Haidé Serrano
SemMéxico, Ciudad de México, 20 de junio 2025.- A propósito del Día del Padre, no deja de sorprenderme que se les felicite elevándolos a la categoría de “súper héroes”, es decir, hombres cuyas paternidades les confieren habilidades extraordinarias, sobrehumanas y que actúan de forma desinteresada.
Una gran parte de los padres en México están muy lejos de los súper poderes que el imaginario les asigna. Para empezar, son ausentes. El 40 por ciento de los hogares mexicanos no tienen la figura paterna presente, de acuerdo con el Censo 2022 del INEGI. Y seguro son más, si contamos a quienes “aún presentes” dejan las tareas de crianza y cuidados a las madres, abuelas, tías y nanas. Además, las madres dedican en promedio 60 horas semanales a las tareas de cuidados, frente a solo 30 horas de los padres. Un sobreesfuerzo evidente en cualquier hogar mexicano.
La sociedad mexicana tiene una doble moral cuando de paternidad se trata: celebra a quienes dedican unas horas los fines de semana a la convivencia con sus hijas e hijos; y calla cuando no pagan la pensión alimenticia. No hay sanción social cuando dejan de mantenerlos económicamente, siguen gozando de los beneficios de sus relaciones familiares, amorosas y laborales. Mientras, son las madres las que asumen la carga económica completa, más todo el trabajo que significa la crianza. Ellas frenan su desarrollo profesional, mientras ellos prosperan.
La hipocresía que solapa a millones de padres que no asumen sus obligaciones es tan normal que se considera cultura, sí, pero cultura machista. Hay muchísimos ejemplos del doble rasero, aquí algunos:
Si eres padre, te divorcias y dejas a tus hijos e hijas viviendo con su madre está bien visto porque ellos las necesitan; si, por el contrario, eres madre los dejas con su papá, eres la peor mujer del mundo.
Si un padre no sabe cambiar un pañal, es «comprensible»; si una madre no sabe, es «negligente» y peor aún ¡¿qué clase de madre tuvo que no se lo enseñó?!
Si un padre es soltero y cría a sus hijas e hijos, es un «súper héroe»; si se trata de una madre soltera, es «lo normal» o incluso «desafortunada», y por no saber escoger al padre, ahora que cargue con todo, al fin es su culpa.
Si eres padre y cuidas de tus hijas e hijos un fin de semana, eres un «super papá»; si eres madre y lo haces todos los días, solo estás «haciendo tu trabajo».
Si un padre no lleva a las “bendiciones” al servicio médico, es porque «la madre se encarga»; si una madre no lo hace, es «irresponsable» y puede perder el empleo si falta a trabajar por atenderles.
Si un padre sale con sus amistades después del trabajo, es “necesario” para mantener su chamba; si una madre lo hace, se la acusa de «abandonar sus responsabilidades».
Si un padre cocina para sus crías, es «ayudar en casa»; si una madre lo hace, es «su obligación». Aún si ambos tienen empleos.
Si un padre no asiste a todas las reuniones escolares, es porque «está trabajando»; si una madre no asiste, es «negligente».
Si un padre es el principal cuidador, se le pregunta «dónde está la madre»; a una madre nunca se le pregunta «dónde está el padre».
Si un padre delega el cuidado de los hijos en la madre, es «confiar en su instinto maternal»; si una madre delega, es «descuidada».
Estos roles de género patriarcales determinan que los padres pueden fallar, faltar y que no hay culpa en ello. Mientras que las madres deben sacrificarse sin derecho al descanso, éxito profesional, salud cabal, desarrollo económico, entre otros derechos y libertades.
Mientras continuemos en este delirio de los padres “súper héroes” y las paternidades del mínimo esfuerzo, seguiremos ignorando que urgen paternidades presentes, afectivas y responsables.
- Publicado originalmente en Milenio.