Elvira Hernández Carballido
SemMéxico, Pachuca, Hidalgo, 7 de agosto, 2024.-Rosario, dicen que el día de tu entierro llovió mucho en la ciudad de México. Yo estoy segura que ese 7 de agosto de 1974 cayeron lágrimas del cielo para despedir a una poeta, gotas de rebeldía para empaparnos con tus reflexiones feministas, agua resplandeciente como tu ironía, tormenta que nos sacude como las personajes de tus inolvidables novelas. Imagino tu cuerpo envuelto en nubes llevado de Israel, Tel Aviv, hasta nuestro suelo patrio. ¿Tendrías una sonrisa sabia porque al fin supiste qué se hace en ese momento como te preguntabas en tu poema “Amanecer”?
“¿Qué se hace a la hora de morir?
¿Se vuelve la cara a la pared?
¿Se agarra por los hombros al que está cerca y oye?
¿Se echa uno a correr, como el que tiene las ropas incendiadas,
para alcanzar el fin?”
“Alcanzar el fin”, hoy esa frase da título a mi libro sobre las mujeres que, como tú, yacen en la Rotonda de Personas Ilustres. Siempre que enciendo una lámpara, vienes a mi memoria, sin miedo, pero eternamente con una total tristeza, ese accidente fatal que te arrebató la vida. Una cosa tan simple te arrancó para siempre de nosotras cuando solo tenías 49 años. En el final de la película “Los Adioses”, la mirada de la directora del filme, Natalia Beristáin, te recupera con gran emotividad, por eso logra conmoverme y apachurrarme el alma, te ves gloriosa en esa escena donde tomas un baño en la tina y el corazón se detiene en ese último instante en que tu mano se acerca muy lentamente a encender esa lámpara, “desperdiciada lámpara de día eras tú”, como lamentó el poeta Jaime Sabines.
Tengo un premio de periodismo con tu nombre, escribiste tanto tiempo en Excélsior y le diste un toque diferente a su página editorial, donde siempre escribían más hombres. En mi trabajo final de la especialización sobre estudios de la mujer, en El Colegio de México, analicé esos textos periodísticos, gracias a ese trabajo me atrapaste para siempre con tus artículos y ensayos originales, podías escribir desde cuestiones políticas hasta compartirnos las travesuras de tu hijo Gabriel. Contextos sociales y cotidianidad, reflexiones y provocaciones, memoricé muchas frases de esos textos, a tal grado que ahora a mis alumnas les digo que pronto saldrá dentro de ellas “una rebelde furibunda”.
Volví espejo cada uno de tus poemas, memoricé tantas frases que me delataban completa, te convertiste en mi compañía solidaria, mi filósofa constante, eres la periodista que siempre he querido ser.
Todos tus libros aguardan pacientes en mi librero porque saben que en cualquier momento vuelvo a abrirlos y parece que todo eso lo acabas de escribir, no dejas de sorprenderme, de encontrar algo nuevo en tus oraciones, aspectos que no había advertido, comentarios tan actuales, señalamientos letales.
La primera vez que visité la Rotonda de Personas Ilustres de inmediato me acerqué a esa tumba que te rinde un hermoso homenaje, ahí está tu nombre y tú, todita tú, una escultura que es tu imagen y semejanza, rostro generoso, una mano delata que eres escritora, la otra que carga un libro nos invita a leerte hasta el último instante. El epitafio de su tumba es una frase que hace referencia a la versión que tú misma hicieras de un texto de Emily Dickinson y que está integrado a la antología Poesía no eres tú, en el capítulo titulado “Versiones”:
Si no estuviese viva
cuando la primavera se anuncie,
dadle a aquel petirrojo
—como recuerdo mío— una migaja.
Si porque duermo, ay, tan profundamente
no puedo dar las gracias,
sabed que entre mis labios de granito quedaron detenidas las palabras.
Hasta el día de hoy gracias a tu obra literaria, periodística y filosófica no dudo en que prefiero ser una mujer que sabe latín o jugar ajedrez con el hombre elegido porque tengo la certeza de que somos amigos y a ratos nos amamos. Descubrí gracias a ti la delicia de ser:
“Mujer, pues, de palabra.
No, de palabra no.
Pero sí de palabras, muchas, contradictorias,
ay, insignificantes,
sonido puto,
vacuo cernido de arabescos,
juego de salón,
chisme,
espuma,
olvido…”
Rosario Castellanos, un gran legado de su OFICIO DE TINIEBLAS y CIUDAD REAL, un gran camino dexsu BALUM CANAN.