Elvira Hernández Carballido
Tranquila y pacificadora
Pero al mismo tiempo irreverente y revolucionaria
Feliz e infeliz, realista y soñadora,
Sumisa por condición más independiente por opinión,
porque soy mujer con todas las incoherencias que nacen en mí
Fuerte, sexo débil
SemMéxico, Pachuca, Hidalgo, 14 de mayo, 2025.- Durante 1982 las estaciones de radio comercial empezaron a transmitir la voz de Lupita D’Alessio recitando este fragmento de la canción titulada “Mudanzas”, escrita por Sergio Antonio Sa De Albuquerque y Vanusa Santos Flores, traducida del portugués al español por Carlos Reynoso, futbolista y en ese tiempo pareja de la cantante. Fue él quien la convenció de que debería grabarla porque ella estaba rompiendo con muchas cuestiones: se había divorciado, peleaba por la custodia de sus hijos, se había vuelto a enamorar, hablaba de ella misma con libertad y sin prejuicios. Al poco tiempo la melodía no solamente fue un éxito, muchas mujeres la tomaron como estandarte, se desgarraban la garganta al cantarla y levantaban el puño sintiéndose seguras e inspiradas.
En esa misma década de los 80s yo estudiaba en el CCH Sur y mi profesora de la asignatura de Ética filtraba de manera clandestina aspectos del feminismo, nos invitaba a leer Fem y a Simone de Beauvoir. Fue así como aprendí a rechazar estereotipos y a cuestionar los roles que nos asignaban. Se fortalecía en mí la certeza de que estudiaría en la universidad porque quería ser independiente. Adolescente atrevida, me arriesgaba a explorar mi sexualidad con el chico que me gustaba, no quería ser una madres joven y sí una profesionista libre. Desde mi ingenua perspectiva, las canciones de Lupita parecían acercarme a esa utopía.
Estas evocaciones llegan a mí después de escuchar el concierto de D’Alessio en el zócalo capitalino este 10 de mayo. Cuántas canciones memoricé de ella creyéndome osada y transgresora. Cuántas de sus canciones me pusieron en alerta ante lo que hoy llaman amor romántico. Letras que me orientaron para quererme más a mí que al galán en turno, a llorar y alejarme de un desamor o disfrutar de mi cuerpo sin ningún arrepentimiento.
Recuerdo que en esa época que en alguna noche de parranda con mis amigas poníamos los discos de Lupita. Si en alguna fiesta estaba cerca el tipo que se había portado como un patán con alguna de nosotras, le entonábamos con el alma: “Ese hombre que tú ves ahí es un payaso, falso, enano, rencoroso, pocas veces cariñoso, inseguro de sí mismo, soportable como amigo, insufrible como amor”. Resultaba tan fácil alejarse de los cuates mala onda entonando las letras en voz de Lupita: “Que ganas de no verte nunca más y ser valiente, hacerme de coraje y escapar por esa puerta”. Delatar a todo pulmón el gozo femenino sin culpas: “Acaríciame y qué importa que no sepa ni tu nombre, pues mañana puede ser quizá otro hombre el que esté en mi lecho haciéndome el amor”. Hablar directo para decir que ya “me cansé de fingir porque no siento nada al hacerlo contigo”.
Yo la había escuchado cuando triunfó con “Mi corazón es un gitano” o como la voz de la canción de la telenovela “Mundo de Juguete”. Sin embargo, Lupita D’Alessio llegó a conquistarme cuando en 1978 interpretó la composición de Lolita de la Colina, “Como tú”. La balada era totalmente diferente a todas las que habían ganado el popular festival de la canción llamado de la OTI, donde los compositores se esforzaban más por escribir melodías con mensajes esperanzadores por un mundo mejor. En esta ocasión, la autora optó por una canción de amor, pero intensa, apasionada, con destellos de sensualidad, de tormento amoroso y de confianza en la posibilidad de enamorarse otra vez. La compositora es comprendida por su intérprete y la voz de Lupita canta a la imposibilidad del amor eterno porque acepta que siempre se puede volver a amar. La canción es una visión optimista, pero al mismo tiempo clara del amor y sus posibilidades, desde el reclamo hasta la recuperación amorosa.
Como tú, por el contacto de otra piel
Aprendí que quien ama de veras no es infiel
Como tú sé que necesitaba fracasar
Para luego como tú saber amar
Este triunfo fue idóneo para una complicidad musical: Lolita de la Colina y Lupita D’ Alessio. Ambas provocaron a los públicos de los 80s. La intérprete aceptó el juego del desafío, de la palabra femenina relacionada con el deseo y la pasión, a ser la voz de la mujer que ahora decide abandonar o juzgar al hombre que amó. De esta forma, surgieron las letras retadoras, fuertes, directas y atrevidas como “Punto y Coma”, “Ya no regreso contigo” o “Aquí estoy yo”.
Algunos críticos cuestionaron este discurso musical, les resultaba agresivo y no provocador, vulgar y no sensual, revanchista y no crítico. Sin embargo, para el público femenino simbolizó una forma de expresar cierto dolor y resentimiento, pero también la posibilidad de declarar de frente el desamor ante alguien que se amó pero que ahora decepciona y se rechaza. Por primera vez, en voz de una mujer y por inspiración de otra mujer, ellas se atrevían a decir No a un hombre, sin miedo lo confrontaban dispuestas a dejarlo si no había amor. Lo pude advertir cuando se estrenó el filme “Mentiras” (1986), protagonizado por D’Alessio. En el cine, las mujeres gritaban y cantaban a coro con ella. Aplaudían entusiasmadas cuando confrontaba al galán de la historia que la engañó y levantaban el puño al cantar “Mundanzas”.
Fue así como Lupita en esa época fue una voz que para muchas de nosotras representó la nuestra, lo que deseábamos decir al hombre no amado, al amante deseado y gozoso, a nosotras mismas para decidir nuestro destino, para querer y para dejar de querer. Libre, independiente y decidida, fueron las pautas que seguí en las canciones de Lupita D’Alessio durante mi juventud. Por eso hoy, al terminar su concierto en el Zócalo, pongo mis viejos discos, imitó sus gestos, me miro al espejo y canto decidida:
Hoy voy a cambiar
Sacar a luz mi coraje
Entregarme a lo que creo
Y ser siempre yo, sin miedo
