SemMéxico, Ciudad de México, 17 de octubre, 2025.- Marcelo Ebrard, en su papel de encantador de incrédulos y apaciguador de masas beneficiarias de los bonos del bienestar, afirmó ante el Senado: el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, el T-MEC (ideado y alcanzado en 1994 por Carlos Salinas de Gortari, el mismísimo gran jefe del neoliberalismo que AMLO y la 4T dicen odiar) “va a permanecer y va a sobrevivir”.
Y no sólo eso, asegura sonriente Ebrard, como el más acertado e infalible pitoniso: “y atraerá nuevas oportunidades para nuestro país, derivado del reajuste internacional que se vive”.
Sin embargo -quienes no nos dejamos llevar por estos cantos mareadores marcelistas-, sabemos y no podemos olvidar, ni hacer como que no escuchamos lo que dijo Donald Trump hace apenas una semana en la Casa Blanca al conversar con Mark Carney, Primer Ministro de Canadá:
“Podemos renegociarlo… o hacer diferentes tratos”, dijo.
Ahí el mandatario de EU volvió a quejarse de que México y Canadá no cumplen el TMEC, y planteó la posibilidad de reemplazar el TMEC por acuerdos bilaterales con sus dos vecinos en la renegociación prevista para 2026.
El mandatario bien sabe que el TMEC trae grandes beneficios y representa el flujo comercial más importante en el mundo… pero justamente por eso amenaza con cancelarlo, para obtener más beneficios para EU.
Sabe que Claudia Sheinbaum y Mark Carney, harán lo imposible para mantener el TMEC porque de ello depende la viabilidad de sus economías y gobiernos, y la gobernabilidad de sus países, y en esas condiciones podrá obtener los mayores beneficios.
Sobre todo, buscará doblar a México y repatriar plantas e inversiones de EU en México.
En México todo ligado a la seguridad
Por ello ha amarrado la renegociación del TMEC al tema de la seguridad (no a la democracia ni el Estado de Derecho en México) y por ello aplica aranceles ligados a una certificación sobre el combate a carteles y a una guerra contra el tráfico de fentanilo a EU.
De ahí que Claudia Sheinbaum decretó de facto el fin de la política de abrazos no balazos de AMLO, y ha lanzado a su secretario de Seguridad Omar García Harfuch a aplicar la nueva política de Seguridad de México dictada desde la Casa Blanca que en 8 meses ha derivado en la localización y destrucción de al menos mil 500 narcolaboratorios, reportó 34 mil detenciones y la captura de 283 toneladas de droga.
Pese a los logros y al cambio de política de seguridad, ni Trump ni su equipo (Marco Rubio, la fiscal Pat Bondi, los comandos norte y Sur, la DEA, el FBI, la CIA y todo el establishment de EU) no están contentos y quieren más.
Por ejemplo: que se capture y se le entregue a la justicia de EU a altos funcionarios, gobernadores, alcaldes, senadores y diputados o lideres de partidos evidentemente aliados al narco.
Como son los casos de Rubén Rocha Moya de Sinaloa; Américo Villarreal en Tamaulipas; Marina del Pilar Ávila, en BC o Adán Augusto López, líder de Morena en el Senado por su obvia vinculación con su exsecretario de Seguridad Hernán Bermúdez Requena líder del cartel de La Barredora y por sus ligas con la red del huachicol fiscal que se dirigía desde la cúpula de la Marina y con la colusión de gobernadores, alcaldes y legisladores del partido en el poder.
Y para exigirlo y lograrlo, además de señalarlo en sus declaraciones, ya retiraron visas a más de 50 altos cuadros de Morena y hace un par de semanas han aprobado en su Congreso el decreto que permite al Ejército de EU y a Trump realizar ataques militares directos a carteles en territorio mexicano.
De que Donald Trump duda de la continuidad del T-MEC es un hecho.
Durante toda su campaña en 2024 y a en lo que va de 2025, el mandatario no ha parado en mostrar su insatisfacción con el TMEC y ha insistido una y otra vez, cada que puede, en su idea de abandonarlo.
Apenas en mayo planteó que no estaba seguro de si el T-MEC seguía siendo necesario para EU. Y eso mismo lo ratificó hace unos días en su encuentro con el primer ministro de Canadá.
En este contexto la afirmación del secretario de Economía Marcelo Ebrard ante Senadores de que el TMEC continuará es menos que creíble.
Poco más en esta realidad, la presidenta Claudia Sheinbaum, le ha recordado a Donald Trump que el T-MEC es una ley y no una decisión ejecutiva de ningún presidente.
Está por verse de si como dicen algunos expertos las amenazas y señalamientos de Trump es o no solo una táctica de negociación porque, afirman, la cancelación real del TMEC plantearía al presidente norteamericano grandes complicaciones ya que los beneficios comerciales y de producción que representan para EU, México y Canadá requieren no poner fin a este tratado, sino que exigen fortalecer la cooperación regional.
¿Trump presiona a través de Bukele?
Nadie puede negar que el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, es el aliado más cercano de Donald Trump en la región. Al norteamericano le encantaría que otros mandatarios fuesen un clon del salvadoreño.
De ahí que lo dicho por el presidente de El Salvador hace unos días podría ser más bien un mensaje desde Washington: “mientras en México la presidenta Claudia Sheinbaum apoya a dictadores (Diaz Canel en Cuba, Nicolás Maduro en Venezuela y Daniel Ortega en Nicaragua) yo limpio El Salvador de Pandillas… y lo hago mientras usted protege a políticos ladrones en México y apoya a dictadores. No me venga a hablar de democracia cuando su Gobierno encubre irregularidades”, afirmó el salvadoreño.
Muy en la línea de la Casa Blanca hoy, ¿no?
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