Nosotros pintamos los primeros colores: adultos mayores LGBTQ+ crean un refugio para la comunidad

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Rubén Zamarrón y Korina Corona, de la organización Pintando Arcoíris, gestionan talleres para adultos mayores / Omar Flores / El Sol de México

Tras una vida de lucha, personas como Rubén Zamarrón han encontrado en Pintando Arcoíris un lugar para sanar en colectivo

Redacción

SemMéxico, Cd. de México, 26 junio 2026.- Ante la falta de políticas públicas, un hogar digno y acceso a servicios de salud, adultos mayores de la comunidad LGBTQ+ buscan ser visibilizados. Aunque hoy celebran el amor que escondieron en su juventud, quienes abrieron las puertas a la lucha de la diversidad deben continuar con su activismo.

A través de la organización civil Pintando Arcoíris, un refugio seguro y digno para ellos, construyen comunidad y enfrentan el abandono y precariedad que sufren al ser rechazados por sus familias y seres queridos.

Korina Corona, mujer trans, activista y fundadora de la agrupación, dijo sentirse feliz de los derechos ganados, pero también triste de pertenecer a un sector doblemente invisibilizado.
“En primera jamás imaginé que viviría más de 30 años. Ver todo lo que hemos avanzado, que hemos sido parte de estos cambios y de estas juventudes, es algo que nunca me lo imaginé y me llena de mucha felicidad saber que contribuí con un granito de arena para que esto pudiera suceder, pero también me entristece porque nos convertimos en adultos mayores y se olvidaron de nosotros”, señaló en entrevista con El Sol de México.

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La organización, detalló, ofrece atención psicológica y de salud, también realiza actividades de convivencia y de aprendizaje para que los adultos mayores desarrollen habilidades sociales y usen herramientas tecnológicas, pues la mayoría, explicó, vive sola, sin familia y sin acceso a servicios básicos que les garanticen una vejez digna.

“Ser una persona adulta mayor requiere de mucha atención especializada geriátrica, médica, psicológica y psicoterapéutica en general en el adulto mayor, ahora súmale ser LGBT, eso es lo que nos invisibiliza, por eso nos tuvimos que dar a la tarea en empezar a construir espacios seguros”, resaltó.

Korina Corona tiene 61 años y es fundadora de la organización / Omar Flores / El Sol de México

Desde antes de 2019, Korina comenzó este esfuerzo, pero fue el año pasado cuando decidió dar los talleres de manera más formal. En 2024, contó, ya tenían más de 39 integrantes, por lo que empezaron a reunirse en parques y librerías, donde les dieron permiso de realizar sus actividades.

Ahora operan en un lugar fijo, pero prestado, que se ubica en el número 3 de calle Ermita, en la colonia Narvarte.

La activista, de 61 años, vive sola, paga renta y genera ingresos del trabajo sexual y las labores que realiza como activista en la agrupación. A pesar de que no tiene acceso a servicios de salud, un trabajo estable y un hogar propio, se siente afortunada de seguir viva.

Recordó que en su adolescencia fue discriminada, violentada y rechazada por ser una mujer trans, por lo que tuvo que salir de su casa a los 15 años para comenzar una vida sola, lo que la motivó a construir una comunidad.

Korina aplaude que las nuevas generaciones puedan hablar de su orientación sexual libremente, que cuenten con el derecho a cambiar su identidad de género, a tener un matrimonio igualitario y familias diversas.

Los activistas tienen el sueño de convertir la agrupación en una ONG o fundación / Omar Flores / El Sol de México

“En mi época no había acrónimos para reconocer a las diversidades, no existía la palabra trans, a todo mundo los etiquetaban como homosexual o con calificativos fuertes y ofensivos que más bien eran descalificativos. Esa es la parte que me da sentimiento porque para que esto sucediera lamentablemente perdimos mucha gente que no pudo llegar aquí por la agresión sistémica para la comunidad”, indicó.

Lamentó que la vejez LGBTQ+ sea olvidada a pesar de ser quienes abrieron el camino para contar con los derechos que hoy existen. Son “quienes sacaron la brocha y pintaron los primeros colores”, como afirman en la organización.

Rúben Zamarrón, quien tiene 75 años de edad y forma parte de la comunidad gay, encontró en este espacio una segunda familia.

“En mi época no había acrónimos para reconocer a las diversidades, no existía la palabra trans, a todo mundo los etiquetaban como homosexual o con calificativos fuertes y ofensivos que más bien eran descalificativos. Esa es la parte que me da sentimiento porque para que esto sucediera lamentablemente perdimos mucha gente que no pudo llegar aquí por la agresión sistémica para la comunidad”, indicó.

Lamentó que la vejez LGBTQ+ sea olvidada a pesar de ser quienes abrieron el camino para contar con los derechos que hoy existen. Son “quienes sacaron la brocha y pintaron los primeros colores”, como afirman en la organización.

Rúben Zamarrón, quien tiene 75 años de edad y forma parte de la comunidad gay, encontró en este espacio una segunda familia.

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“Cuando llegué me sorprendió ver a gente mayor que yo, con bastón, en silla de ruedas, cantando y haciendo actividades”, expresó.

En este lugar recibió atención psicológica y psiquiátrica por varios años para superar situaciones de su familia y el duelo de su pareja quien falleció. Ha sido un espacio muy importante de convivencia donde ha sido escuchado y aceptado.

Aunque la familia de Rubén nunca lo agredió físicamente, decidió guardar silencio y evitar cualquier conversación sobre su orientación sexual. Tiempo después se vio obligado a alejarse de ellos, pues rechazaron su decisión de adoptar un hijo.

“Me tuve que separar de mi familia porque tuve problemas con ella cuando adopté a mi hijo, me empezaron a cuestionar qué de dónde era, que por qué él y me salí de mi casa. Mi hijo también es gay, sus padres lo corrieron de su casa cuando les dijo que era gay y yo decidí darle una oportunidad”, contó.

Rubén tiene un hijo casado que también pertenece a la comunidad / Omar Flores / El Sol de México

Actualmente, Rubén es pensionado y vive con su hijo de 40 años, quien terminó sus estudios y tiene un trabajo.

Uno de los sueños de Korina y Rubén es contar con los recursos para poder constituir legalmente Pintando Arcoíris y que puedan habilitarla como una casa para los adultos mayores LGBTQ+ que no tienen en dónde vivir.

“Lo que queremos hacer es constituirla como una asociación civil o fundación para poder tener nuestro espacio propio, un centro de día comunitario que tenga atenciones especializadas, donde se puedan realizar actividades todos los días los 365 años, donde van a tener un lonche pues hay compañeros que se encuentran en total abandono”, precisó la fundadora.

“Queremos tener un lugar, acondicionado con dos cuartos y camas para las personas que no tienen donde vivir y que están en la calle, como uno de nuestros compañeros que realmente tenía que estar viendo cómo pagar cada mes una renta para no quedarse en la calle”, agregó Rubén.

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Adultos mayores arrastran violencias, señala experto

Arturo Arcos Soto, maestro de la UNAM especialista en la vejez de la diversidad sexual explicó que la mayoría de los adultos mayores de la diversidad arrastran violencias que no les permiten tener una vida digna.

Hoy las personas mayores que pertenecen a la comunidad vienen arrastrando cosas a lo largo de toda su vida

“Principalmente durante su juventud sufrieron expulsiones de los hogares, despidos injustificados, violencia en las calles, insultos, bullying escolar y todo esto va marcando trayectorias de vida en las cuales las personas tienen menos acceso a oportunidades”, comentó.

Resaltó que estas violencias ocasionan una vejez con más carencias y limitaciones, con más enfermedades y riesgo elevado de no tener los recursos sociales, económicos e institucionales que les permitan tener una buena calidad de vida durante esa etapa de su vida.

El especialista señaló que esto también ocasiona que todavía no acepten abiertamente su orientación sexual, por miedo a ser discriminados, a pesar de que los tiempos han cambiado.

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A partir de este domingo 2 de marzo ofrecemos: una retrospectiva, a 50 años de la primera conferencia mundial de la mujer que se celebró en México, de los 30 años de la IV Conferencia Mundial de la Mujer, Beijing 1995 y todo lo que sucede y está sucediendo alrededor del 8M.


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