Rocío Fiallega
SemMéxico, Ciudad de México, 3 de octubre del 2022.- De qué callada manera nos vamos transformando. Los sueños insultan nuestros intentos de asir la realidad; lo verdaderamente importante lo vamos ocultando, las furias interiores, los laberintos que construimos, pero no queremos recorrer nuevamente (quizá olvidamos que tienen su propio movimiento y nos reencontramos con el afán perverso de redescubrirnos).
El punto es que ya no hay cuentos que crear, la realidad nos rebasa y tenemos que inventar palabras nuevas para nombrar (nos). Vamos corriendo haca el diccionario: Sentimientos, S de Sentir y Soledad, ya no hay opciones, el mundo se agota, ya no cabe en las letras, una nueva mutación, ahora una carencia.
Entonces nos preguntamos para qué tantas letras todas juntas y agolpadas (o a galope), hay demasiados discursos en el mundo, las nuevas ideas sobre lo mismo, los silencios (el silencio también es un discurso) y entonces nos refugiamos en el arte, la ilusión preferida. La verdad los hará libres dijo alguien que nunca se asumió como poeta.
Todas estas letras surgen desde el sueño, la madrugada sorprendida por unos ojos distintos a los que horas antes sabían llorar. El momento preciso del ataque, las venas no resistieron más, le comunicaron al corazón que surgiera desde dentro, que liberara el esternón para que las costillas dejaran de ser una jaula, el cuerpo desencajado, la sangre viviendo, cintura destrozada.
Preferimos volver a la vigilia para no caer en la provocación. Madrugada asustada sin luna, Cobardía de corazón enroscado en sábanas frías, no comprendemos la muerte como liberación. Habrá otra oportunidad, no despertar, volver al silencio para volver a hablar…