Eva disidente
Eva disidente
Isabel Custodio
SemMéxico, 11 octubre 2016.-El ruido produce en el cuerpo una sensación de estrés o de defensa ante un ataque externo, lo que provoca el vertido en sangre de ciertas sustancias como la adrenalina y cortisol .
La contaminación acústica evidencia una nueva dimensión de la contaminación producida por el tráfico, responsable del 80 % del ruido en una gran ciudad, añadiendo a los efectos en salud de la contaminación química tradicional la de este contaminante físico.
El desconocimiento de la población sobre las implicaciones del ruido en la salud es uno de los principales problemas con los que nos encontramos a la hora de reducir los niveles de ruido, por lo que se hacen necesarias campañas de sensibilización sobre la incidencia del ruido en la salud.
Se ha analizado el impacto que el ruido tiene sobre variable relacionadas con el parto, como un aumento de prematuros, bajo peso al nacer e incluso mortalidad fetal. También se ha constatado la incidencia del ruido en los ingresos hospitalarios urgentes tanto en población general como infantil.
Otros estudios realizados en el norte de Europa, relacionan el ruido con ansiedad y depresión e incluso obesidad. Lejos de ser problemas banales, entre las relaciones con el ruido en ambiente laboral se incluyen se incluyen variaciones en la presión arterial.
Se ha relacionado con la hipertensión e incluso se han establecido asociaciones entre los niveles del ruido en el ambiente laboral y un aumento del riesgo de sufrir patologías cardiovasculares más graves como ictus, infartos y, por tanto, un aumento de riesgo de la mortalidad por estas causas.
Las últimas investigaciones se extendieron a la totalidad de los habitantes de la gran ciudad. El problema pasó así de ser un problema laboral a ser un problema ambiental, y, por lo tanto, de ser un problema de salud pública.
Lo que provocó que recientemente se hayan realizado una serie de estudios pioneros. En esos trabajos se relaciona el ruido ambiente de tráfico en la capital con un aumento de la mortalidad en el grupo de mayores de 65 años por causas circulatorias, respiratorias e incluso diabetes, destacando que el número de muertos anuales atribuibles al ruido en ese grupo es similar e independiente al producido por la partículas emitidas por los vehículos.