Mi boca es un buzón
Hacer periodismo con visión de género es un nuevo estándar de calidad
SemMéxico, 17 julio 2017.- “Mi abogado (…) solicitó, en los últimos días, que por favor se tratara el caso con perspectiva de derechos lo que implica, entre otras cosas, resguardar mi intimidad y preservarme, junto a mi entorno, de situaciones que me expongan a un proceso de revictimización”. Este es un extracto de la carta que escribió a los medios la sobreviviente del ataque femicida ocurrido en Punta Lara el sábado pasado.
La carta fue dirigida a algunos medios que difundieron detalles innecesarios acerca del hecho. De más está decir, que el mal tratamiento de los casos de violencia de género en los medios de comunicación es una constante en el periodismo. Sin embargo, indigna que siga sucediendo en este tiempo en que las buenas prácticas están al alcance de todos.
Sabemos que el tratamiento informativo no sólo condiciona el encuadre de las noticias, sino que transmite también una determinada forma de entender por parte de las audiencias ¿Qué aporta el amarillismo a la construcción de estas noticias?. Nada. Lo único que hace el sensacionalismo es robustecer el ideario equivocado con el cual es digerida.
Así se instala la idea de que cada hecho de violencia machista se trata de cuerpos ensangrentados, cuando en realidad es una cuestión socio -cultural. Así se instala también que la solución está en la justicia, haciendo de la sanción la fórmula para un mundo mejor.
Siempre digo que hacer periodismo con visión de género es pensar en implementar un nuevo estándar de calidad. Es decir que la noticia sea un servicio, que aporte a un cambio. El periodismo con visión de género es pensar en el otro o la otra y por eso vale recordar que las malas construcciones de la noticia pueden redundar en ahondar el trauma de una sobreviviente.
Por eso no hablen por ellas. Detengan la rutina para pensar que la contextualización puede ser otra, es decir que se puede referir al problema de la violencia machista como una violación a los derechos humanos, dejando de lado cuánta sangre había esparcida por el suelo. Porque detrás de cada hecho hay una persona y a la par de cada persona hay un derecho. Por eso, “no hablen por mí”.