Elvira Hernández Carballido
Ma Hnini, Ma Mbüi Ne Ma Ndüi
SemMéxico, Pachuca, Hidalgo, 18 de junio, 2025.-La dulce, pero potente voz de Karina Calixto Valentín resuena con tal fuerza en la sala de exposiciones que nos atrapa de inmediato. Adoro escucharla hablar en Otomí, en su variante Ñuhu (Otomí de la Sierra). Al traducir esa frase con la que inició su discurso, cada palabra nos llega al corazón:
“Mi pueblo, mi orgullo y mi raíz”
Originaria de Tenango de Doria, Hidalgo, viste con fina estampa la ropa tradicional de su comunidad. Una trenza color noche parece jugar con los listones que la envuelven. El destello de sus ojos delata por qué ha decidido dedicarse a la fotografía, en ellos brillan la honestidad más transparente, el amor por la vida y una auténtica identidad de pertenencia a la región Otomí-Tepehua. Un bello cartel a la entrada de su exposición muestra quién es ella:
Karina Calixto Valentín, Licenciada en Diseño Gráfico, egresada de la Escuela Superior de Actopan, de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, presenta una serie de 12 fotografías que representan la cotidianidad y realismo de nuestras comunidades y su gente, sin dejar de lado la gran riqueza cultural y natural que las componen, dándole un nuevo aire y significado que haga que sea importante para los demás.
El antiguo edificio de Abasolo, hoy Centro Cultural La Garza, ubicado en el centro de la Bellairosa, Pachuca, Hidalgo, se embelesa con estas imágenes que atrapan, más que un momento, en ellas hay alma y espíritu gracias a esa mirada generosa y sensible que la fotógrafa posee. Los rostros desconocidos que atisbamos en las imágenes se ganan nuestro cariño justo en el momento de descubrirlos y todo por la forma delicada en que fueron captados delatando su esencia humana. En tanto, las fotos de los paisajes parecen escenarios bordados que un sonriente arcoíris puede envidiar. Apenas en su tercera década de vida, Karina ya es un referente de la fotografía de nuestra región y del país.
Esta vocación ya vivía en ella, su mamá nos confío que cuando su hija era una niña ya mostraba interés por captar todo lo que la rodeaba, desde las viejitas bordando a la entrada de sus casas hasta la neblina que viste de cielo gris a su comunidad.
“Mis fotografías son pequeñas huellas que han ido marcando el recorrido por diferentes lugares, donde con orgullo plasmo mis raíces y lo comparto a través de mi lengua”, inspirando a nuevas generaciones y al mundo en general al valorar y preservar la herencia y recuerdo de nuestros ancestros, nuestro origen.
El viernes 13 de junio se llevó a cabo la inauguración y cada una de las doce fotografías que la componen fueron descritas por su autora. Así, Karina acaricia las manos que captó bordando una blanca blusa con hilos azules, manos marcadas con venas de sabiduría, arrugas con memoria eterna. Las puntadas conocidas como “jāri» o pepenado forman un paisaje de jeroglíficos admirables.
Atrapó con total nitidez el fenómeno natural que ocurre en su región llamado mar de nubes, la espuma blanca que corona al pueblo permite confundir el cielo con el océano más inmenso. Describe a su poblado con un tono tan cariñoso que conmueve profundamente Poco a poco, el paisaje es mucho más que niebla, montañas, colores y casonas, puede palparse el amanecer, la forma de despertar de sus habitantes, el aroma del pan y el cantar de los gallos. La alegría de una región donde no hay prisa ni tráfico, solamente el júbilo de recibir un día más.
Cada foto parece formar parte de un álbum familiar, los rostros se vuelven conocidos y cercanos. Puede reflejarse en la imagen a una pionera del bordado que caracteriza a Tenango de Doria y palpar su pasión por la aguja e hilo. No es necesario ninguna pose, Karina logra fotografiar a cada habitante de manera tan natural que es sencillo identificarse con ese rostro bondadoso, con ese cabello lleno de canas o esa sonrisa de luna. Nos cuenta que, para no perder la tradición de lucir sus vestimentas heredadas por sus abuelas, cada lunes en la escuela de la entidad motivan a cada niña y niño a lucir faldas de manta originaria de la región, blusas que forman flores de puntadas perfectas y rebozos bordados por manos mágicas, por eso no pierde oportunidad de captarlos, mostrándoles que no hay nada más esplendoroso que un pueblo luzca su ropa tradicional.
Pueden admirarse también fotos de sus rituales y de sus fiestas, veladoras que se confunden con luciérnagas y bailes que permiten escuchar el sonido de los violines, aunque la imagen esté fija. Cada personaje retratado tiene nombre e historia, reciben el regalo de la fotografía y se emocionan al saber que forman parte de cada exposición donde la joven artista comparte todo lo que su mirada atrapa. Karina Calixto Valentín termina el recorrido repitiendo nuevamente:
Ma Hnini, Ma Mbüi, Ne Ma Ndüi
Y sabemos que lo dice de corazón porque en cada foto está el pueblo que ama, el orgullo de la sangre indígena que corre por sus venas y en cada imagen crecen como raíces eternas su identidad.
“Mi pueblo, mi orgullo y mi raíz”
La exposición estará abierta hasta el 3 de agosto en el vestíbulo de la Sala “Dr. J. Pilar Licona Olvera”, del Centro Cultural Universitario “La Garza”, Abasolo 600, centro histórico de la ciudad de Pachuca, Hidalgo. No se la pierdan. Los horarios son: Lunes a viernes de 8:00 a 20:00 hrs. Sábados y domingos de 9:00 a 16:00 hrs.