- La iniciativa resume en su nombre el impulso, la resiliencia y la voluntad de su promotora
- A falta de aula, la primera clase la impartieron debajo de una mata de mango, a 42 mujeres en reclusión
Sara Más
SemMéxico/SEMlac, La Habana, 29 de septiembre, 2025.- Abrir puertas en los muros, sembrar confianza, iluminar los caminos invisibles y construir puentes entre ideas y hechos son algunas de las propuestas de DoyDas, un proyecto de mentoría para emprendimientos que acaba de abrir sus puertas en La Habana.
Su creadora es Sara Ida Hernández Valdés, una cubana que acaba de cumplir 59 de años el 20 de septiembre y ese mismo día, por puro azar y en doble celebración, festejó junto a colegas, amistades, alumnos y seguidores su día de nacimiento y los cinco años de «Yo puedo emprender», un proyecto de formación de capacidades para ese fin.
Fundado en los días duros de la covid-19, bajo la difícil combinación de una pandemia devastadora y una prisión para mujeres en La Habana, esa iniciativa resume en su nombre el impulso, la resiliencia y la voluntad de su promotora, jurista de profesión, profesora por vocación y mentora por elección; pero, sobre todo, inspiración para muchas otras mujeres.
«No he llegado hasta aquí por casualidad; tengo una historia complicada, que no niego jamás. No expongo mis defectos, ni enarbolo mis virtudes. No grito mis fracasos, pero disfruto cada pequeño logro como si fuera el más importante», suscribe Sara Ida en Facebook, a modo de presentación.
Crecer en red
Ofrecer herramientas a las reclusas para que salieran de prisión con mejores condiciones y preparación a la hora de reinsertarse en la sociedad fue el propósito inicial de este proyecto.
«Estábamos en plena pandemia, ya sabíamos que muchas mujeres no podrían emplearse en el sector estatal y los jueces de ejecución sugerían como nueva oportunidad de empleo el trabajo por cuenta propia; pero ¿cómo hacerlo?», recuerda Sara Ida a SEMlac.
Ella y otra interna se dieron a la tarea de diseñar y elaborar un programa de formación. A falta de aula, la primera clase la impartieron debajo de una mata de mango, a 42 mujeres. Luego se fueron organizando, tuvieron su propio local y hoy prosigue ese empeño que, a la vez, crece en diferentes barrios de La Habana, bajo el liderazgo de Sara Ida y abierto a todas las personas interesadas.
«Todavía tenemos el proyecto en la prisión. Ahora hay otra facilitadora y voy allá de vez en cuando, para llevarles materiales y actualización», comenta.
Más de 400 mujeres y hombres de los municipios capitalinos de La Lisa, San Miguel del Padrón, Diez de Octubre, Plaza y Cerro se han formado en sus talleres, como punto de partida y acompañamiento para crear sus propios negocios y emprendimientos.
Para ella tampoco ha sido fácil, reconoce. Creyó que sería un proyecto temporal y no saldría de los muros de la prisión, confiesa. «Porque es muy complicado cuando llegas con una propuesta así, a la calle. La gente desconfía y lo primero que piensa es que no vas a cumplir, ni a someterte al control de ejecución de las autoridades», reflexiona.
Lo más difícil, reconoce, es «que la gente entienda que cuando se sale de una prisión eres tan persona como el que nunca ha ido; que lo entienda incluso la persona que, por ley, tiene la misión de reinsertarte a la sociedad».
Asistir al encuentro «Ellas emprenden«, en abril de 2022, y fundar allí junto a otras mujeres la red «Juntas emprendemos», a solo 42 días de iniciar su libertad condicional, le dio un vuelco a su existencia.
«Me uní a la Federación de Mujeres Cubanas y a la Red de Mujeres Emprendedoras el mismo día, por decirlo de alguna manera», precisa y agradece especialmente el apoyo que siempre encuentra en Anierka Fernández del Monte, integrante del Secretariado Nacional de la organización que la acogió como colega y profesora.
«Desde entonces empezamos a tejer una experiencia de colaboración, pero sobre todo de impulso y empoderamiento de las mujeres. Más que historias de éxitos, han sido cinco años de construir historias de crecimiento personal y desarrollo humano; de personas que quizás nunca se hubieran creído lo que eran capaces de ser y hacer».
En el camino recorrido, «a veces cuesta arriba, con obstáculos e incomprensiones, pero siempre con mucha voluntad», hace mención especial a la red cubana de mujeres emprendedoras, «una comunidad para que otras mujeres también crezcan», asegura.
«Las mujeres nos enfrentamos todos los días a sesgos machistas. Por tanto, vamos a promover todos los espacios donde podamos impulsar el emprendimiento femenino como punta de lanza de la autonomía económica de las mujeres».
Conjugar el verbo dar
Sin abandonar su espacio de profesora en «Yo puedo emprender», Sara Ida Hernández Valdés abre otro ciclo de vida con DoyDas, el nuevo emprendimiento de mentoría que anuncia y lidera.
«Es mi negocio, sí. Pero también es mi nueva forma de acompañar. Es un espacio de mentoría para emprendedores y emprendedoras, porque cada proceso se teje a mano, con tiempo, con escucha, con alma. No es fórmula. No es receta. Es relación. Es cuidado. Es comunidad», así lo explica.
Para nombrarlo, conjugó en primera y segunda persona el verbo dar. «DoyDas es dar y recibir, siempre con sentido y compromiso. La filosofía del `siempre dar´ asegura en la praxis el `siempre recibir´», sostiene.
Ella parte de haber encontrado un propósito hermoso en enseñar a emprender, en compartir saberes que no pudo usar en otros espacios. «Me encanta ver el crecimiento de quienes se empiezan a formar en mis talleres. Soy embajadora y promotora de sus negocios y sus marcas», añade.
A la vez, está consciente que el universo de los emprendimientos es un ecosistema complejo, plagado de incertidumbres, aprendizajes, voluntades y creatividad.
«En Cuba, por razones de diferente índole, el emprendimiento se torna complicado, comenzando porque es una novedad de poco más de treinta años, desde que se autorizaron las primeras licencias hasta hoy», suscribe.
Esta cubana, que se describe como auténtica, sin filtros y con muchas ganas de seguir construyendo su vida, sigue apostando por ayudar a otras personas a construir la suya.
No es una superwoman, aclara, pero no ha encontrado otro modo de actuar como «la mejor retribución a tanto cariño, impulso y apoyo que he recibido», afirma.
Ahora, tras cinco años en la formación de capacidades de emprendedores y emprendedoras y de recibir numerosas formaciones en línea, elige ser mentora por cuenta propia.
La mejor explicación de esa elección y lo que desea hacer está en sus propias palabras: «quienes asesoran dibujan el mapa y la ruta, quienes consultan sugieren la mejor manera de recorrerla. La diferencia es que quien mentorea sube al bote y rema parejo; si es un velero, ajusta las velas halando las cuerdas al mismo tiempo que el capitán y corrige el rumbo, desde su experiencia».
SEM-SEMlac/sm