El libro sigue teniendo gran influencia en la forma en que entendemos aquel suceso oscuro para la historia del país
Redacción
SenMéxico/El Sol de México, 8 octubre 2025.-En su apartado del libro “Parte de Guerra”, que escribió en 1999 a cuatro manos con el periodista Julio Scherer, Carlos Monsiváis dijo: “La noche de Tlatelolco”, de Elena Poniatowska, no (es) el único libro sobre el 68, pero sí, y comprobadamente, el de más perdurable resonancia”.
Sus palabras se reafirman no sólo porque cada 2 de octubre el libro de Poniatowska es evocación obligada de notas conmemorativas, sino porque una vez más ha servido en parte de la inspiración para una obra cinematográfica.
Mientras en 1990, el libro fue citado textualmente en varios diálogos de “La noche de Tlatelolco”, de Jorge Fons, la película “No nos moverán”, ópera prima de Pierre Saint-Martin, se inspira en parte en una de las fotografías que aparecen en la carátula. Esta película representará a México en los premios Goya y los Oscar.
Las razones de esta constante resonancia del libro —que probablemente sea la publicación más reeditada de la historia del país, según la Enciclopedia de la Literatura Mexicana— son recurrentes: La capacidad de hacer de la historia vida íntima, como decía Monsiváis, por la gran cantidad de testimonios recogidos y su capacidad de dar orden al caos de lo que fue el movimiento estudiantil y su despiadada represión.
Entre sus páginas hay consignas que los estudiantes coreaban en las manifestaciones; reproducciones de los textos de pancartas como “Libros sí, granaderos no”; críticas al Consejo Nacional de Huelga dentro del mismo movimiento; padres preocupados por sus hijos; artistas haciendo performances; titulares espurios que encubrieron la masacre.
Y a todo esto, ¿qué fue lo que impulsó a Elena Poniatowska a escribir ese libro? En los últimos días se ha vuelto viral un fragmento de una entrevista que el periodista Ricardo Rocha sostuvo con la autora en 1981, en la que admite: “Yo no estuve en Tlatelolco el día 2 de octubre, pero tuve muchos amigos que sí estuvieron y en la noche me vinieron a ver. Eran principalmente mujeres, recuerdo especialmente a María Luisa Martín Medrano. Yo pensaba que estaba histérica, que me estaba contando mentiras. Y le dije, ‘a ver vamos’ y entonces fuimos a Tlatelolco.
“No había agua, estaban los tanques, las flores pisoteadas en todos los camellones, sangre embarrada en la pared, montonal de zapatos tirados y soldados que le hablaban a su familia […] un estado de guerra. Fue a raíz que empecé a ir a Lecumberri, donde estaban todos los líderes de los 68 presos y empecé a ver a las madres de familia”.
En el video se le pregunta constantemente las razones de su escritura, si es por las ganas de cambiar el país o si con la intención de trascender, a lo que ella contesta: “Lo único que pretendo es estar contenta o, por lo menos de acuerdo conmigo misma de la misma forma que hay gente que sólo está bien consigo misma con el hecho de ir a correr a Chapultepec […]. A mí lo que me hace estar más o menos contenta conmigo misma, es escribir”. Con el tiempo, su obra sí que ha trascendido.