Bellas y airosas| Escribir durante 2024

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Elvira Hernández Carballido

En memoria de mi amiga Regina Montaño Perches, el primer año sin ti.

SemMéxico, Pachuca, Hidalgo, 3 de enero, 2024.-  Aquí estoy, mirando la pantalla de la computadora que muestra esa hoja en blanco, la misma que parece temblar de emoción esperando mis palabras, o quizá se está convulsionando temerosa de que por este inicio de año me suelte frases cursis o exageradamente motivadoras.

Posiblemente se estremece al saber que puede ayudarme a sumar y sumar muchos recuerdos que reiteran mi certeza de que vale la pena vivir. Que se pueden ocultar los dolorosos por simple autocompasión. Exhibir los sueños gloriosos, las ilusiones recuperadas, la memoria complaciente y el brindis por la vida.

Miro mis manos que de alguna manera se aferran a la escritura, son adictas a mi teclado, enloquecen si sus dedos brincan gozosos en cada tecla, es locura de sabiduría, locura de generosidad, locura de complicidad.

Escribir cada año me sigue salvando, a veces de los días tristes, de los pensamientos suicidas, de las heridas que siempre sanan, de las puertas que he cerrado y de las que intento abrir.

Escribir es mi vocación, pero también es mi terapia, la forma de reconciliarme conmigo misma, de inventar realidades, de confesarme con el alma en la mano.

Escribir es una necesidad, pero también una fiesta, gracias a la escritura logro sumergirme como sirena para crear mi propio mar de historias, de creerme una Frida de la palabra, una Rosario Castellanos al óleo, Sor Juana de pelo suelto, echándole la culpa a los tlaxcaltecas como Elena Garro y arrancándome la vida como Mastretta. 

Escribo porque mis maestras y maestros me han convencido de que es mi manera de respirar, y ellos mismos, ellas mismas, han compartido conmigo sus grandes suspiros: Agustín Cadena y sus relatos que he memorizado. Elmer Mendoza, y su humildad contagiosa. Kyra Galván, obligándome a contradecirme mientras lavo un plato. Gloria G. Fons y su amorosa sabiduría compartida en cada curso. Beatriz Escalante, publicando los textos que ella misma me motivó a parir en sus maravillosos talleres. Escribir para sanar.

Pero ¿quién te va a leer, Elvira tonta?

Me reprocho cada vez que enfrento esa hoja en blanco.

No sé, nunca lo sabré, solamente arrojo al mar la botella que contiene ese mensaje, y la paz serena mi existencia. Escribo para alguien que es mi cómplice, a quien quiero apapachar con la palabra. Escribo para resistir a su lado, escribo para compartir y me quieran de alguna manera.

Por eso, amo esta columna que generosamente Sara Lovera me regaló porque es mi espacio de expresión abierto, libre, sincero y querido.

Cada mes Aída Suárez me obsequió unas alas para narrar historias en la revista que dirige y Elsa Lever no deja de insistir que espera mis textos en Mujeresnet.

Cada viernes, en radio UAEH, mi voz hace resonar lo impreso gracias a los micrófonos que SUMA Radio abre para dejarme expresar pensamientos y sueños.

Este año ya está listo mi libro sobre las mujeres que yacen en la Rotonda de Personas Ilustres, afino los relatos de mi infancia verídicamente inventada. Me convenzo de que vale la pena publicar esa investigación titulada “Mujeres, historia e injurias”, escrita junto con Vicente Castellanos. O esa biografía de María Izquierdo que desea publicar de manera conjunta mi aliada Gloria Hernández Jiménez.

 El tercer tomo de “Caja Herramientas para una metodología periodística” compartiendo la necedad de Arnoldo Delgadillo y Aidée Arellano. Otra novela histórica o un repaso sobre el periodismo en Hidalgo. Analizar textos de mujeres suicidas bajo la lupa de Francisca Robles, eterna secuaz académica. Debería recuperar mis textos publicados durante el siglo XX en Fem y Doble Jornada, publicaciones simbólicas del feminismo de esa época en México. Las voces del sindicato de mi universidad y traducir de manera novelada esa frase que mi jefe, Agustín Sosa, repite todos los días: “Será el sereno”. Compartir más relatos con Silvia Rodríguez, planear este y otro y otro libro con Mayte Romo, mi adorada editora.

Escribir para demostrar mi amor a los hombres que amo, para persuadir a mi hijo que la vida no es sencilla, pero que él es fuerte y amado, muy amado. Para que mis alumnos y alumnas se descubran, para que mis amigas no desaparezcan, para que surjan nuevas amistades.

Escribir, remolino de provocaciones solidarias. 

Y, en este momento me doy cuenta de que ya llené una página, que voy a empezar otra más, y que la página en blanco parece modelo de pasarela, espejo mágico donde me espío agradecida, eco que imprime todas las voces que me laten dentro.

2024, ahí te van todas mis olas de escritos.

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