- Escasos trabajos dan voz a las víctimas
- Faltan investigaciones que evalúen los servicios de atención a las violencias de género
Sara Más
SemMéxico/SEMlac, La Habana, Cuba, 16 de diciembre, 2024.- La necesidad de contar con estudios de prevalencia y estadísticas sistemáticas y confiables sobre las violencias de género en Cuba fue reiterada por especialistas, activistas y representantes de instituciones y organizaciones vinculadas a la respuesta a esa problemática en la nación caribeña, durante un intercambio realizado en la capital cubana el 13 de diciembre.
Aun cuando existen varios estudios y aproximaciones en diferentes regiones del país, sigue siendo un vacío poder disponer de una investigación que ofrezca una visión más completa de las características generales de esa problemática en el país, sostuvo la socióloga Clotilde Proveyer Cervantes, coordinadora del grupo asesor de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) para la prevención y atención de las violencias de género.
Proveyer intervino en un panel que presentó una sistematización de resultados sobre prevención y atención a la violencia basada en género y que tuvo en cuenta 626 publicaciones, con predominio de investigaciones y experiencias realizadas en Cuba entre 2000 y 2024.
Como tendencia, esos estudios se concentran fundamentalmente en el escenario urbano, sobre todo del occidente del país, y se realizan desde centros de estudios e investigación, universidades y organizaciones no gubernamentales, con acompañamiento de la cooperación internacional y de servicios de noticias, describió.
Se trata, fundamentalmente, de experiencias de atención y estudios descriptivos y analíticos, algunos de ellos propositivos, en los cuales predominan los análisis de las ciencias sociales, el derecho, la sociología, la comunicación social, la psicología y las ciencias médicas, muy ligados a enfoques disciplinares.
Al comentar sobre otros vacíos identificados, la socióloga Iyamira Hernández Pita señaló que faltan investigaciones que evalúen los servicios de atención a las violencias de género, además de ser insuficientes los datos y estadísticas, que se informan a veces tardíamente.
Escasos trabajos dan voz a las víctimas, se habla poco de supervisión de procesos de formación y habilitación del personal de las consejerías y son escasos los proyectos y programas en favor de cambios culturales para el ejercicio de los derechos desde la prevención y atención, añadió Hernández Pita.
Entre las buenas prácticas, mencionó el desarrollo de estrategias de comunicación para la visibilización y sensibilización, de proyectos elaborados desde distintos sectores destinados tanto a la prevención, como a la atención de la violencia de género y el valor del trabajo con los hombres.
Igualmente, aludió a la articulación de actores de algunas experiencias a nivel local comunitario, la creación de espacios de autocuidado del personal que labora en las consejerías del Centro Oscar Arnulfo Romero (OAR) y diferentes programas de formación, o propuestas para llevarlos a cabo, que toman como referencia los resultados de los estudios
Al referirse a los desafíos, la jurista Arlín Pérez Duharte colocó la necesidad de garantizar, mediante la gestión del conocimiento, que profesionales, actores sociales y decisores con el encargo de prevenir y atender la violencia posean los conocimientos, las herramientas y la imprescindible perspectiva de género para poder hacerlo.
También habló de la existencia de estereotipos sexistas naturalizados, que perpetúan la subordinación e inferiorización femenina y refuerzan la división sexual del trabajo; así como la pervivencia de numerosas resistencias patriarcales en imaginarios sociales, pero también en actores y decisores que obstaculizan la eliminación de desigualdades de género.
Durante el intercambio, la jurista y profesora Tania de Armas agregó como desafío los estudios con hombres maltratadores y sobre violencia estructural, así como la urgencia de eliminar conceptos erróneos sobre qué es violencia de género, sostenidos en el desconocimiento de esta problemática por parte de profesionales de diversas disciplinas.
En tanto, la socióloga Magela Romero Almodóvar puso el acento en dar mayor prioridad a la evaluación de la efectividad y sostenibilidad de lo que se hace, así como en particularizar en la situación de personas LGTBIQ+ y otras a las que no se les ha dado tanto seguimiento en las comunidades de tránsito, en el ámbito de los cuidados o las mujeres negras y mulatas.
Judith Laura Ferreriro Fuentes, directora del Centro de Estudios de la Mujer de la FMC, consideró que el reclamo desde la ciencia ha puesto el tema en contexto y realmente ha servido de motor impulsor para que, desde la política, se visualice, concientice y sensibilice sobre el problema.
Consideró que la formación con perspectiva de género no debe ser parte solo de las carreras de perfil social, sino transversalizar los currículos formativos de diversas disciplinas.
La psicóloga Yohanka Valdés se refirió a no solo poner la mirada hacia afuera, sino también a establecer buenas prácticas y protocolos internos, así como investigaciones acerca de las violencias dentro de las organizaciones.
Además de sistematizar investigaciones, abogó por también hacerlo respecto a experiencias y procesos, pues la propia gente se convierte en investigadora de su realidad cotidiana, de lo que sufre, de sus propias violencias, sostuvo.
Lizette Vila, realizadora audiovisual y directora del proyecto Palomas, dijo que aún se necesita visibilizar más la violencia estructural y se refirió en particular a la experiencia de extraordinarias mujeres realizadoras, con menos oportunidades para crear y exhibir sus obras. Ellas son las que, además, desde sus propias experiencias, pueden contar la realidad de otra manera.
Desde la experiencia del trabajo del Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo de Cárdenas (CCRD), en Matanzas, provincia aledaña a la capital, la psicóloga Valia Solís Peraza reafirmó que falta preparación técnica para poder identificar las situaciones de violencia de género, pero también hay un desconocimiento de las normas legales.
Como buena práctica, valoró la articulación que han logrado allí con organismos e instituciones estatales. Como organización de la sociedad civil, no gubernamental, hemos podido articularnos y ser parte del equipo de evaluación para el tratamiento a las violencias y delitos sexuales contra niñas y niños, muchos de los cuales tienen madres que han sido víctimas de violencia y, sin embargo, nunca pasó nada, comentó.
La periodista Dixie Edith Trinquete, profesora de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, reconoció que en el ámbito de la investigación en comunicación y violencia hay una enorme producción de tesis, sobre todo de pregrado, que no están suficientemente sistematizadas, contabilizadas ni visibles, porque no son investigaciones que luego se hayan publicado o referido en artículos y publicaciones.
Convocado por OAR, este taller de intercambio y presentación de sistematizaciones es una de las acciones promovidas como parte del proyecto «Hacia una vida libre de violencias para las mujeres y niñas en Cuba».
El proyecto es coordinado por la organización sueca Diakonia, en alianza con OAR y el CCRD, con fondos de la Unión Europea y la participación de otras organizaciones de la sociedad civil, instituciones del Estado y la academia.
SEM-SEMlac/sm