Dio la idea a José Vasconcelos de que hubiera desayunos escolares y fue una importante maestra y diplomática/ Foto: Patricia Carrasco / La Prensa
Fue ella quien bautizó como misiones culturales, reconocido sólo a José Vasconcelos
La tumba abandonada un espacio sin lápida, sin nombre, sin recuerdo fue hallada un noviembre : Leticia Bonifaz
Durante este homenaje se leyeron párrafos del tomo primero de las memorias de la maestra: Los males deben curarse radicalmente y eso sólo la educación puede lograrlo.
Patricia Carrasco y Sara Lovera; fotos de Adrián Vázquez
SemMéxico/La Prensa, 15 de mayo, 2025.- Una lápida ya cubre la tumba que reposó sin nombre, durante 50 años, en reconocimiento a la gran labor que realizó la maestra Elena Torres Cuéllar, educadora y diplomática que le dio la idea al ministro de la Educación, José Vasconcelos de que hubiera desayunos escolares y misiones culturales.
En panteón Xoco, en un mármol gris, se escribió “mujer comprometida con la educación y los derechos de la mujer. “Por sus contribuciones a la Fundación de la Unesco. “Los males deben curarse radicalmente y eso sólo la educación puede lograrlo. “Asociación del Servicio Exterior Mexicano A.C”.
En un homenaje a su legado en la educación rural, la plataforma digital, Opinión 51, junto con la Asociación del Servicio Exterior Mexicano (ASEM), que preside el embajador David R. Nájera Rivas, construyeron y colocaron esta lápida en honor a Elena Torres Cuéllar, -mujer revolucionaria nacida en Guanajuato en 1893-, en el Campo Santo, la colocó Alonso Méndez del panteón Xoco.

Leticia Bonifaz, abogada, investigadora jurídica, ex representante de México en Derechos Humanos, de la ONU, encabezó el homenaje, destacó la importancia de reivindicar las aportaciones de las mujeres en la historia de México, visibilizar su labor y simplemente reconocerlas es una necesidad urgente en el feminismo.
Anunció que este espacio quedará abierto para venir a recordar a Elena, para recordar a otras y para que sea claro que las personas no mueren, dejan su legado y su obra que abona al conocimiento. En el rescate de la tumba ninguna autoridad participó: la ASEM fue la que donó la lápida. Este día no estuvo invitada ninguna autoridad y ninguna llegó a pesar de los anuncios en redes sociales.
Pero la Sep difundió #MujeresEnLaHistoria. Elena Torres Cuéllar fue pionera de la educación postrevolucionaria, feminista y revolucionaria incansable. Impulsó la justicia social desde las aulas y las políticas públicas. Como ella, miles de mujeres transformaron al país con las Misiones Culturales.

“Hasta este 15 de mayo del 2025, la historia le hace justicia a Elena Torres Cuéllar, una aguerrida revolucionaria mexicana, educadora, escritora y feminista progresista que participó en el Primer Congreso Feminista de Yucatán, en 1916 y fue integrante del nacimiento de la UNESCO.
Por años, Bonifaz, abogada se dedicó a recopilar las vidas de mujeres diplomáticas mexicanas como Torres Cuéllar, quienes fueron borradas e invisibilizadas en la historia de México.
Los niños que llegan sin desayunar, nunca van a poder aprender Elena Torres Cuéllar

En el cementerio, mujeres feministas, luchadoras sociales, periodistas y conductoras leyeron varios párrafos de las memorias de la maestra, tomo 1, donde se recatan pasajes autobiográficos sustantivos: empodera por su abuelo, su niñez donde adquirió responsabilidad, las acciones misóginas de Jaime Torres Bodet o José Vasconcelos.
Elena Escribió: “ Nunca tuve verdadero deseo de casarme y no habiendo formado una familia por voluntad propia, era natural que los cariños familiares no se transfirieran y que mi sentido de solidaridad y responsabilidad recayera directamente sobre mi madre y mis hermanos.”
A esta mujer hay que reconocerla como la fundadora de lo que puede denominarse el desarrollo de la escuela rural en México, dijo Leticia Bonifaz ; cómo esa responsabilidad adquirida en su infancia la lleva a ser la primera mujer mexicana que participa en la fundación de la UNESCO; igual se le reconoce su tarea por los derechos de la mujer; cómo pensó que la escuela no es para adoctrinar, sino para que cómo dice su epitafio “Los males deben curarse radicalmente y eso sólo la educación puede lograrlo.
Se deben reconocer Los aportes de las mujeres pioneras en la diplomacia en México y el mundo, así como los retos a los que se tuvieron que enfrentar. Entre ellas se encuentra Elena Torres Cuéllar, a quien Leticia Bonifaz comenzó a investigar después de estudiar la evolución de los derechos políticos en México.
“Los niños que llegan sin desayunar, nunca van a poder aprender”, decía Elena Torres Cuéllar, una mujer nacida en el año de 1893 en Mineral de Mellado, Guanajuato, lugar en el que se desempeñó como maestra rural, indica su biografía.

Elena Torres Cuéllar fue una mujer revolucionaria, pero también una niña con ambiciones que inició sus estudios en la Escuela Normal de Guanajuato.
Se graduó en 1912 y comenzó a trabajar como profesora con un método de enseñanza socialista, en oposición a la escuela católica de la época, relató Leticia Bonifaz.
Por su conocimiento y considerada la persona más sabia en el área de la educación rural en Latinoamérica, Cuéllar llegó a ser asesora de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en la década de 1950, expuso una de las oradoras en Xoco.
Otra de ellas señaló, “tuvo problemas con Jaime Torres Bodet, entonces Director General de la Unesco, en algún momento, con Vasconcelos porque ella iba con lo suyo hacia delante y no la paraba nadie y eso no les gustaba. Era muy irreverente”, indicó Leticia Bonifaz.
Durante su carrera como y una mujer feminista, Elena Torres Cuéllar se enfrentó al machismo de la época, pues en ese tiempo el mismo director de la Unesco no reconoció sus aportes y potencial, lo que la relegó a un papel incógnito, detrás de la historia.
Torres Cuéllar participó como parte del Consejo Feminista Mexicano en la convención de la Liga de Mujeres Sufragistas, que se realizó en Baltimore, Estados Unidos, en 1922 y organizó la Primera Convención Nacional de Mujeres en 1923, donde fungió como mediadora en la resolución del conflicto entre las posiciones conservadoras y las feministas radicales de Yucatán.

La soprano Claudia Montiel homenajea con su voz esta celebración
Buscando a Elena: testimonio de Leticia Bonifaz
Llevo ya varios años rescatando del olvido a mujeres que de algún modo estuvieron ligadas con el oficio diplomático. Eso ha implicado buscar en archivos, leer diarios, cartas, encontrar actas de nacimiento y defunción y también visitar panteones.
David Olvera fue a buscar al panteón de San Joaquín la tumba de Palma Guillén, la primera ministra plenipotenciaria que tuvo México. El reporte fue el siguiente desde el panteón de San Joaquín: “Hallé la tumba destrozada, en ruinas, olvidada, anónima, pero gloriosa a la vez” En la fotografía que me envió se ve una frondosa y saludable palma que extiende su fronda cubriendo más allá de la tumba de la otra Palma.
Antes, habíamos ido al panteón de Dolores a la capilla de Matías Romero y su esposa, la estadounidense Lucrecia Allen.
El 4 de noviembre, en el aniversario del nacimiento de la UNESCO, publiqué en El Universal un artículo en donde narré la participación que la guanajuatense Elena Torres Cuéllar tuvo en los trabajos preparatorios de ese órgano de las Naciones Unidas.
Después de un intercambio de información con la doctora e historiadora feminista Gabriela Cano, me dijo que tenía el acta de defunción de Elena Torres y que sus restos estaban en el panteón de Xoco en Coyoacán. Si el sábado tienes tiempo, vamos a buscar la tumba, me dijo. Quedamos de vernos en la Cineteca. Yo llegué por la calle de Mayorazgo y me estacioné frente a la barda graffiteada del panteón.
Llegamos a la administración con los datos del acta de defunción. En la pared están las fotografías del encargado, de los auxiliares, de los diez sepultureros y de cuatro voluntarios. Sobre el escritorio hay una máquina de escribir eléctrica de los años 70, justo de la época en que falleció Elena Torres.
El encargado, Fernando Santaella, pasó al cuarto anexo, sacó unas tarjetas escritas a mano y me entregó un papel con los datos que íbamos a dar a Don Santiago Méndez el sepulturero que estaba de turno. Lo encontramos a mitad del cementerio, le entregamos el papel y, caminando con dificultad, se dirigió hacia la fila uno donde deberíamos encontrar a Elena.
No tuvimos suerte en la primera vuelta, a pesar de que mis ojos y los de Gabriela iban leyendo los nombres de cada una de las lápidas. ¡Tal vez los datos que les dieron están mal! nos dijo. Otra persona llegó a apoyarlo y por radio corroboró la información que nos habían dado. En tanto, Don Santiago limpiaba los nombres de algunas tumbas olvidadas. Retiraba el óxido con los dedos, pero no aparecía Elena.
Por fin, no Don Santiago, sino Jesús, el muchacho más joven, nos dijo: ¡Aquí está! Ya habíamos pasado por ahí y no habíamos visto el hueco. Yo me había detenido a leer una lápida pequeña que decía: “Niña, Juanita, te fuiste al cielo y dejas a tus padres llorando. Mayo 13 de 1939.”
Y pues, junto a la niña Juanita hay un espacio de terraplén, apenas delimitado por unos ladrillos, que corresponde al lugar donde está sepultada la maestra Elena Torres, gloria de la educación nacional de la primera mitad del siglo XX. Solo el diseño el esquema de desayunos escolares en la época de Vasconcelos le valdría un reconocimiento permanente.
Habíamos pensado que la tumba iba a estar abandonada porque Elena no tuvo descendientes, pero jamás imaginamos encontrar un espacio sin lápida, sin nombre, sin recuerdo.