- Contribuye a cambiar la mentalidad de las personas y «correr la cerquita»
- Puedo decir con orgullo que soy feminista, pero se desliga de quienes niegan la fuerza y el valor de las mujeres
Lisandra Fariñas
SemMéxico/SEMlac, La Habana, 16 de junio, 2025.- A Magda González Grau le apasionan las historias con alma, aquellas que tienen algo que decirle al público y, de alguna manera, inciden en sus ideas, conductas y reflexiones frente a la pantalla.
En ese camino como creadora audiovisual, guionista y directora de cine y televisión, sus historias hablan de mujeres, problemas sociales o asuntos complejos, llenos de matices, a los que usualmente se les denomina «temas difíciles», pero que en esencia van cargados de espiritualidad.
«Tienen que ser historias que digan algo, no me gustan las que son puramente de acción, artes marciales; eso no me atrae. Tampoco las muy tecnológicas, pues a veces siento que la tecnología ha hecho que muchos materiales audiovisuales hayan perdido esa humanidad que deben tener», comentó a SEMlac.
Añadió que algunos temas son considerados difíciles en el audiovisual y, sin duda, son un reto para el equipo de realización. Pero son difíciles, en primer lugar, porque la sociedad los ha hecho de esa manera «y también a veces la censura», apunta.
«Hay que hablar de todo», remarcó e insistió en que, si existen en la realidad, esas historias igualmente deben estar en la pantalla. La cuestión es cómo hacerlo de manera que el público no los rechace, dijo.
Relató que, al comenzar a preparar la serie Calendario, tuvieron dudas sobre la inclusión de las subtramas «más duras», porque había una investigación que decía que el público rechazaba la realidad, debido a que era lo que vivía día a día y prefería, por tanto, refugiarse en otros materiales.
Sin embargo, el equipo hizo un pacto: reflejar estos asuntos de modo que el público no los rechazara, para lo cual crearon una estética basada en el color y la luz; así, aunque hubiera una casa desvencijada, no deprimía visualmente al espectador.
Pese a estos esfuerzos, contó la realizadora, hubo temas como la relación entre lesbianas, que fueron rechazados por el público, aun cuando hubo sumo cuidado al abordarlo. Ello habla de cuánto nos falta como sociedad en la eliminación de prejuicios, precisó.
González Grau consideró que es esencial llevar estos asuntos al audiovisual, para ir cambiando poco a poco la mentalidad de las personas y «correr la cerquita», para que cada vez estemos más cerca de la comprensión y la aceptación.
«Creo que hay que tratar todos los temas, pero hay que saberlos tratar, porque si no el resultado en el público no es lo que tú deseas», enfatizó y añadió que su interés es que las personas reflexionen y contribuir así a la aceptación de la diversidad.
Algo similar ocurre con los trabajos donde se cuentan historias femeninas, comentó la directora de cine y televisión. Esta perspectiva le interesa no solo por su condición de mujer, sino porque como persona quiere abordar los espacios de exclusión y de discriminación contra los cuales lucha, dijo.
Obras como Piña colada, Por qué lloran mis amigas, Puertas y Para toda la vida reflejan esas inquietudes. «Ninguna de nosotras es igual a las otras y todas enfrentamos circunstancias y conflictos diferentes; asumimos la maternidad, el matrimonio y las relaciones sexuales de manera distinta», apuntó.
La doble jornada laboral de las mujeres, su papel de cuidadoras, el hecho de que se considere a los hijos como responsabilidad femenina o el estereotipo de la anulación de la individualidad y la ambición profesional en quienes se convierten en madres constituyen algunas de las cuestiones que mueven a la realizadora.
«Puedo decir con orgullo que soy feminista», confirmó a SEMlac, pero añadió que se desliga de aquellas que constantemente se victimizan, pues considera que es como negar la fuerza y el valor de las mujeres.
«Las mujeres nos merecemos el cielo, la tierra, todo lo que le toca a cualquier ser humano y, además, nos merecemos hacer lo que queramos, cuando queramos», dijo y agregó que hay que luchar por eso, pues todavía existen muchos rezagos machistas en la sociedad cubana.
Cambiar el prisma
González Grau, quien relata que llegó al mundo de la realización audiovisual de casualidad, luego de graduarse de Filología, sostuvo que el entorno del cine cubano hoy es todavía bastante machista, sobre todo entre los decisores.
En su opinión, la perspectiva femenina es fundamental para contar historias de mujeres, «porque nadie nos conoce mejor que nosotras mismas» y hay una sensibilidad especial, una introspección a la intimidad, a la manera de pensar y actuar, que no es igual a la de los hombres.
Sin embargo, hay pocas mujeres que dirigen, algo que atribuyó a los prejuicios y estereotipos que condicionan cuestiones como la desconfianza a la hora de poner financiamiento en manos de una mujer.
«Cuando una directora grita en el set, es porque es menopáusica, o ese día tuvo la menstruación, o es una histérica; cuando un hombre grita en el set, es que tiene autoridad», ejemplificó como prejuicios vigentes.
Agregó que son infundados, por ejemplo, los temores de entregarle dinero a una productora, porque han dado muestras de saber cómo crear confort mucho mejor que los hombres y lograr que los equipos se sientan bien pese a todas las dificultades que vive el país.
Asimismo, manifestó que las directoras «han hecho suficiente obra que vale la pena, que ya son parte de la historia del cine cubano, como para ganarse el aval de que, si presentan un proyecto, no se los nieguen».
La realizadora piensa que ese escenario irá cambiando, paulatinamente, con la llegada de más fotógrafas, sonidistas, directoras, productoras
, muchas de ellas ya en formación; aunque sin dudas se trata de un proceso que va más lento de lo deseado.
«También nos cuesta más trabajo», aseguró y añadió que la manera en que se mira o se juzga a una realizadora es mucho más rigurosa que a un hombre, como si el ser mujer implicara ser menos responsables o no tener claridad en lo que se pretende conseguir con una obra.
Eso pasa, incluso, en los equipos de trabajo, donde las mujeres están sometidas a veces a exámenes constantes que las obligan a esforzarse el doble, a no poder titubear o tener dudas. explicó.
Cambiar ese prisma, tanto hacia lo interno del cine cubano como en las obras audiovisuales en general, implicará mucho más que una mayor presencia femenina en determinados roles, opinó González Grau, quien remarcó que requiere más estudio y preparación, en particular de quienes dirigen.
Relató que ha tenido colegas que, queriendo reflejar bien temas como la equidad de género, lo hacen mal por desconocimiento. En tanto, algunos escritores proponen proyectos donde no hay una mujer que sea paradigma y, por el contrario, los personajes reproducen estereotipos como el del chisme o la infidelidad.
No se trata de reflejar una mujer ideal, pero sí más verosímil, afirmó. Si esto no parte del conocimiento se siembra todo lo contrario, agregó.
Un mayor y mejor uso del audiovisual
González Grau se considera una cubana orgullosa, de raigambre. Un sentimiento que viene de su familia, en particular de su madre, quien nació en Estados Unidos, pero nunca aceptó otra ciudadanía que la cubana y se hizo profesora de Historia en Cuba. A ella también le debe, en parte, la pasión por el magisterio.
Esos amores se juntaron en Calendario, una serie televisiva de tres temporadas emitida en 2022, que gozó de gran aceptación por el público y fue el espacio que le permitió expresar muchas cosas que quería decir.
Además de ese interés personal, a sus manos había llegado una investigación que reveló que los jóvenes veían al maestro como un intruso, como una persona que no les aportaba nada y que coartaba su opinión.
De ahí que, «en Calendario, el personaje principal de Amalia fuese diseñado a semejanza de esos educadores que han pasado por la vida de cada persona y dejan una huella, porque hicieron mucho más que impartir materias, educaron para la vida», dijo.
Temieron que el público lo viera como una utopía y, por el contrario, muchas personas se comunicaron para contar sus propias historias. «Calendario para mí, para todo el equipo, fue como un exorcismo de que sí se pueden hacer historias que sean aleccionadoras, pero al mismo tiempo hacerlo a través de la emoción, (
) generalmente esas historias que emocionan inmediatamente después van al cerebro y crean una reflexión», dijo.
La serie dio espacio a un abanico de conflictos que se suceden en la adolescencia y desde esa etapa de la vida brindó también una mirada a la sociedad cubana actual.
«El audiovisual es una herramienta increíble, en este momento más porque la gente se aleja de los libros, se aleja de cualquier otra manifestación”, es una herramienta social, es una herramienta política. Sin embargo, aún no se invierte el suficiente presupuesto para que contemos nuestras historias», lamentó.
Partidaria de que las pantallas cubanas estén más llenas de historias nacionales que foráneas, sostiene que «hablar de nosotros es lo que permitirá que reflexionemos y mejoremos nuestras conductas, nuestros paradigmas».
En esa línea están los próximos proyectos de González Grau: una historia sobre un joven transformista, un proyecto donde el personaje central es un joven autista y una serie de animados que se llama El general de las estrellas, dedicada al general independentista Quintín Banderas.
«Lo que yo sé hacer es contar historias; entonces voy hasta el último aliento a narrar esas que sean útiles a la sociedad, y en ese caso seguiré abordando temas como la equidad de género y la no violencia hacia las mujeres y niñas», aseguró.
La realizadora sueña con una Cuba en la que abunde el diálogo, donde desde las diferencias sea posible encontrar lugares comunes, que en su opinión es la única manera de salvar el proyecto social cubano.
«Eso no se logra de la nada», enfatizó
Hay que entender al que piensa diferente, ponerse en el lugar del otro y dialogar, concluyó.
SEM-SEMlac/lf