Elvira Hernández Carballido
SemMéxico, Pachuca de Soto, 28 de agosto, 2024.- “Después de dudarlo mucho, he decidido compartir esta parte de mi historia, mostrar esta herida que aún me quema las entrañas, que aún apaga mi sonrisa y que juré nunca pronunciar. Sin embargo, creo que no podría describir lo que he aprendido de ella si no la admito por escrito ante ti y sí, la muestro un poco para hacer las paces con ella y un poco más para pedirte, personita que está leyendo estas páginas, queridísimx lector (por cierto, gracias por elegir este librito entre tantos otros maravillosos) que si me conoces o llegar a conocerme, no me preguntes más al respecto, aún no puedo ni deseo compartirlo y no sé si algún día será para mi mayor beneficio hacerlo. Solo sé que decidiré lo mejor para mi paz y seguridad.”
Desde el primer momento que llegó a mis manos el libro de Laura Soto, su primera obra publicada, titulado “Primero tuve que morir”, repetí desde muy dentro de mí: Sí, escribir para sanar. Así que cuando en las primeras páginas ella comparte su proceso creativo no me quedó duda alguna que ella escribió para sanar, sanar su corazón y su alma, para reconstruirse completa.
Este confesionario firmado, esta descripción detallada de secretos, este acto de valentía y este libro lleno de tantas emociones y sentimientos renuevan el alma, aunque si bien hay tristezas, en esta obra hay una enorme, inmensa e infinita esperanza, un optimismo contagioso y el sentir de una mujer generosa que nos tiende la mano para que junto con ella encontremos el sentido de existir aceptando a veces tropezar con rocas y piedras, hundirse en el lodo y caer en hoyos negros, para siempre revivir, volar, querernos más y comprendernos mejor.
Leemos 271 páginas que representan una exploración solidaria con el lenguaje del existir que invita a explorarnos tan profundamente que sorprende el parecido de la voz de Laura con la nuestra, los espejos que aparecen entre poemas y reflexiones, por eso la identificación nos sacude, nos apapacha, nos inspira, a veces asusta, pero siempre reconcilia.
Este poemario es mágico, porque de pronto parece convertirse en un recetario estilo Remedios Varo, inolvidable pintora surrealista, quien hacía posible transformar en ingredientes ideales el agua destilada de lluvia, un corsé de ballena y cambiar al noroeste nuestra cama para que todo ese conjuro tenga efecto. Laura Soto nos invita a saborear “días dulces con sabor amargo”, “buscar un nuevo hogar con menos ruido del ayer” o “pertenecer a una tribu que me salve de mi rechazo”.
Poemas escritos con sangre de colibríes y gotitas de luna llena. Poemas inspirados en un dolor que nos fortalece y una fuerza que delata nuestra fragilidad.
Yo puedo sugerirles que no busquen un inicio o un final, abran el libro en cualquier página y les llegará la palabra necesaria, encontrarán la frase cómplice, la alianza anhelada. Además de los poemas, Laura Soto inserta unas partes en prosa donde pregunta y confiesa, nos permite asomarnos a las lecturas que le han gustado e inspirado y a descubrir a sus autores favoritos, en cada uno de ellos encontró consejos, advertencias, retos. Es así como se leen frases de grandes poetas y pensadores, como Mario Benedetti: “Tengo la teoría de que cuando uno llora, nunca llora por lo que llora, sino por todas las cosas por las que no lloró en su debido memento. “A la inolvidable poeta Alejandra Pizarnik, quien a la edad de 36 años se suicidó: No poder querer más vivir sin saber qué vive en lugar mío ni escribir si para herirme la vida toma tan extrañas”.
Entonces nuestra querida autora abre preguntas y busca respuestas, explica y describe decisiones e indecisiones, temores y dudas, sueños y pesadillas, errores y aciertos. Desborda todas sus sensaciones y emociones más profundas y comparte a una Laura Soto sin máscaras, honesta, totalmente sincera.
Además, en este libro Laura nos da pautas para elegir la emoción a la que más le hemos declarado la guerra a lo largo de nuestras vidas y no quiere irse, para que aprendamos a platicar con ella y al hacerlo, la sepamos diferenciar de nuestras heridas. “más podremos tomar decisiones para nuestro mayor beneficio, valientes y seguras a la vez”. Es así como nos invita a llenar un solidario formato donde firmamos un acuerdo de paz con esa emoción y escribir para dar respuesta al por qué y a describir las cosas que nos hace sentir. En las páginas finales, hay renglones vacíos donde nos ofrece un espacio para expresar con total libertad.
Sin duda, este libro es una bendición para escribir y sanar, para no tener miedo a ser nosotras mismas y querernos bien:
Tardé en reencontrarme
Lo sé demasiado bien
Lo que tú no sabes
Es que para hacerlo
Tuve que volver a nacer
Y para volver a nacer
Primero tuve que morir
Soto, Laura (2024). Primero tuve que morir, México, Planeta.