Yaneth Tamayo Ávalos
SemMéxico, Querétaro, Qro. 10 de diciembre, 2021.- Las relaciones de poder desiguales y la discriminación por razón de género, han jugado un papel importante en la composición de la sociedad y la democracia, ya que, han impedido la participación igualitaria de la mujer en el espacio público, retrasando con ello los objetivos de igualdad, desarrollo y paz que pudieran alcanzar.
Debido a este acceso limitado, países en pro de un futuro más igualitario, han adoptado estrategias alternativas para derribar las barreras estructurales, que impiden el desarrollo social e igualitario de las mujeres, esto mediante la llamada twin track approach o estrategia de doble vía, que consiste en llevar a cabo la transversalidad de la perspectiva de género a la par de acciones específicas a favor de la igualdad y la equidad.
Como las cuotas de género, licencia de cuidado de hijos, custodia compartida, prohibición de la prostitución, protección de la integridad física de las mujeres, cuotas en los programas de desempleo, fomento de la creación de negocios propios por las mujeres, flexibilización de horarios y organización de trabajo, entre otras.
La implementación a la par de la transversalización de género con acciones afirmativas, han resultado ser una medida excelente y efectiva para fomentar la representación y participación de las mujeres, pero sobre todo para garantizar una vida libre de violencia e igualitaria.
Ahora bien, qué sucede con México sí desde el 2011, las cuotas, las reformas y los programas en materia de género se han aplicado. Realmente existe un avance o los resultados solo son producto de la concesión de espacios.
Es innegable que, los logros en materia de género han contribuido decisivamente en la participación y representación de las mujeres, acelerando su inclusión en el ámbito público, lo que incluso ha generado políticas encaminadas a mejorar sus vidas.
Sin embargo, afirmar que los logros obtenidos se traducen en un gran avance sería embustero, ya que, si bien se ha logrado la obligatoriedad de espacios a través de cuotas, lo cierto es que, aún las mujeres siguen subrepresentadas y carecen de oportunidades.
Son las que ejercen los trabajos peor remunerados, ganan menos que sus pares, son violentadas física y sexualmente, e incluso, en el ámbito privado siguen siendo agredidas.
Lo que nos muestra que la implementación de acciones afirmativas resulta insuficiente, ya que, no pueden ser el único mecanismo utilizado para atender el problema de las desigualdades entre los hombres y mujeres, pues, su sola aplicación no elimina las barreras que las mujeres enfrentan.
De ahí que, se tenga que voltear a ver lo que hasta ahora han hecho las instituciones gubernamentales para garantizar la aplicación del modelo de transversalización de género en sus actividades y programas.
Situación que, en el caso mexicano ha existido una resistencia para aplicar dicho modelo, lo cual se ve reflejado en la forma en que están diseñados los planes de desarrollo tanto nacional como los estatales, los programas asistenciales, las políticas públicas y los trabajos legislativos.
Sin una mirada crítica para descubrir y tomar conciencia de las estructuras sociales y las desigualdades entre hombres y mujeres, resulta complicado llevar a cabo un cambio y por supuesto garantizar no solo la igualdad formal sino una igualdad sustantiva.
Que permita corregir la representación insuficiente de la mujer, la redistribución de los recursos y el poder, de modo que puedan disfrutar de sus derechos en igualdad de condiciones.
Así pues, es importante que se entienda que, las estrategias para alcanzar la igualdad deben estar sujetas a la transversalización de género y por ningún motivo pueden depender de los medios financieros existentes, ni deben estar condicionadas por la polémica ni la visión adoctrinada de los partidos políticos que compiten por una mayoría en el Parlamento ni por los que gobiernan en turno.
Para garantizar los derechos de las mujeres, se requiere una mirada crítica que permita realizar cambios institucionales y jurídicos que, fortalezcan las acciones afirmativas y hagan viable la transformación de una sociedad más justa y democrática.
La simple voluntad no basta para generar cambios.