Urge atender de forma diferenciada las situaciones de pobreza

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  • Zavala Argüelles propone incidir de manera prioritaria en determinados grupos sociales y problemáticas
  • Cuba ha optado por el concepto de vulnerabilidad, un término menos duro

Lisandra Fariñas
SemMéxico/SEMlac, La Habana, 13 de octubre, 2025.- A sus 70 años, María del Carmen Zabala Argüelles, quien ha vivido «todos los momentos del proceso revolucionario cubano» y ha dedicado su vida al estudio y la investigación social, considera que la política pública del país está urgida de atender de forma diferenciada las situaciones de pobreza.


Lo dice desde la humildad y sensibilidad que caracterizan a esta cubana, habanera, madre y abuela; convencida de que este es uno de los desafíos actuales más apremiantes para la nación caribeña.


«Tenemos una política para atender la vulnerabilidad social y tal vez, dentro de esa política, como beneficiarios, hay un segmento que está en situación de pobreza y requiere ser atendido de manera diferente y diferencial«, asegura a SEMlac.


Doctora en Ciencias Psicológicas y coordinadora del área científica «Desigualdades sociales y políticas de equidad», de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso-Cuba), la experta señala que tanto las situaciones que tienen que ver con la extrema precariedad de ingresos económicos, como con las condiciones altamente precarias de vivienda en que se encuentra un conjunto de la población llamada vulnerable, requieren un tratamiento especial.


Pobreza y vulnerabilidad son dos conceptos diferentes, aclara. El primero coloca la mirada sobre elementos como ingresos, consumo y condiciones de vida, que son inferiores e insuficientes para disfrutar de una calidad de vida adecuada.


La vulnerabilidad, en cambio, es un concepto posterior al de pobreza y critica, justamente, que se limite el tema a la insuficiencia monetaria, aunque «luego la pobreza evolucionó a otros enfoques, como el de necesidades básicas y más recientemente al de pobreza multidimensional», explica la especialista.


«Para mí el enfoque de vulnerabilidad ha aportado una visión más amplia, en la cual no solo se mira de qué se carece -que es el enfoque de pobreza-, sino también aquellos elementos en cuanto a recursos y activos que tienen las personas ubicadas en ese segmento y que pudieran, con determinadas estrategias, permitirles colocarse en una situación de mayor bienestar», precisa.
Comenta que, a nivel político, Cuba ha optado por el concepto de vulnerabilidad y, en la política aprobada para atender este asunto, se toman en cuenta aspectos como los ingresos, la tipología de familia y situaciones de vulnerabilidad por discapacidad, por enfermedades crónicas, por el lugar de residencia o el territorio, la racialidad, entre otros.


No obstante, la experta remarca la necesidad de atender de manera diferenciada la pobreza y, en medio de la crisis múltiple que vive el país, con muy limitados recursos económicos y financieros, incidir de manera prioritaria en determinados grupos sociales y problemáticas.


Advierte que el hecho de priorizar muchas veces la noción de vulnerabilidad supone varias lecturas: «Puede ser entendido como un término menos duro, que dé menos espacio a la crítica de cuánto ha podido lograr un proyecto social basado en la equidad y la justicia social, porque la propia existencia de la pobreza significa un punto de no logro de esas metas».


Entre los sectores vulnerables de la población, la profesora menciona a las mujeres, porque sobre ellas recae un gran costo de la crisis; las poblaciones racializadas, que históricamente han tenido estos problemas y tienes además puntos de partida inferiores para poder aprovechar, por ejemplo, las oportunidades de nuevos emprendimientos económicos; y a las personas en situación de discapacidad.


«Cualquier mirada que se dé a la sociedad nos está arrojando, primero, que hay un espectro de desigualdades que se ha incrementado notablemente» y que son visibles en las posibilidades diferentes de consumo, de vivienda, de negocios privados, de opciones que están vedadas para unos y que son amplias para otros», sostiene Zabala Argüelles.


Atender el fenómeno, sin embargo, requiere de un enfoque analítico que tome la interseccionalidad como base para comprender el porqué de su existencia, precisa la experta, quien se refiere a la persistencia en Cuba de sistemas de opresión, si bien desde el punto de vista jurídico o político están eliminados.


«Existe en Cuba el racismo, el patriarcado, existen en Cuba diferencias notables en términos de las desigualdades económicas; existen desventajas para algunos grupos sociales más que para otros», afirma y apunta que, dentro de esos propios grupos todas las personas no experimentan esos fenómenos de la misma manera.
En el caso de las mujeres, por ejemplo, aunque viven opresiones generales por el patriarcado vigente, son las racializadas, las rurales, las que migran del oriente al occidente del país, o las que tienen orientaciones no heteronormativas, quienes enfrentan situaciones diferentes marcadas por esa condición. Ello debe tenerse en cuenta, insiste, en las políticas públicas orientadas a determinados grupos sociales.

Brechas para la equidad


Zabala Argüelles llama la atención sobre la persistencia de brechas en el ejercicio de los derechos de las mujeres, muchas de las cuales se han profundizado en el escenario de crisis.

Una de las más preocupantes es la disminución de la presencia femenina en el empleo formal, donde considera que se ha producido una involución importante.
«Estamos lejos de alcanzar las metas que nos habíamos propuesto y hay que darle una mirada al por qué eso está ocurriendo: ¿es un tema de las dificultades de la vida cotidiana, es un tema de remuneración, es un tema de incremento del machismo?, porque a veces es por elección propia, apuntó la académica.


Otro problema identificado por la experta es el incremento de la violencia contra la mujer, desde la psicológica hasta la que ocurre en determinados espacios, llegando hasta las formas más cruentas como la violencia física y el femicidio.
El trabajo informal femenino, apunta, «lo vemos a diario en nuestras calles y nos hace pensar en los niveles de vulnerabilidad y desprotección tan altos que tienen esas mujeres».


Un espacio para valorar es el de las académicas, doctoras, profesoras, investigadoras… un grupo de mujeres que pudieran ser exponentes de la más absoluta emancipación; pero que, dadas las condiciones actuales, la logran a un altísimo costo personal, precisa la experta.


Partidaria de que el feminismo ha aportado un sólido sustento teórico para poder comprender y analizar las desigualdades que existen en cualquier ámbito, la experta advierte también que se requiere de un enfoque integral afirmativo para atender las diferentes discriminaciones y desventajas que se profundizan en medio de la reconfiguración de la sociedad cubana, con nuevas estructuras y actores económicos, así como un vínculo de diferente tipo con el capital transnacional.


Afirma que la discriminación racial, por ejemplo, se manifiesta muchas veces de un modo más sutil y afianzada en los estereotipos.


«Cuando el estereotipo se conecta con el prejuicio, sí estamos frente a un proceso mucho más negativo, mucho más lesivo, porque si yo pienso que una persona por determinadas características de género, raciales y físicas puede ser más apropiada o puede tener mejores resultados que otra, entonces sí estamos frente a un problema», detalla.


Agrega que no es solo una problemática relacionada con factores históricos, la cultura o la presencia en los medios; tiene que ver con la posición que ocupan las personas en la estructura de la sociedad, con el acceso a las oportunidades existentes y las vías para poder facilitarlo.


En tal sentido, valora que las políticas afirmativas pueden incorporarse a programas como el de la lucha contra el racismo, pues permitirían dotar de recursos de todo tipo para que las personas racializadas estuviesen en una mejor posición, para poder alcanzar determinadas metas o aprovechar oportunidades.
«Sabemos que hay resistencia en nuestra sociedad, no estamos habituados a trabajar de esa manera», acota la especialista y enfatiza que, a tenor de la gran desigualdad existente en Cuba, es algo que habrá que incorporar de manera progresiva si se quiere garantizar la inclusión social de toda la población.


Añade que las políticas afirmativas no tienen que ir solas, no están aisladas, y más en el contexto cubano, donde en las últimas seis décadas se ha trabajado en políticas universales e inclusivas en todos los ámbitos: educación, salud, trabajo.


Sin desmontar esas políticas, debemos reconocer que, si no actuamos diferenciadamente, no todos los grupos sociales tendrán las mismas posibilidades de aprovechar las oportunidades, subraya.

Este sería un paso importante en la Cuba que sueña la profesora de Flacso, quien lamenta la erosión que se experimenta hoy en muchos ámbitos de la sociedad, no solo en las condiciones de vida, sino también en la cultura, los valores y el comportamiento de las personas.

Cuba debería ser un lugar para el mejoramiento humano en todos los órdenes, con inclusión, sin discriminación; un país donde las personas, y sobre todo las personas jóvenes, puedan construir su proyecto de vida sin necesidad de emigrar y donde haya la posibilidad de que todos puedan colocar sus propuestas, sus puntos de vistas y ser escuchados, considera.

Zabala Argüelles dice que desea una Cuba donde, en el rostro de la gente, en el día a día, se vea felicidad por vivir aquí, y se enfrenten los problemas con felicidad. «Ese es el país que quiero», reafirma.

SEM- SEMlac/lf

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