Lisandra Fariñas
(lisycolor5@gmail.com)
SemMéxico/SEMlac, La Habana, 6 de octubre, 2025.- Para una persona trans, viva en Honduras, Vietnam, Países Bajos o cualquier otra parte del mundo, los desafíos cotidianos son distintos, pero sus realidades están atravesadas por luchas que no conocen fronteras: el reconocimiento de su identidad y su dignidad humana.
Así lo evidencia el documental M/F/X, proyectado el 29 de septiembre en la sede de la Embajada del Reino de los Países Bajos en La Habana, como parte de Modo Naranja, una iniciativa que conecta a Países Bajos y Cuba mediante proyectos de colaboración bilateral que incluyen actividades, talleres e intercambios dedicados a promover, entre otros temas, el respeto a los derechos humanos y a la diversidad.
La cinta, dirigida por Koen Suidgeest, sigue a Shantal, mujer trans en Honduras; Minh, hombre trans en Vietnam; y Roos, persona no binaria en Países Bajos, para mostrar que la discriminación, la exclusión y la violencia atraviesan contextos sociales y económicos muy distintos.
Shantal recuerda las agresiones sufridas en la calle, las burlas y el asesinato de una amiga a plena luz del día: «A alguien que solo sirve de burla
no puedes optar por un trabajo digno ni por educación», reflexiona en la cinta esta mujer que, pese a todo, logró convertirse en periodista y abrirse un espacio en los medios de comunicación de su país.
Minh describe el miedo que ha sentido durante 25 años, la necesidad de comprar hormonas en el mercado negro y la falta de servicios médicos y psicológicos que acompañen a las personas trans en su proceso de transición.
Roos, que sueña con ver una «X» en su pasaporte en lugar de la M o la F que no representan su identidad, alerta que incluso en una sociedad considerada avanzada, la tasa de violencia entre personas trans es de dos a siete veces mayor que la media y habla, incluso, de esos «privilegios» que pueden determinar cuánta más violencia puedes sufrir: «no es lo mismo ser una persona trans blanca que una persona trans negra», sostiene.
Pese a la crudeza de los testimonios, M/F/X también deja espacio para la esperanza. La fortaleza de Shantal; la determinación de Minh, que encontró una comunidad de apoyo para continuar su transición; y los sueños de Roos son recordatorios de que la resistencia y la búsqueda de felicidad pueden abrir caminos incluso en entornos adversos.
Antes de la proyección, el embajador de Países Bajos en Cuba, Matthijs Wolters, recordó que su país fue el primero en legalizar el matrimonio igualitario y subrayó que los derechos humanos, incluida la diversidad de género, «requieren diálogo permanente, porque aún estamos lejos de un mundo libre de discriminación».
El documental, dijo, «muestra tres sociedades distintas y nos invita a conversar sobre marcos jurídicos, aceptación familiar y comunitaria, y los caminos que quedan por recorrer».
Identidades y derechos: un diálogo necesario
Tras el documental, el público asistente participó en un intercambio amplio y diverso moderado por Ana Mirabal Patterson, del Centro Félix Varela. La activista abrió el diálogo recordando que «los derechos humanos son inalienables, pero detrás de cada violación hay relaciones de poder que deciden quién tiene o no derecho a la salud, a la educación, a expresarse».
El médico y activista Alberto Roque celebró los avances de Cuba en materia legislativa -la Constitución, el Código de las Familias y el Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres-, pero alertó sobre las distancias entre la ley y su aplicación e implementación: «En salud y educación todavía persisten miradas binarias y resistencias institucionales; tenemos un guion muy avanzado, pero la puesta en escena no siempre se corresponde».
Alertó que «nada de lo que se ha logrado en Cuba, ni en ningún otro país, es garantía, pues ningún derecho en el mundo está garantizado de por vida» y puso como ejemplo que, incluso, en un país con avances notables en materia de derechos humanos como Holanda, no hay certezas absolutas frente a los retrocesos globales en derechos LGBTIQ+, enfatizó.
«Tenemos que escuchar cuáles son las verdaderas vivencias de las personas trans para poder proponer políticas y ser aliados verdaderamente útiles», apuntó Roque.
Para Larian Arias, activista por los derechos queer, las políticas deben ir acompañadas de un cambio cultural que permita vivir la identidad con plenitud. «En cualquier país siempre hay algo que limita tu felicidad, si eres una persona queer«, afirmó. Lamentó que, aunque Cuba cuenta con varias leyes que amparan derechos para las personas trans, muchas son «letra muerta».
«Todavía hoy en 2025, tres años después de aprobada la instrucción que permite el cambio de nombre, uno va al registro civil y te dicen que ahí no hacen ese procedimiento», expuso el activista.
Arias instó a pensar la lucha desde lo colectivo. «No puede haber nichos de libertad, la libertad tiene que ser para todas las personas», dijo y llamó a no concentrarse solo en el dolor.
«Hablemos también de la alegría de ser quienes somos, porque nuestra existencia no es solo sufrimiento», apuntó.
Miguel Abreu, director de Ludi Teatro y del Ateneo de La Habana, afirmó que desde los espacios culturales aún se debe trabajar en el respeto a la diversidad y la aceptación de todas las personas en igualdad de condiciones.
El activista trans Merle Ramírez destacó que los avances legales no siempre se reflejan en la realidad de las comunidades, especialmente fuera de La Habana. Puso el acento en la situación de las personas trans en zonas rurales y barrios marginados, donde la falta de privilegios agrava su vulnerabilidad.
Subrayó que las personas trans negras son las más expuestas a la violencia y el abandono, y afirmó que el verdadero cambio debe gestarse desde lo comunitario, con programas y talleres que lleguen directamente a quienes más lo necesitan.
El escritor Julio Cesar González Pagés compartió hallazgos de la investigación que lo llevó a su libro Pingüeros en La Habana, y señaló que en Cuba las personas trans viven en un «ambiente de violencia, microviolencia
ejercida por hombres, clientes y hasta la misma policía, incluso en espacios públicos céntricos; aunque su realidad permanece mayormente invisible para la sociedad».
Reclamó mayor presencia de personas trans en los medios de comunicación y criticó que a menudo son representadas por especialistas o directivos, lo que silencia sus propias voces. «¿Qué podemos hacer para revertir esto?», cuestionó e hizo un llamado a visibilizar una comunidad que sigue siendo tratada como «minoría desechable» en muchos espacios.
Para el realizador Yasmani Castro Caballero, es crucial mirar hacia las realidades rurales, un llamado que compartió Mirabal e insistió en la urgencia de acompañar a las infancias con identidades diversas. Esa protección, coincidieron, debe extenderse específicamente a los entornos no urbanos, donde la vulnerabilidad y la invisibilidad de las personas trans suelen ser mayores.
El intercambio cerró con un consenso: M/F/X no solo narra las luchas de Shantal, Minh y Roos, sino que interpela cada contexto para que los derechos de las personas trans sean una realidad palpable.
«El reto -resumió Mirabal- es que las leyes, las políticas y los discursos se conviertan en prácticas de respeto cotidiano. De lo contrario, seguiremos hablando de derechos en abstracto, mientras la vida de las personas sigue en riesgo».