- Suilan Estévez Velarde experta en IA considera que enseñar es ahora su misión más relevante
- Fundamental una mayor presencia de mujeres en la ciencia
Lisandra Fariñas
SemMéxico/SEMlac, La Habana, Cuba, 20 de enero, 2015.- Suilan Estévez Velarde, doctora en Ciencias de la Computación, está convencida de que es imprescindible aprovechar el momento de cambios que vive hoy el mundo para asegurar tecnologías sin sesgos de género, raciales o de otro tipo, que moldeen el futuro de las nuevas generaciones.
Profesora de la Universidad de La Habana y experta en Inteligencia Artificial (IA), asegura que es preciso preparar a estudiantes y futuros expertos en cuestiones de ética; enseñarles sobre sesgos para que puedan imprimir su propio sello en todo lo nuevo que se crea.
Apasionada por las Matemáticas, considera, igualmente, que es imprescindible instruir a la población sobre estos temas, el funcionamiento de estas tecnologías y qué ventajas y limitaciones tienen, «porque llegaron para quedarse y, realmente, empoderan de cierta forma; pero hay que saber usarlas», sostuvo.
No en balde considera que enseñar es ahora mismo su misión más relevante, pues puede despertar la creatividad que tanto ama en otras personas y mostrarles infinidad de posibilidades, así como también alertarles sobre los fenómenos de una tecnología que, si bien es novedosa hoy, terminará siendo básica.
La IA aprende de los documentos que tenemos en internet y de lo que estamos expuestos a leer todos los días; de ahí extrae los sesgos de género, raciales y de todo tipo que muchas personas advierten al usarlas, explicó a SEMlac.
«Una vez que usas una herramienta que contiene ese nivel de sesgo para predecir a quién le das, por ejemplo, el empleo, por supuesto que lo usará en tu contra», dijo y enfatizó en la necesidad de no permitir que se perpetúe ese comportamiento.
«Debemos poder evaluar esas herramientas; necesitamos transparencia en saber cómo funcionan; necesitamos que la población entienda que estos sesgos están ahí, en algunas de esas herramientas, y que no se los podemos quitar. Hay que entender qué limitaciones tienen y por dónde pueden venir», añadió.
Comentó que la IA no es la ciencia ficción de las películas y que la comunidad científica no está preocupada porque mañana se vuelva inteligente y domine a la humanidad, como se escucha muchas veces en las conversaciones de las personas en la calle.
Tenemos que entender las ventajas y la productividad que podrían darnos en todos los puestos de trabajo, lo que podemos hacer, que antes no era posible. De pronto, tenemos dispositivos con internet, con todo el conocimiento del mundo al alcance de una pregunta y por primera vez la interacción con la computadora no depende de aprender a programar, sino que es más inclusiva y pueden acceder a ella personas de la tercera edad, los niñostodo tipo de personas, remarcó.
Valoró que para Cuba son una oportunidad, incluso económica, de dar un salto tecnológico relevante a pesar de la crisis, pues muchas de estas tecnologías se utilizan para ahorrar y se venden muy bien en el mercado internacional.
«Estamos ante una oportunidad, que yo quisiera que aprovecháramos con el sello de la mujer en todos estos pasos. Estamos listas en Cuba para hacerlo, necesitamos participar en ese cambio y creo que ya lo estamos haciendo», afirmó.
Mujeres invisibles
La experta valoró como fundamental una mayor presencia de mujeres en la ciencia, un asunto que no es nuevo y está matizado por la discriminación estructural. Hay muchas mujeres en las Ciencias de la Computación, por ejemplo, pero no se visibilizan, explicó.
«Si yo pregunto ahora nombres de empresas y de personalidades, en IA -que está de moda-, estoy segura de que podrían decirme el nombre de un montón de hombres, pero de ninguna mujer; sin embargo, ahora mismo una de las personalidades más grandes de la ética en la inteligencia artificial, que es un tema súper discutido, es mujer», apuntó.
Mencionó que ellas también están presentes en cuestiones técnicas, algoritmos, lenguaje de programación
pero no se ven y, al faltar los ejemplos, también se carece de modelos a seguir desde las edades más tempranas, lo cual tiene un impacto en la decisión de muchas jóvenes de optar o no por estas carreras.
Significó que tanto Matemática como Ciencias de la Computación o Ciencia de Datos son profesiones con muchas posibilidades laborales y muy bien pagadas, «son carreras que te empoderan», porque brindan muchas herramientas que expanden las capacidades de las personas.
Pero, señaló, es preciso comenzar desde edades tempranas a estimular la inclinación por ellas, fundamentalmente en el caso de las niñas.
Existe la idea de que estas carreras son muy difíciles o que son especialidades masculinas y esto es resultado de los condicionamientos sociales, precisó Estévez Velarde, quien mencionó que la computación comenzó como una carrera con mayoría de mujeres, pero al volverse más exitosa se ha masculinizado.
«Es un fenómeno estudiado también en el mundo. A la vez que hay más competencia para entrar, más veces le dice la sociedad a las mujeres que no participen en la competencia», detalló.
A ello se añade el peso que tienen los mensajes negativos que reciben las mujeres desde la infancia, presentando el mundo de las ciencias como difícil, sacrificado y a veces hasta incompatible con el rol socialmente asignados de madres y esposas.
Hay sesgos hasta en la cantidad de tecnologías que tienen niñas y niños, cuántos tienen celulares, cuántos tienen computadoras; a cuántos les compran como juguetes una computadora y a cuántos una muñeca, o la cantidad de tiempo que invierten aprendiendo habilidades del hogar, explicó.
Para trabajar con niñas y motivarlas para las carreras de tecnologías en general, hay que hablarles también a los adultos que están en la casa y son sus patrones de referencia.
Estévez Velarde valoró como relevante la necesidad de propiciar actividades que vinculen a niños y niñas con las ciencias y que se conviertan en espacios de interacción, donde empleen herramientas de investigación y estimulen el pensamiento lógico.
Científicas bajo el reflector
Para la profesora universitaria, mostrar modelos de mujeres exitosas en el ámbito de las ciencias -y en particular en las tecnologías- también resulta clave para estimular el deseo de estudiar estas especialidades y dedicarse a estas profesiones.
¿Cuántas veces vemos en las novelas o en una serie a mujeres que les va bien como programadoras o como creadoras de videojuegos, o trabajando en inteligencia artificial?, cuestionó.
Hay que poner esos modelos bajo los reflectores para que las niñas y adolescentes se identifiquen y deseen llegar a esos espacios, enfatizó. En Cuba hay muchísimas mujeres en puestos de dirección en esta rama: la presidenta de la Unión de Informáticos, la ministra de Comunicaciones y directivas en empresas de software, entre otras, que no tienen la visibilidad que se requiere, «contra un internet muy permeado de figuras masculinas en la tecnología», reflexionó.
Estévez Velarde llamó la atención también sobre la maternidad y las redes de apoyo que se necesitan, tanto en el ámbito familiar como en el laboral, para que las científicas continúen con su labor.
La familia le pone un peso muy grande a las que deciden estudiar estas especialidades, pues muchas veces, incluso cuando ellas han sido mejores académicamente, le dan más relevancia al trabajo del esposo o la decisión de dónde trabajar se ve influenciada por el rol familiar que se supone deben desempeñar, acotó.
Consideró que este es un tema sobre el cual se puede incidir con diversas políticas, teniendo en cuenta que, si bien la decisión es personal, se pueden diseñar acciones que estimulen la presencia femenina en determinados espacios.
Abordó igualmente el impacto de estereotipos asociados a una imagen de las científicas como de apariencia descuidada o «poco femeninas», algo que en un mundo marcado por cánones de belleza estereotipados impacta en la visión que tienen las adolescentes sobre estas especialidades.
A las niñas hay que alentarlas y no dejar que las convenzan de que no pueden o de que es demasiado difícil, insistió Estévez Velarde.
«Si quiere se puede, y después que quieran y puedan, se van a sentir espectacular», dijo la experta, quien insistió en la necesidad de más exposición a modelos de éxito para estimular la presencia femenina en las ciencias.
«Habría que valorar dónde hace falta discriminación positiva y dónde no, porque la discriminación positiva es un mal necesario ahora mismo, pero yo no la quisiera a la larga. Yo quiero sentir que me lo gano por mí, no porque soy mujer; pero puede que en la actualidad sea necesario», reflexionó.