- La autoexploración sí salva, no importa si amantaste, si no hay antecedentes familiares, ¡tócate!
- Mastectomía una cicatriz en el cuerpo, testigo de lo que te pasó
Soledad Jarquín Edgar
SemMéxico, Oaxaca, 19 de octubre 2024.- La rutina de Coca se interrumpió una mañana de agosto de 2021 cuando se descubrió una bolita en el seno izquierdo, esa misma tarde le hicieron un ultrasonido, ahí le dijeron que no era una sino “dos bolitas milimétricas”, pero debía ver a un oncólogo, porque detectaba cierta malignidad.
En su camioneta, lloró a solas por breves minutos y siguió su camino. Consultó al oncólogo y vinieron nuevos estudios, los “tumorcitos” ya estaban en la axila. Se sugirió una biopsia y la posibilidad de que el diagnóstico inicial no fuera tan certero porque los bordes de los tumores no estaban definidos.
Sara Georgina Canseco Brena esperó con angustia los 20 días que siguieron para que los “tumorcitos milimétricos” fueran analizados en un laboratorio de patología de la Ciudad de México. Los resultados llegarían al teléfono celular de su esposo, pero no pudo abrirlos por complicaciones técnicas, optó reenviarlos a Coca y le pidió que ella los abriera. Ella solo siguió su intuición y se centró en las letras negras y cursivas: carcinoma. Ante el breve silencio, él afirmo y preguntó: No es nada grave, ¿verdad? No, solo tengo cáncer, respondió Coca. En breves minutos estaba en casa, la abrazó y le dijo: “eres el amor de mi vida, no te vas a morir”. Ella respondió: ¡por supuesto que no me voy a morir!
Sin embargo, dice Coca en esos momentos maldices y preguntas a Dios ¿por qué te hace esto? Pensaba en mis hijos, en mi niña de seis años ¿para qué me la diste si me vas a quitar de su vida? ¿Cómo se lo voy a decir a mi mamá a mis hijos mayores? Porque cuando escuchas que tienes cáncer, tu imaginas que te vas a morir.
El médico oncólogo dijo que tenía un cáncer muy agresivo, el tumorcito era ya como un “racimo de uvas” y recomendó no esperar más de tres semanas para hacer la cirugía.
Yo entré en la negación no sabía que debía hacer si intentar, si luchar…si hacerme el tratamiento o no, porque debía asumir todo lo que eso conlleva, las cirugías, la quimio, la radioterapia y sus consecuencias, además de los costos.
Así que decidí seguir adelante, el 18 de septiembre, quizá apenas un mes después de encontrar la bolita me estaban haciendo la mastectomía (cirugía para extirpar de forma parcial o total el tejido mamario). Algunas mujeres me contaron que se despidieron de sus senos, que les agradecieron, a mi no me dio tiempo.
Lo que queda es una cicatriz que si tienes oportunidad resuelves con la reconstrucción mamaria, algo que no siempre se consigue en el sector público, hay prótesis externas, otras se las arreglan como pueden y otras más saben que esa cicatriz es testigo de un padecimiento y que estás viva.
Los tratamientos dejan muchas secuelas, se nos cae el pelo, te asustas, entré a una estética me raparon y ni me acordé de que era bastante vanidosa, se te olvida la vanidad, todo se resuelve, te compras una peluca y ya. Luego mi esposo se rapó y también mi mamá, eso es abrazarte, estar contigo.
Todo fue muy rápido
El aislamiento sanitario por COVID 19, dificultó el “apapacho” de algunos de sus seres queridos más cercanos, a su mamá, quien en ese momento era cuidadora de su abuela, le dijo a boca de jarro que tenía cáncer. A sus hijos mayores que viven fuera de Oaxaca los mandó traer, al cruzar la puerta de la casa uno de ellos le dijo a tono de broma: “Mamá solo espero que no nos vayas a decir que tienes cáncer”.
Yo nada más me reí: ¡cómo crees! Respondí. Los hice pasar a mí, ahí todos sentados les solté: sí tengo cáncer, mañana me operan, no se preocupen, aquí no pasa nada. Ustedes se tienen que seguir haciendo su vida, como la siempre.
Nada ha sido como siempre. Coca vio interrumpido un sueño profesional. Estaba estudiando una maestría en Derecho Laboral porque su sueño era ser jueza laboral, misma que terminó a pesar del cáncer y para cerrar el ciclo presentó su examen, aunque a propósito no lo hizo bien, porque ahora su vida tiene otros propósitos.
Sara Canseco, Coca, dice que heredó la platicadera de su mama Sara Brena, tuvo la necesidad de contar lo que estaba pasando y lo que encontró fue una forma de terapia y de ayudar a otras mujeres o ayudarse entre mujeres, así que en una sociedad aislada por la pandemia, las redes sociales fueron un canal de comunicación y desde que tuvo su primer diagnóstico de documentar su proceso en redes sociales -Instagram, Tik Tok y Facebook donde aparece como “Sara Canseco”-.
En WhatsApp es parte de una comunidad virtual en el chat llamado Bendecidas por Dios, donde “se reúnen” más de cien mujeres de México y otros países de América y algunas de España para compartir sus experiencias, se dan consejos y sobre todo ánimos, a algunas de ellas las conoció durante las sesiones de quimioterapia.
En ese grupo decimos lo que no contamos con nuestras familias, lo que pasamos después de una cirugía, una quimio o una radioterapia, las neuralgias, neuropatías y todos los efectos de los tratamientos, porque ya bastante tienen nuestras familias, pero también hablamos de los abandonos que otras mujeres sufren por estar enfermas, de las dificultades para acceder a un tratamiento y vemos cómo ayudarnos, estamos tomadas de la mano y no somos autocomplacientes entre nosotras.
Si alguien me invita a compartir mi experiencia lo hago, es una oportunidad para ayudar a otras mujeres y para que otras tomen conciencia de que tenemos que autoexplorarnos desde los 20 años. Tocarnos el cuerpo estuvo prohibido y aún quedan algunos rescoldos de esa pena.
Tócate para que no te toque
Imparte conferencias o pláticas sobre el cáncer de mama, la enfermedad en 2022 fue la más mortífera para las mujeres y en el mundo fue la segunda causa de muerte, prevenible si se detecta a tiempo en más del 90 por ciento de los casos. Sin embargo, como el cáncer cérvico-uterino, está rodeada de dichos que muchas mujeres creen literalmente y dejan de autoexplorarse, como el hecho de que el cáncer de mama no afecta si has amantado a tus hijos e hijas, a las que no tienen antecedentes o a las que son menores de 40 años.
Yo soy una prueba de que la autoexploración te salva la vida, porque yo no tenía antecedentes de cáncer de mama en mi familia, había amantado a mis hijos e hija, no imaginaba que esto me podía pasar, pero me autoexploraba y ahí estaba esa “canica” que amenazó mi vida.
La noticia es que tenemos tocarnos, autoexplorarnos, como dice el eslogan: tócate para que no te toque, 10 minutos de cada mes, frente al espejo, pueden salvar tu vida, a mi me salvó y que actué rápido. Y hoy disfruto cada día, estoy viva y eso es lo que sigue, cuidarme, seguir mis tratamientos.
Sí el cáncer de mamá interrumpió mis planes, pero no mi vida.
Los datos
En México fallecen casi ocho mil mujeres por año.
21 mujeres cada día pierden la batalla.
30 mil casos son diagnosticados en este país cada año.
Alta incidencia de diagnósticos tardíos.
SEM/sj