- Un hombre puede acercarse al universo femenino con naturalidad, nunca será como la perspectiva de una mujer
- El erotismo y el homoerotismo son elementos recurrentes en su obra
Lisandra Fariñas
SemMéxico/SEMlac, La Habana, 9 de junio 2025.- Dazra Novak es el seudónimo creado por la escritora cubana Mairely Ramón Delgado, una especie de alter ego con vida propia, mediante el cual expresa su yo más íntimo; sus dudas, experiencias y también su imaginación; las vidas que hubiera podido vivir y que, en realidad, vive a través de la literatura.
El nombre que escogió para firmar su obra, desde que comenzó a publicar, comparte su espacio y le permite a ella existir cómodamente en el anonimato, vivir día a día en su rincón tranquilo, mientras escudriña la sociedad y crea.
La esencia, sin embargo, es la misma; esa que trasciende en el diálogo con SEMlac y que habla de una mujer que intenta siempre estar lejos de los estereotipos, de las etiquetas. Por eso su universo femenino se muestra con naturalidad y en su obra el erotismo no busca atraer lectores, sino que existe como parte inseparable de la condición humana.
«Hablar de lo femenino desde la mujer que soy, creo que ofrece la posibilidad a los lectores de conocer desde adentro la realidad de las mujeres, sin pasar por los estereotipos», comenta la actual presidenta de la Asociación de Escritores de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac).
Considera que, si bien un hombre puede acercarse al universo femenino con naturalidad, nunca será como la perspectiva de una mujer. Lamentablemente, muchas veces esos acercamientos se realizan desde «lo escandaloso», marcando siempre la diferencia entre lo femenino y lo masculino, cuando muchas mujeres no viven de esa manera, afirma.
La también asesora principal del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, en La Habana, asume los obstáculos que la sociedad le pone como un desafío, sin colocar la mirada en si el reto es mayor por ser mujer, pues afirma que nunca se pone a sí misma en una posición de desventaja.
Dazra Novak, quien dice haber llegado a la literatura y la escritura «por accidente», se inspira en las personas a su alrededor y en lo que les sucede, establece un diálogo constante y empieza a cuestionar por qué sucede algo o por qué la gente reacciona de una determinada manera.
Es en ese cuestionamiento donde la escritora que la habita empieza a elucubrar historias, «siempre desde lo contemporáneo, siempre atravesando las problemáticas de nuestra sociedad (…), siempre desde Cuba».
Así ha sido desde que, de la mano del escritor y profesor Eduardo Heras León, el curso de técnicas narrativas del Centro Onelio Jorge Cardoso le abrió las puertas a la magia de la literatura y le brindó la confianza para emprender vuelo a una joven que antes también mostraba interés por la poesía y el dibujo.
«Comencé a escribir desde la primera persona, inconscientemente, buscando cercanía con el lector. Para mí siempre fue importante que la persona que estuviera leyendo se identificara con lo que estaba leyendo, que lo sintiera desde lo más emotivo», refiere sobre su estilo.
La intención es que el lector haga suyas las historias que cuenta, esos dolores y alegrías; que encuentre respuestas a preguntas que se ha hecho alguna vez, una esperanza de futuro o un acomodamiento del pasado que ya no tiene solución. En ese camino, sobresale su perspectiva femenina de batallar en un mundo que, para las mujeres, «por lo general es bastante desfavorable», dice.
«Nunca me limito, nunca pienso que para mí va a ser doblemente difícil, sino que lo asumo como un desafío y creo que esa manera de avanzar puede ser útil para otras mujeres», apunta.
Explorar el cuerpo es explorar las libertades
El erotismo y el homoerotismo son elementos recurrentes en su obra, una cuestión que Dazra Novak atribuye a su interés por la exploración del cuerpo.
«La exploración del cuerpo conlleva la exploración de las libertades», afirma y agrega que, aun cuando el mundo ha cambiado y las mentes son más abiertas, todavía persisten muchos frenos en el plano sexual, del conocimiento del propio cuerpo y de la libertad que le permitimos a ese cuerpo.
«Reconocernos a nosotros mismos, saber cuáles son nuestros detonantes, ser honestos con eso…, increíblemente, cuando uno empieza a navegar por esas aguas, se da cuenta de la cantidad de frenos que te pone la sociedad, pero que a veces nos ponemos nosotros mismos», valora.
Dialogar con esas zonas oscuras en la literatura le hizo llegar naturalmente al erotismo; pero no desde «lo escandaloso» casi rayando en lo pornográfico, como muchas veces sucede, sino desde una zona más «dulce».
«Las figuras y las escenas homoeróticas han sido bastante maltratadas, porque suelen contarse desde el rechazo social: incluso, desde el rechazo de los propios personajes que están viviendo esa realidad, desde lo escandaloso, desde esos límites insanos que también la sociedad ha impuesto. A menudo se desconoce que esos personajes también están dotados de sentimientos, que también tienen ilusiones», detalla en su conversación con SEMlac.
Insiste en que las parejas homosexuales tienen los mismos problemas que las parejas heterosexuales, pero las modas literarias apuestan más por lo que venden. «A mí no me interesa vender, sino poner al lector en una situación que lo obligue a pensar y, de ser posible, lo ubique en una perspectiva otra (…), que mire las cosas de una manera diferente», afirma.
La escritora señala que con la literatura lésbica pasa lo mismo: existe una tendencia a contar desde escenarios trágicos, de vida o muerte; escenarios que existen, como la prostitución, pero que son apenas una fracción de las posibilidades.
Al respecto, asume el abordaje de estos temas desde la literatura como una manera de contribuir a romper los estereotipos y entender la naturaleza de estas personas, sus historias, lo que han padecido, los derechos que han defendido y, de ese modo, abrirse al entendimiento de que la sociedad no debería limitarlas en la expresión de su individualidad y su libertad.
«Soy de las que cree que si uno está en sintonía con uno mismo, si uno se conoce y uno se permite esas libertades, creo que va a ser capaz de desarrollar mejor cualquier otra cosa que se proponga en la vida», agrega.
Dazra Novak, quien tiene como referentes literarios a los escritores argentinos Julio Cortázar y a Luisa Valenzuela, sostiene que su novela Niñas en la casa vieja, publicada por la editorial Letras Cubanas y donde aborda esta temática, parte de tres dolores: la pérdida de un guía espiritual, la pérdida de un gran amor y la pérdida de un bebé.
Había posado sus ojos en una casa del Vedado habanero construida en los años cincuenta del pasado siglo y la convirtió en un personaje que le permitió ubicar dentro de ella a varias mujeres lesbianas que comienzan a formar una familia.
En esas figuras femeninas colocó sus dolores, pero también se adentró en la dinámica lésbica de mujeres que quieren tener un hijo y comienzan a pensar cómo van a criarlo, para qué sociedad lo van a preparar, comenta.
Mujeres que tienen diferentes profesiones y ven la vida de manera distinta, pero unidas por la amistad y por la familia; historias atravesadas por temas de corte social e histórico, dos de las pasiones de la autora, así como la radio, que también aflora en esta novela.
Todo eso le permitió poner a dialogar personajes femeninos y romper un poco con la convención de la familia clásica de papá, mamá y nené, para mostrar que puede ser otra cosa y tener más integrantes, aunque sean del mismo sexo.
«De algún modo pude ofrecer una mirada más cercana y sentida de lo que muchas mujeres viven», sostiene la escritora, quien también incursiona en el universo femenino de una manera diferente en su más reciente novela, titulada Chérie y acreedora del premio literario Ítalo Calvino 2020.
«Fue otro gran desafío», cuenta Novak, para quien resultó ardua la labor de reflejar la historia de un personaje real, de una figura pública viva como la pintora Rocío García. Ello la llevó a abandonar la primera persona en la que acostumbra narrar y adentrarse en el proceso creativo de la artista.
Sueños y retos de una mujer escritora
Enemiga de las etiquetas, asegura que si ser feminista se trata de ubicar a la mujer en su justo lugar, sin comparaciones; si se trata de mirarla como persona capaz de hacer muchas cosas, de avanzar y alegrarse por ello, de vivir en sintonía consigo misma, entonces sí se considera como tal.
Desde esa premisa, no rehúye los desafíos, como lo hizo al asumir la dirección del Centro Onelio Jorge Cardoso cuando Eduardo Heras León se lo pidió. Tampoco lo hace ahora, cuando está al frente de la Asociación de Escritores de la Uneac.
Desde la gran responsabilidad que significa aunar a diferentes creadores de todo el país, de diferentes generaciones, mira el reto de avanzar en un mismo sentido, «siempre elevando la calidad de nuestra literatura, siempre apostando por espacios donde se puedan promover esas obras, esos autores que sabemos que corremos con desventaja de cara al mundo», pues se les aplican «raseros bastante duros e injustos».
Para ella, aliviar la fractura entre los escritores más consagrados y los jóvenes constituye una misión fundamental: fomentar el diálogo para que no se pierdan la experiencia y la memoria histórica y, al mismo tiempo, asegurar el futuro de la literatura cubana, donde todavía hay muchas personas jóvenes que leen y tienen la inquietud por escribir.
Enfrascada actualmente en una nueva novela, comparte la escritura con mucho trabajo, desde sus responsabilidades en la Asociación, además de asesorar y dar clases en el Centro Onelio.
Si se le pregunta por planes o proyectos, Dazra Novak habla entonces de escribir un guion de cine y llevarlo a la gran pantalla. Asegura también que tiene una gran deuda con la poesía y le gustaría poder devolverle el brillo a La Habana, esa ciudad que la habita, ama tanto y que incluso se ha convertido en uno de sus personajes más queridos.
SEM-SEMLAC/lf