charlar sobre las veces que le pegaste a tu esposa? Luego me acordé de la columna de Estefanía Veloz en Milenio “Nadie puede negar la lamentable situación en Afganistán y, por esa misma razón, deberíamos reflexionar sobre la situación que viven las mujeres en México, el cual, aunque es un país sin prohibiciones formales tan radicales como en Afganistán, presenta graves problemas de deserción escolar de 2.3 millones de niñas por falta de acceso a productos de higiene básicos, violencia sexual por la que 32 niñas de entre 10 y 14 años quedan embarazadas por violación cada día. En México pesar de poder salir solas y sin restricciones, hay 11 asesinatos diarios de mujeres”.
¿Pero por qué tengo que explicarle lo anterior a este individuo que me ha dicho también que ya ni en rifa salgo porque no me he casado? ¿Lo haré cambiar de opinión? ¿Las feministas dejarán de accionar por lo que él me está diciendo? ¿Tiene algún caso desperdiciar mi tiempo en una discusión estéril que tiene como base un viejo discurso machista?
Serví refresco para toda la familia, al llegar su turno le pregunté: ¿Está bien en vaso de plástico o eso también afectaría su frágil virilidad? Sonreí.