El 82 % de los niños mexicanos entre 7 y 11 años usa internet y el 69 % ya tiene redes sociales, de acuerdo con el IFT. La educación socioemocional y el trabajo conjunto entre escuela y familia son clave, y la guía y el acompañamiento parental son la mejor prevención. Redacción
SemMéxico, Ciudad de México, 27 de octubre. – En un mundo cada vez más digitalizado, los niños están expuestos a información, estímulos y contenidos que muchas veces no corresponden a su edad. La infancia se acelera, y con ello se pone en riesgo algo fundamental: el desarrollo integral y sano de las nuevas generaciones.
Cristina Du Solier, directora del Programa School of Character en The Wingate School, institución reconocida por su enfoque en la formación socioemocional y de carácter, advierten que respetar las etapas de la infancia es esencial para el bienestar emocional, cognitivo y social de los niños. “Cada etapa tiene su momento. Dejar que los niños sean niños no es limitarles, es proteger su derecho a crecer sanos, felices y a su propio ritmo”, señala.
Durante los primeros años de vida, el cerebro infantil se encuentra en una etapa crítica de desarrollo. Lenguaje, empatía, regulación emocional y habilidades sociales se fortalecen a través de experiencias reales: el juego, la interacción con otros niños y adultos, y el descubrimiento del entorno. Adelantar etapas, por ejemplo, permitir el acceso a redes sociales, videojuegos o películas para adultos, puede afectar la identidad, autoestima, creatividad y salud mental de los niños. Datos del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) muestran que 82 % de niños entre 7 y 11 años usan internet y 69 % ya tiene redes sociales, a pesar de no tener la edad recomendada para su uso. Las pantallas, utilizadas de manera adecuada, pueden ser herramientas valiosas de aprendizaje. Sin embargo, su uso excesivo o sin supervisión desplaza el juego físico, la socialización y el descanso, actividades fundamentales para el desarrollo emocional y cognitivo. Un fenómeno cada vez más estudiado es la “interferencia digital” de los padres: el uso constante del celular frente a los hijos puede disminuir la atención compartida, el lenguaje y la calidad del vínculo emocional. “No se trata solo de limitar, sino de guiar y compartir. Ver películas o contenidos junto a ellos y conversar sobre lo que observan, establecer horarios claros para el uso de pantallas y mantener momentos familiares sin celular son prácticas simples que fortalecen vínculos y protegen su bienestar emocional. También es importante filtrar y supervisar el contenido que consumen, fomentar actividades sin tecnología, como el juego libre, la lectura o el deporte, y, sobre todo, modelar con el ejemplo, los niños aprenden más de lo que ven que de lo que se les dice”. Asegura Cristina Du Solier. La exposición temprana a contenidos inapropiados, violencia, sexualidad, lenguaje fuerte o consumo de sustancias normaliza conductas para las que los niños no están preparados. Según datos del IMSS, 15 % de los adolescentes mexicanos ha probado alcohol, mientras que la ENSANUT reporta que 4.6 % fuma y 2.6 % usa cigarrillos electrónicos. El contacto con estos temas desde edades tempranas, incluso a través de medios o entretenimiento, incrementa la curiosidad y reduce la percepción de riesgo. Además, las redes sociales fomentan comparaciones y búsqueda constante de aprobación, lo que puede derivar en ansiedad, baja autoestima o aislamiento social. Bajo este entendimiento, varias instituciones educativas como The Wingate School, no permiten el uso de celulares en sus instalaciones y aconsejan que los adolescentes no tengan estos dispositivos antes de los 14 años, fomentando un uso acompañado y consciente a partir de esa edad. Diversas organizaciones internacionales y nacionales coinciden en que los hábitos familiares y escolares son clave para prevenir la exposición temprana y los comportamientos de riesgo. La American Academy of Pediatrics (AAP) recomienda reducir la exposición mediática al tabaco y a la nicotina, ya que ver fumar en películas o series aumenta la probabilidad de que los adolescentes comiencen a hacerlo. También sugiere establecer hogares y automóviles 100 % libres de humo, recordando que no existe un nivel seguro de exposición al tabaco. La Secretaría de Educación Pública (SEP)y la CONADIC promueven iniciativas que incorporan la educación preventiva y socioemocional dentro del horario escolar, fortaleciendo la colaboración entre escuela y familia. Frente a estos desafíos, The Wingate School impulsa un modelo educativo que combina el rigor académico con la educación socioemocional. Su programa School of Character promueve herramientas para comprender y expresar emociones, mantener relaciones saludables, tomar decisiones éticas y contribuir a comunidades más justas. Esto tanto para alumnos, como padres de familia y comunidad del colegio. El colegio implementa metodologías como Restorative Justice para la resolución de conflictos, clases de Character en todos los grados, semanas de gratitud y amabilidad, y proyectos de responsabilidad social y sostenibilidad. Estas prácticas buscan que los estudiantes aprendan a convivir con empatía, responsabilidad y conciencia social, tanto dentro como fuera del aula. “La educación es un proceso compartido entre escuela y familia. Padres, alumnos y docentes son parte activa de una comunidad que cultiva el carácter, la empatía y el respeto por las etapas del desarrollo”. Señala Du Solier. Porque dejar que los niños sean niños no es retroceder: es darles las herramientas para avanzar de forma sana, consciente y feliz.



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