*Desde su compromiso con el feminismo, su fuerza, su valentía y su resiliencia
Expone todas sus razones, sus agradecimientos y su visión política: 18 de junio 2021
Discurso de aceptación de la disculpa pública del municipio de Tlapa Guerrero.docx
Palabras de Yndira Sandoval Sánchez
¡Hola Buenos Días ya casi Tardes!
Muchas gracias a quienes me acompañan en esta sala virtual, a quienes nos siguen desde las plataformas de la Cámara de Diputados y de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, así como desde el Ayuntamiento de Tlapa de Comonfort, Guerrero.
Agradezco la presencia del poder legislativo a través de dos grandes diputadas, aliadas, distinguidas compañeras de lucha y de causa; el acompañamiento permanente a mi caso y seguimiento por parte de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas de Derechos Humanos en México, especialmente a la señora Nira Cárdenas Oliva que nunca ha perdido de vista este caso; Lorena, Guadalupe, Nira, gracias por estar aquí.
Agradezco y reconozco la presencia del mecanismo de protección a personas defensoras y periodistas, en la persona de Jorge Ruiz del Ángel y de todo su equipo que permanentemente ha estado, porque hasta la fecha permanezco con medidas de protección por mi desempeñó como defensora de derechos humanos y producto de todas las secuelas que hasta el día de hoy el acto victimizante me ha representado.
Recibo esta disculpa pública por parte del Maestro Dionicio Pichardo presidente municipal de Tlapa de Comonfort, no sin antes reconocer el trabajo de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, específicamente; no sólo en documentar los hechos sino en colocar por encima de todo mi palabra, mismo que dio resultado positivo, lo digo porque me baso para poder hablar de esto el día de hoy, en mi palabra, en mi dignidad y en los resultados del Protocolo de Estambul, que son parte de la recomendación que la Comisión Nacional de Derechos Humanos CNDH ha publicado.
Agradezco que estén en la sala, a mujeres mágicas en mi Vida desde mis abogadas, peritas, compañeras, amigas y también a mis compañeros que desde su solidaridad permanentemente han estado conmigo, no quiero nombrarles a todas y todos porque corro el riesgo de poder omitir alguno. Agradezco la presencia en esta sala virtual de mi familia y a quiénes nos siguen en las redes sociales.
Las víctimas y la verdad
Primero quiero comenzar vindicando la importancia de siempre creer en las palabras de las víctimas, siempre dije la verdad, siempre estuvo por delante mi dignidad y siempre voy a agradecerle al feminismo que me haya dado la claridad y sobre todo, la fuerza para sostenerme en un espacio que socioculturalmente ha implicado. Para muchas y para muchos, que este no fuera el caso.
Hoy les hablo desde el privilegio, les hablo desde el privilegio porque en este país todos los días asesinan a 12 mujeres por el hecho de ser mujeres, les habló desde el privilegio porque todos los días muchas mujeres, especialmente niñas y jóvenes no regresan a sus casas por ser desaparecidas; les habló desde el privilegio que me otorga poder hacer uso de mi voz, porque no formo parte de la estadística, ni de la explotación sexual; les hablo desde el privilegio que me permite hacer uso de mi voz, por qué soy una mujer fuerte, resiliente, política y valiente, porque también me hablo a mí y porque el día de hoy también me reconozco; les hablo desde la denuncia al estado, no solamente desde hace 4 años, sino absolutamente indignada por el abandono, por la desprotección, por la parte en la orfandad Institucional que ha colocado a cientos y miles de mujeres y si me lo permiten hoy, mujeres que han sido víctimas de violencia y especialmente de tortura sexual a manos del estado, ser su voz, consciente de que no todas tenemos ni las mismas herramientas, ni las mismas posibilidades, ni los mismos niveles de procesar los temas; lo mismo por lo que se me culpó, se me estigmatizó, se me criminalizó, se me sigue persiguiendo y se me sigue señalando.
Defensora de los derechos humanos
Es por lo mismo que estoy viva, por ser defensora de derechos humanos, por ser mujer y por ser feminista. Esa es una condición que en este momento tiene que colocar en el centro desde dónde abro mi voz, y lo digo, porque esto también va por Basilia, una mujer víctima por un agente del Estado, senador que quiso ser gobernador; hablo por la migrante Salvadoreña que a manos de policías municipales fue asesinada en Tulum; hablo porque puedo hablar a diferencia de la doctora Bety que asesinaron en las galeras en Hidalgo la semana pasada; hablo por Inés; por Valentina y ya hablando por nosotras Lidia Cacho; hablo por las mujeres de Atenco, hablo por desgracia en este país cada vez es más cotidiana y más naturalizada, de esa forma en la que se lastiman los cuerpos de las mujeres, y cómo eso siempre tiene que ver con nuestra condición sexual; hablo como mujer basada en mi sexo, porque es a las mujeres a quienes se nos puede violar, a quienes nos puede torturar y a quien, a diferencia de otras detenciones arbitrarias y privaciones ilegales de la libertad, en comparación con los hombres, a nosotras no sólo se nos detiene, sino que se nos maltrata, se nos violenta psicológicamente, institucionalmente, comunitariamente, mediáticamente. A nosotras se nos viola… y es la forma específica de torturarnos.
Soy sobreviviente, no solamente de tortura sexual, quiero nombrar las violencias de las que fui víctima desde 2017 a la fecha: violencia institucional, violencia física, violencia sexual, violencia mediática, violencia comunitaria, violencia política, violencia feminicida.
¿Por qué lo digo así y con respeto a las víctimas de feminicidio? Porque en este país nos han querido convencer, para reducirnos a que respirar y estar vivas… es lo mínimo que podemos hacer.
Porque, para que nos reconozcan, como víctimas debemos ser desaparecidas o asesinadas y cada parte, cada pedacito de nuestra salud mental, emocional, se va destruyendo; y cuando nos roban la paz, cuando te contagian miedo, cuando te dan incertidumbre, cuando cuestionan tu palabra, cuando te quitan el trabajo, cuando te persiguen, cuando te espían, cuando te amenazan, cada uno de esos temas vulnera y merma de alguna forma nuestra, mi vida.
El Estado, la ciudadanía y las feministas
Quiero hablarle también el día de hoy al Estado, a ese que no solamente me ha fallado a mí, sino a miles de mujeres. Y que se equivoca si piensa que militarizado el país y debilitando a instancias como el Mecanismo de Protección a Víctimas, como a la Comisión Nacional de Víctimas, como a la propia Comisión Nacional de Derechos Humanos, como a los Fideicomisos, como a todas las instancias que protegen, garantizan y promueven los derechos humanos; se equivoca militarizando al país porque tienen las mismas armas que están en la calle, esas con las que se mata a las mujeres y, en mi caso, con las que se les apunta para no resistirse a una violación. Quiero hablarle a ese estado que nos tiene en deuda, no solamente conmigo, sino históricamente con las mujeres, a un Estado indolente, y le exijo que cumpla cualitativa, cuantitativa, sustantivamente la recomendación 1325 emitida por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Quiero referirme también el día de hoy a la ciudadanía, a la sociedad, a quien se indigna más por un monumento, que por el cuerpo de una mujer maltratada, que le indigna más la pintura que la sangre derramada, y a esa sociedad que se indignó más al ver imágenes filtradas del comportamiento político y socialmente incorrecto para las mujeres, que si se tratara de un hombre, hubiera sido probablemente ningún tema de discusión.
Y voy a nombrarlo, porque lo que espera una mujer, en una condición a lo que muchos le llamaron *estado de ebriedad*, se llama: estado de indefensión, en materia de derechos humanos.
Y voy a decirlo porque no me da vergüenza y porque no han sido capaz, de que ante nada y ante nadie, bajé la cabeza, ni sienta vergüenza, por mí o por donde estaba o como vestía o si bebía; para las mujeres el alcohol ha sido relacionado con temas cómicos, con temas estigmatizantes, «como la Chupitos», «como la Tostada», «como la Guayaba»; nos han negado incluso el derecho al goce y al disfrute. Lo que espera cualquier persona, especialmente una mujer, después de una parranda, a la que también tenemos derecho, es una resaca, jamás una violación.
Los Medios
Por eso le hablo a la sociedad de ese castigo y de esos tribunales mediáticos, lo que consiguieron, lo que hicieron, fue subestimar mi caso jurídicamente y lo que hicieron fue mermar la importancia que tiene el hecho de que nunca jamás será sugerente y permisivo el estado en el que se encuentre ninguna mujer.
«La culpa no era mía, ni donde estaba, ni como vestía»; y con esto quiero darle voz a los cientos de miles de mujeres que en espacios de confianza, familiares, en fiestas de amigos, escalares –por qué en México ya no hay ningún espacio libre de violencia–, para las mujeres; que en un espacio de confianza y haciendo uso de su autonomía, de su poder y de su derecho, han sido víctimas de violencia sexual; muchas lo han podido contar, a muchas les sigue avergonzado, otras no lo pueden reconocer, y muchas más, sentirán vergüenza, culpa y miedo. Quiero hablarles a ustedes, porque jamás y bajo ninguna circunstancia, las víctimas tendremos la culpa de lo que nos suceda.
Quiero referirme a los medios de comunicación, a que no sean cómplices ni vehículos de potenciar la violencia que se ejerce contra las mujeres y que la ética que manejen los casos y las noticias y la información, sea colocando en el centro los derechos humanos, y nunca despojado a las mujeres de ser sujetas políticas y sujetas de derechos.
Fue desproporcionado, fue desmedido, fue un exceso, estar más de 6 días en horarios estelares, radiofónicos, televisivos y de muchas plataformas; desde acá, desde este Facebook y YouTube, seguramente no me alcanzará equiparar el daño que me hicieron. Invitó a los medios de comunicación a que rompan también ese pacto patriarcal, a que comuniquen el inventario de derechos vulnerados y no comuniquen la nota roja que a ustedes les ha venido muy bien; también son parte y cómplices del mercado, a costa de las violaciones de los Derechos Humanos de las Mujeres. Tiene que haber otros estándares para las redes sociales, otros estándares para los medios de comunicación, otros estándares para las comunicadoras y comunicadores. Porque para garantizar el derecho a una vida libre de violencia, tiene siempre que colocarse por delante el principio de corresponsabilidad. Es hora y es momento, de que cumplan el suyo; tengo documentado quien otorgó hasta cerca de 45 minutos segmentados, 5 minutos en la mañana, después a medio día, luego en la tarde, luego en la noche, así segmentado tiempo para mi criminalización y ni un solo minuto, ni uno, otorgado para saber que en mi caso hay una recomendación y que el día de hoy, es mi reparación.
Le pido a esos medios de comunicación no que me den derecho a mi réplica, sino que también resarzan el daño, porque el que sean particulares, no les exenta de lo que me hicieron y del daño que causaron en mi vida personal, en mi vida emocional, en mi vida familiar, económica, laboral.
El Movimiento Feminista
También me quiero dirigir al feminismo, al movimiento en el que milito orgullosamente desde que tengo conciencia política y conciencia de clase, al movimiento más progresista, más revolucionario, y al movimiento más civilizatorio de la historia, al movimiento al que le debemos a que hoy a este acto se me, y se le llame Reparación, al movimiento al que le debemos todo el marco jurídico que tenemos en materia de derechos humanos, al movimiento que le debemos que se dejara de justificar que en nombre del honor y bajo estados de euforia, se permitieran los asesinatos por honor y hoy se llaman feminicidios.
Le quiero hablar a ese feminismo, para que nunca base sus términos de accionar político en fobias y filias y actúen bajo el nombre de Feministas, dependiendo si conocen o no a la víctima. No hay un catálogo de víctimas, ni tampoco un catálogo de victimarios y victimarias, les invitó a despatriarcalizarse y a desmontar todas las prácticas que puedan acercarlas al mujerismo y al hembrismo y no dejen de lado al feminismo.
Quiero dirigirme también al movimiento Feminista que sí estuvo y que empujó, que no condicionó, que se colocó del lado donde siempre hay que estar, que es el lado de la verdad, el lado de la palabra de las víctimas, el lado de la justicia sin criminalizar sin estigmatizar y siempre colocando por delante el marco de los derechos humanos
Yo misma y mi colectiva
Quiero hablarle también y agradecer, y dar la importancia a la red de apoyo que tuve, que no me ha soltado y no me ha permitido rendirme: a mi colectiva, a las Constituyentes, a mis distintas compañeras abogadas y asesoras jurídicas, a Julia Pérez, a Patricia Olamendi, a la licenciada Sandra Luz Torres, por estar permanentemente guiándome jurídicamente.
Y quiero hacer un reconocimiento especial a quien desde lo psico-emocional permitió hoy verbalizarlo, a Eli Ferreras, a quien nunca podré pagarle la congruencia, el amor, la sororidad con la que me trató.
Las defensoras de derechos humanos no tenemos poderes especiales, pero requerimos y es urgente, un modelo de atención psico-emocional distinto a las víctimas que no conocen de sus derechos y porque no los defienden.
Quiero agradecerle a compañeras, militantes, soricas, peritas por su profesionalismo; a Mónica Herrerías, a Verónica Caporal por estar permanente desde su profesionalismo y objetividad documentando temas que podrían estar dando cuenta de la dimensión del daño que a mí me ocurrió.
Quiero agradecerle a mi familia que es de donde aprendí a no rendirme, a no callar, a no claudicar y en quien han influido siempre y mucho en cómo pienso y en cómo actúo.
Quiero, también, agradecer a quien entonces fuera mi compañero, por estar en los momentos más complejos –pero hay batallas que no se ganan–, y hoy llego aquí con muchas fortalezas, con debilidades, con pasos firmes y dados, con tropiezos. De todo ello se aprende cuando se hace desde la conciencia política porque lo seguiré politizado todo.
Yndira
Quiero hablarle finalmente a Yndira, a quien Documentó, Denunció, Defendió, estas que son las tres «D» de las defensoras, pero lo hizo siempre con una cuarta «D», con la Dignidad intacta, porque que no tengo nada de qué avergonzarme, o porque sentirme culpable y quiero, y seguiré trabajando, por desterrar el miedo de mi cuerpo, de mi mente y de mi accionar.
Quiero reconocer a Yndira, que después de ser vulnerada por una cadena interminable de funcionarios públicos, de la mano hoy de muchas y de mucho eco, exista la posibilidad de que en un futuro inmediato siga impulsando con fuerza, con firmeza y con congruencia, lo necesario para que ningún agresor llegue al poder, no llegue a ningún cargo público y bajo ninguna circunstancia.
No queremos a nadie que haya vulnerado un derecho en lo privado, aparezca representándolo en lo público, ni en el ámbito federal, ni en el ámbito estatal, ni en el ámbito municipal; No lo queramos tampoco ni en el poder judicial ni en el poder legislativo, ni en el poder ejecutivo.
Y termino mi participación diciendo que acepto esta disculpa pública por congruencia, por no creer en el punitivismo populista, de que hoy se cargue de otra forma penalmente a algunos, pero que mañana pueda sucederle a alguien más.
Acepto esta disculpa pública porque es parte de mi reparación del daño, porque tengo derecho a la verdad, tengo derecho a la dignidad, tengo derecho a la justicia y también tengo derecho al olvido, soy más que dos videos a los que quisieron reducirme, soy más que la mujer a la que descontectualizadamente y volando todos mis derechos humanos, quisieron pintar de otra manera. Acepto esta disculpa pública porque creo en las instituciones, porque me sé parte del movimiento. Que puede incidir en ello para transformarlas en favor de los derechos humanos.
Acepto esta disculpa pública como parte de la justicia restaurativa, pero solo como un primer paso, porque quiero ser quien inaugure la escuela el semillero de defensoras y defensores en la montaña de Guerrero y que lleve el nombre de: «Seguridad, Justicia y Paz», como una forma de reconocer que ninguna nación tendrá desarrollo, crecimiento, calma, luz, sin la paz de las mujeres desde abajo, desde la izquierda y consolidando entorno libres de violencia y discriminación.
Acepto esta disculpa pública como un primer paso, porque también quiero estar presente el día en que se apruebe en el Código Penal del Estado de Guerrero, y, lo promoveré en todos los códigos penales del país y a nivel federal, que toda la violencia sexual cometida por agentes del estado sea clasificada, reconocida, investigada y sancionada como tortura sexual.
Acepto esta disculpa pública a sabiendas de que no habrá nadie en la cárcel y que nunca estaré frente a un juez, y que esta es la forma de hacerme justicia a mí, nombrarme, nombrando a las que nos arrebataron, nombrando a las que no han podido hablar.
Acepto esta disculpa pública porque no quiero que le vuelva a suceder jamás, ni a mí, ni a ninguna más. Acepto esta disculpa pública porque creo que llego el momento de otro orden político y social y este solo se construye y se consolida con las mujeres feministas, con las organizaciones de la sociedad civil y con la voluntad y garantía de todas las instituciones del estado por reconocer los derechos y las libertades de todas las personas, hombres y mujeres, niños y niñas.
Termino diciendo que este acto de disculpa pública no repara el daño que me hicieron, pero que significa y simboliza mucho el hecho de que el día de hoy se diga en voz alta… que nunca mentí, que hoy se diga en voz alta que siempre tuve la razón. Acepto esta disculpa pública y termino diciendo que nunca perderé el valor y la seguridad en mí.
Acepto esta disculpa pública porque no me van a silenciar, y desde aquí les expreso a quienes me escuchan, que nunca callen, que nunca se sientan culpables y que nunca tendrán ustedes la culpa, y que nunca claudiquen, pese a quien este enfrente sea el Estado.
A mí me violó el estado y me hice justicia yo… gracias
Ciudad de México, desde la Cámara de Diputados y Diputadas, 18 de junio del año 2021