Foto: Cortesía El Sol de México
Septiembre considerado el mes de la patria no olvida a las mujeres, las de base, las del colectivo frecuentemente expuestas en plazas públicas, asesinadas
Mujeres que contribuyeron a la creación de la Nación Mexicana las recuerdan en el 215 aniversario de la guerra de independencia, rescatadas por Genaro García
Elda Montiel Toral
SemMéxico, Cd. de México, 7 de septiembre, 2025.- A las mujeres en la Independencia de México, las conocidas como el colectivo de la independencia, a ellas se les va a encontrar en todos los espacios, desde aquellas que alimentan a la tropa — una labor nada menor–, empuñando armas, lidereando gavillas, espías como correos, entregando sus recursos a la causa, encargadas de suministros, sanadoras de los hombres caídos en la leva.
Estas ancestras, cuando eran capturadas fueron condenadas por el delito mayor de “seducción de la tropa” , pero también como reveladas de adicción a la insurgencia.
Visibilizar la presencia de las mujeres en la historia es imprescindible, sobre todo las que transgredieron el orden establecido y cuyo costo fue su propia vida o el encierro, según la clase social a la que pertenecieron. A las que murieron en el medio rural, con frecuencia sus cuerpos fueron expuestos, como escarmiento, en las plazas públicas por el ejército realista, el del rey.
Así lo expuso la maestra Angelica Noemi Juárez Pérez del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM).
Con la conferencia “Matria. Mujeres de la Patria”, Juárez Pérez se refirió a las mujeres del colectivo en la Independencia, las que no tienen nombre ni apellido. Señalo que generalmente se identifica a las cuatro mujeres inscritas con letras de oro en el Muro del Senado: Josefa Ortiz de Domínguez, Leona Vicario, Mariana Rodríguez del Toro de Lazarín y Gertrudis Bocanegra.
Las invisibles

La Coronela, Antonia Nava
La especialista explicó que la narrativa de la cultura nacional ha invisibilizado a las mujeres, sólo se conocen y resaltan los nombres de los nombres en las estampillas conmemorativas desde la conmemoración de los 100 años en 1910 ( muestra imagen) se ve a Miguel Hidalgo, a Agustín de Iturbide, Mariano Matamoros, Vicente Guerrero, José María y Morelos y una mujer pero vista como la historia, la patria. En otras estampillas conmemorativas aparecen a cuenta gotas a Josefa Ortiz de Domínguez y a Leona Vicario, las más conocidas.
Señala que se limita a ver la presencia de las mujeres de manera individualizada, pero lo más importante es saber que hicieron. Se cruzan varias interseccionalidades, las mujeres novohispanas como Leona Vicario una joven culta de posición económica que se comprometió con la lucha independentista, y había mujeres diversas que fueron madres, hijas, esposas, hermanas o líderes comunitarias y que, motivadas por causas ideológicas, se comprometieron con la causa insurgente hasta la última de las consecuencias.

Hay que pensarlas que muchas estaban trabajando en los comercios, en las calles, participando día a día sobre todo las del medio rural. Conocemos casi exclusivamente por lo que de ellas dijeron sus captores: militares realistas, autoridades eclesiásticas o letrados que controlaban los procesos judiciales a los que fueron sometidas.
Josefa Ortiz de Domínguez con la imagen de una matrona seria con chal, peinado de un chongo, era una mujer enérgica de 40 años ya con 14 hijos y en uno de los manuales escolares decía que Hidalgo se refería a ella como el cerebro.
En el caso de Leona Vicario pone en riesgo su comodidad y arriesga sus bienes. A los 21 años formaba parte de la sociedad de Los Guadalupes, sus miembros, en su mayoría criollos e indígenas, proveían recursos económicos, información estratégica y apoyo logístico a los líderes insurgentes como Ignacio López Rayón, actuando como una red de espionaje y difusión de propaganda para obtener la autonomía de la colonia.
A principio de 1813 uno de sus correos fue interceptado huyo pero fue localizada y puesta a disposición de las autoridades. Con tan sólo 24 años, dio muestra de su entereza, al no ceder ante los interrogatorios en donde la presionaron para que entregara a sus compañeros. Se casa con Andrés Quintana Roo se les condena al destierro en 1818, y hasta consumada la Independencia se les permite volver la Ciudad de México.
El 14 de marzo de 1831 Lucas Alamán, ministro del gobierno en turno, demeritó los merecimientos de Leona Vicario al acusarla de participar en la Independencia sólo por heroísmo romancesco. Ella replicó que las mujeres poseen independencia de acción: ¿Qué tiene de extraño ni de ridículo el que una mujer ame a su patria, y le preste los servicios que pueda para que a estos se les dé, por burla, el título de heroísmo romanesco?

Ella aseguró que “no solo el amor es el móvil de las acciones de las mujeres; que ellas son capaces de todos los entusiasmos, y que los deseos de la gloria y de la libertad de la patria, no les son unos sentimientos extraños”.
Señala que se van a encontrar más información en la compilación de 1910 de Genaro García, hace 100 años, de 56 documentos de testimonios de las mujeres.
Se les hacia un doble juicio por ser mujeres y participar en la insurgencia por ser malas mujeres al transgredir el papel que les correspondía pues eran juzgadas por usar pantalones y por seducir a los hombres para que se pasaran al bando insurgente.


Uno de estos casos fue el de Carmen Camacho, quien fue fusilada al ser encontrada culpable de traicionar al rey y, como se puede leer en su condena, luego de la ejecución su cuerpo se usó como escarmiento para otras mujeres.

Algunas comandaron tropas como Prisca Marquina, quien fue aprehendida en 1814 en Taxco. Según su captor se presentaba “en algunos puntos con sus charreteras y sable, llena de tanta vanidad y orgullo”. Otra mujer, sólo nombrada “la señora de Albino García”, quien es descrita “montada a caballo como hombre, con sable en la mano a la cabeza de la división de García, entraba la primera a los ataques, animando con su voz y ejemplo”. Otra fue Josefa Martínez fue detenida en 1817 en la región de Chalchicomula, hoy estado de Puebla; durante su juicio se hizo hincapié en que sus principales delitos fueron “portar pantalones”. La Capitana

«Tenemos a una mujer militar: Manuela Molina, ‘la Capitana’, grado que le otorgó la Suprema Junta de Zitácuaro. Otro ejemplo es Josefa Martínez, líder de una gavilla de varones en la zona del actual Veracruz»
Sin embargo, más allá de la participación directa de las mujeres y el castigo infringido por las autoridades realistas, hubo un sinnúmero de casos en que las mujeres fueron afectadas en su persona, su familia o en la dignidad con que serían tratados sus cuerpos.
Por lo general, la historia y los dispositivos de la memoria (materiales y actividades escolares, monumentos, trabajos literarios, entre muchos otros) privilegiaron a los hombres combatientes y a las mujeres urbanas, de clase acomodada, relativamente ajenas a los escenarios de guerra que culturalmente se estiman más cercanos a los hombres.
Considera la historiadora que hay reconocer la participación estratégica del plural de las mujeres en la insurgencia, pues han sido relegadas y excluidas de la historia nacional y de nuestra propia historia como mujeres.

La conferencia fue moderada por la doctora Ma. de Lourdes Alvarado de la Federación de Mujeres Universitarias.