Elvira Hernández Carballido
SemMéxico, Pachuca, Hidalgo, 21 de mayo, 2025.- “Entonces, que lo personal es político no se trata de ventilar la vida privada de manera arbitraria, sino de comprender las causas de la opresión y situar la experiencia de las mujeres de manera histórica, social, política, económica, cultural… Es, como ya señaló la extraordinaria filósofa Celia Amorós, “pasar de la anécdota a la categoría” (de análisis)…”
Siempre que leo a Raquel Ramírez Salgado puedo escucharla, su voz nunca deja de surgir desde el fondo del corazón con latidos apasionados. Un tono amoroso la delata de tal manera que provoca quererla de inmediato. Su discurso jamás pierde la entonación de denuncia, esa tonalidad que debe tener todo compromiso feminista honesto y urgente.
La conocí cuando entró a tomar clases conmigo en la maestría de comunicación en la UNAM, desde entonces surgió un buen cariño entre nosotras. En esas sesiones lo personal y lo político acompañaban constantemente sus participaciones al compartir una lectura o al exponer un tema. Analizaba los medios de comunicación desde la perspectiva de género con total naturalidad, por ello decidió hacer una tesis donde exploraba la representación del amor como mecanismo de opresión en una telenovela de moda. Es así como en sus conclusiones, señaló:
“¿Las Aparicio necesitan a su media naranja? No, no la necesitan, pero ellas aún no están tan seguras y siguen experimentado la violencia de género en sus relaciones amorosas ¿Las sincréticas necesitamos a nuestra media naranja? No, no la necesitamos, lo que precisamos, dice Marcela Lagarde, es crear vínculos con hombres y mujeres y no dependencias que nos colocan en opresión y sufrimiento.”
Afortunadamente durante el posgrado creamos un vínculo amoroso que hasta ahora sigue inquebrantable pese a la distancia o el tiempo en que no hemos podido vernos. Más que maestra-alumna, nos fuimos convirtiendo en amigas, en aliadas querendonas, en cómplices de vida. Cuando volvemos a reencontrarnos es tan sencillo ponernos al tanto de nuestras vidas como si nos hubiéramos visto ayer o durmiéramos juntas. Sabemos que un “me gusta” accionado en nuestro Facebook es un guiño eterno de sororidad sin adjetivos.
Participé con mucho orgullo en la Escuela Feminista de la Comunicación que ella fundó, espacio donde decenas de chavas aprendieron a criticar contenidos conservadores, a crear mensajes que sacudieran prejuicios sexistas o erradicaran estereotipos y a convertirse en creadoras de contenidos que nos hicieran visibles con toda nuestra fuerza de mujeres que creemos en nosotras mismas.
Pude acompañarla en el proceso de su tesis de doctorado, una investigación que yo consulto mucho porque fortalece mi optimismo ya que contiene una propuesta de educación para los medios con perspectiva de género feminista. En ningún otro texto he encontrado el significado del término empoderamiento explicado con total sencillez y argumentos bien construidos.
“El empoderamiento de las mujeres no es una decisión individual, nada basado en el consumismo va a “empoderarnos”. El empoderamiento no es comprar ropa, maquillaje, zapatos o ir a un spa. El empoderamiento tampoco supone el revanchismo contra quienes durante siglos han detentado el poder, pero no el poder como acción transformadora, sino como un mecanismo de dominación. El empoderamiento es aprender a pensar colectivamente, y más aún, es aprender a pensar comunitariamente, lograr consensos y crear códigos comunes de ética, cuidado y autocuidados.”
Cuando charlas con Raquel puede distraerte por un instante el piercing de su nariz, pero de inmediato te atrapa su mirada sincera detrás de esos anteojos de grueso armazón. Su cabello tiene un brillo de luna que provoca querer volar juntas “a las dos de la mañana, ay, mamá” y despeinarnos porque forzamos al viento soplar a nuestro favor. Creo en sus hechizos de bruja buena y en su magia de alquimista solidaria. Sin pensarlo recomiendo cada curso que imparte: “La construcción de relaciones entre hermanas desde el feminismo”, “Masculinidad, amor romántico y violencia feminicida”, “La construcción de la soledad y la autonomía de las mujeres”, entre muchos más.
Ha moderado con gran cariño varias presentaciones de libros donde soy la protagonista, además de que ha aceptado colaborar en obras que he coordinado. Adoro su maternazgo gatuno y perruno. Yo he ejercido mi maternidad académica si ella me busca y la refugio entre mis brazos.
Me gusta seguirla en Facebook, aunque creo que no imagina la fuerza que me dan todas las reflexiones que pega en su muro:
“Pues, bien, quiero compartirles mi posicionamiento personal y político sobre las mujeres y el conocimiento. Primero, ni yo ni ninguna mujer tenemos que disculparnos por haber estudiado, porque históricamente nos excluyeron de los espacios educativos. Es un triunfo colectivo. No tengo por qué avergonzarme por ser inteligente y saber. Repito: soy inteligente y he estudiado mucho, y sigo día con día leyendo, reflexionando, estudiando. Aquí meteré un elemento medio problemático por la fuente, pero, diría María Félix: no me siento, soy. Compañeras, amigas, colegas, nunca agachen la cabeza por su inteligencia y talento. Por otro lado, es un doble triunfo que las hijas de las obreras estudiemos, así que, hagan a un lado su misoginia y clasismo. Siempre nos están recordando que no «merecemos» estar, pero les tengo malas noticias, las hijas de las trabajadoras, de las olvidadas, de las invisibilizadas aquí estamos y resistimos…”
Gracias Raquel Ramírez Salgado por demostrarme que hay amigas que se quedan a vivir indefinidamente en nuestro corazón, lejos o cerca, aquí y allá, disfrutando nuestros cielos y ayudándonos a gozar algún infierno. ¡Feliz cumpleaños!