La infancia debe participar en la construcción de conocimiento: Clotilde Proveyer
Niños y niñas cubanas reciben simultáneamente varias violencias que coartan su desarrollo, las mujeres más afectadas
Lisandra Fariñas
SemMéxico/SEMlac, La Habana, Cuba, 3 de julio,2024.- Pese a los avances en la investigación sobre violencia en infancias y adolescencias, persiste una brecha importante: la falta de reconocimiento pleno de niños, niñas y adolescentes como sujetos de interlocución fundamental.
Así lo evidencia el informe «Violencia hacia niños, niñas y adolescentes. Aspectos relevantes de estudios realizados en Cuba», presentado este 24 de junio en La Habana.
De acuerdo con la socióloga Clotilde Proveyer, es crucial dejar atrás la visión de investigar y decidir sobre la infancia sin su participación activa. En lugar de ello, debemos incluirla como actor clave en la construcción de conocimiento sobre las violencias que le afecta, apuntó la experta, una de las autoras del texto, junto a las investigadoras María Antonia Miranda y Succel Pardini.
El informe de Unicef Cuba representa un hito significativo en la comprensión y visibilización de la violencia multidimensional que afecta a la infancia y la adolescencia en la nación caribeña, sostuvo Proveyer.
Basado en la sistematización de 209 investigaciones realizadas entre 2000 y 2020, este estudio arroja luz sobre diversas manifestaciones de violencia y sus impactos.
Resulta un buen ejemplo de la utilidad que tiene la investigación social para visibilizar una problemática multidimensional, encontrar brechas, tendencias y pistas para repensar las políticas, estrategias y acciones programáticas que permitan actuar de manera más certera ante sus disímiles consecuencias, precisó la socióloga.
Proveyer detalló que esta sistematización aborda el desarrollo de temáticas como las formas de disciplina violenta, la exposición a la violencia doméstica y de género y otras expresiones del maltrato en el hogar.
Asimismo, refleja otras problemáticas como las lesiones autoinfligidas y el suicidio; la violencia que afecta a niños, niñas y adolescentes en el ámbito educativo, institucional y entre pares; así como la violencia discriminatoria por motivo de discapacidad, color de la piel, condición económica u otras.
La violencia en el entorno digital, la discriminación por orientación sexual e identidad de género, la violencia sexual, la explotación, los embarazos forzados y la interrupción forzada del embarazo, así como las situaciones que convierten a niños y niñas en víctimas y testigos de delitos son otras de las temáticas presentes en el informe.
De acuerdo con la autora, estas publicaciones abarcan tesis, investigaciones, reportes de prácticas profesionales y artículos, entre otros materiales importantes que se localizan en revistas especializadas del país, monografías, repositorios de investigaciones de distintas universidades, memorias de congresos y compilaciones a las que tuvo acceso el equipo de la consultoría.
Violencias interconectadas
Al presentar los resultados del informe, Proveyer detalló que se constata el vínculo entre las distintas formas de maltrato, las cuales se dan simultáneamente o propician el ejercicio de otras.
«Por ejemplo, investigaciones diversas aquí sistematizadas muestran que el abuso sexual infantil está vinculado a otras formas de violencia intrafamiliar y expresiones paralelas de abuso que califican como maltrato físico y emocional», señaló.
La investigación demuestra que faltan servicios especializados y datos estadísticos confiables para abordar el maltrato infantil, agregó. Además, resalta la necesidad urgente de intervenciones más efectivas a nivel normativo, institucional y de políticas públicas.
Proveyer sostuvo que se han realizado algunos estudios focalizados en la capital del país, pero aún no se han realizado análisis macro-sociales que identifiquen tendencias nacionales y particularidades regionales y locales.
Explicó que la construcción de la identidad de niñas, niños y adolescentes se relaciona con la violencia aprendida en espacios de socialización. Las escuelas, lamentablemente, se perciben como inseguras para personas homosexuales y no heteronormativas, cuestión agravada por otras condiciones interseccionales como el color de la piel, el rendimiento académico y las discapacidades.
A la vez, el espacio doméstico se presenta como el idóneo y donde más frecuentemente se ejerce la violencia sexual contra menores, con predominio de las víctimas del sexo femenino.
«Aunque se destaca la perspectiva de género en los estudios sobre violencia sexual, aún falta conectar claramente la violencia de género con el maltrato infantil», precisó la socióloga.
Para la investigadora María Antonia Miranda, un elemento fundamental constatado por los estudios en el país es que los patrones culturales violentos se transmiten a niños y niñas desde su nacimiento, a veces de manera inconsciente.
Algunas investigaciones señalan que la cultura patriarcal actúa como mediadora en las relaciones intrafamiliares, legitimando creencias como la «obediencia total de los hijos», lo que refuerza el poder asignado a los adultos, especialmente los padres.
Además, la falta de denuncia en casos de violencia intrafamiliar contribuye a la insensibilización y normalización de estos comportamientos, debido a concepciones erróneas sobre la educación familiar, apuntó.
De acuerdo con Alejandra Trossero, representante de Unicef Cuba, es fundamental pensar en cómo la niñez cubana se ve afectada y frente a qué temas.
«Esta sistematización recalca la necesidad de reforzar la utilización de datos que permitan comprender y transformar prácticas que reproducen la violencia», insistió.
Francisco Pichón, coordinador residente del Sistema de Naciones Unidas en Cuba, sostuvo que el informe ahonda en las distintas formas de violencia y discriminaciones, a la vez que coloca sobre la mesa desafíos asociados a la prevalencia de la cultura patriarcal, los estereotipos de género y su impacto en las personas desde edades tempranas.