Laura Castellanos*
SemMéxico, Cd. de México, 24 de marzo, 2022.-El presidente ruso, Vladimir Putin, tiene en vilo al mundo ante el riesgo de provocar la Tercera Guerra Mundial tras su invasión a Ucrania el 24 febrero. Su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, ha señalado que existe esa posibilidad si fallan las negociaciones entre ambos. El estadounidense Joe Biden advirtió al ruso que esto puede pasar si ataca a algún país de la Organización del Tratado del Atlántico Norte. Y líderes de otras superpotencias bélicas, como el chino, Xi Jinping, y el de Corea del Norte, Kim Jong-un, se han posicionado como aliados de Putin.
En esta reedición de la Guerra Fría, los hombres de poder de un bando y del otro deciden las estrategias geopolíticas, militaristas y económicas del conflicto de acuerdo a sus intereses y excluyendo a las mujeres. Así ha sido en la historia humana bajo el orden patriarcal, generador de la actual crisis civilizatoria, a la que hoy se suma la del riesgo de una guerra global de alcances insospechados.
Las mujeres no detonaremos la Tercera Guerra Mundial, como tampoco detonamos la Primera ni la Segunda, que dejaron un saldo de por lo menos 48 millones de muertes y un número indeterminado de viudas y menores en la orfandad, de acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Galina Tímchenko, la directora ejecutiva de Medusa, el medio independiente ruso más perseguido por Putin, piensa igual: “Son juegos de hombres. Y allí no hay lugar para las mujeres», me dijo en entrevista desde su exilio en Letonia.
El presidente ruso y su régimen encarnan el orden patriarcal y buscan perpetuarlo.
Tímchenko considera que en la invasión a Ucrania hay una razón de fondo: “Putin envejeció, pero quiere ganar y mantener el poder para siempre. Ucrania le representa un foco de inquietud constante: el país logró un cambio de poder, elecciones libres e inició un proceso democrático”.
La ONU ha registrado que los bombardeos aéreos rusos han atacado hospitales, escuelas y guarderías ucranianas. La estrategia militar es, para la periodista rusa, la destrucción indiscriminada: “Lo más importante en esta guerra es que todo se reduce a vida o muerte”.
La muerte y la destrucción son mecanismos de poder del orden patriarcal que ha sido erigido, a lo largo de la historia humana, por medio de la violencia directa, el desarrollo del armamentismo, las guerras, la esclavitud laboral y la explotación sexual, así como el despojo de recursos y territorio con fines de acumulación. Esto derivó y da sustento al actual sistema capitalista, como María Mies lo describió en su libro Patriarcado y acumulación a escala mundial.
Que las mujeres no encabezáramos las guerras mundiales ni las guerras colonizadoras en la antigüedad, no significa que ninguna aliada de poder haya intervenido en ellas o la haya financiado. Hay mujeres que han sostenido el patriarcado por complicidad, ignorancia o sometimiento. De igual manera hubo otras mujeres, generalmente de origen popular, que, por convicción, mera sobrevivencia o emancipación, tomaron las armas.
En la escalada de conflictos armados contemporáneos hay una presencia creciente de mujeres armadas en ejércitos regulares o resistencias populares. En la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, mayoritariamente desmovilizadas, las guerrilleras representaron aproximadamente 40% de sus filas; y en Kurdistán, las Unidades Femeninas de Protección integraron a más de 30,000 mujeres para liberar a Irak y Siria del autodenominado Estado Islámico, de acuerdo con Amnistía Internacional (AI).
La organización agrega que las mujeres que empuñan un arma, intervienen en las guerras como enfermeras o cuidadoras, o son parte de la población civil que permanece o huye del territorio en conflicto, están también expuestas al tráfico de personas, la trata de explotación sexual y la violencia sexual.
María Mies escribió: “Quien posee a las mujeres de un territorio posee ese territorio”. La ONU asegura que la violencia sexual se generaliza en los conflictos armados y se usa como táctica de guerra. Así sucedió en Bosnia, en los años 1990, cuando fue un arma despiadada contra mujeres y niñas, al igual hoy sucede en el conflicto de la República Democrática del Congo.
Un mes después de la invasión rusa a Ucrania, hay más de 10 millones de casos de desplazamiento forzado, de acuerdo con la ONU. La Organización Internacional para las Migraciones ha advertido que esta población la conforman en particular familias con un único sostén, que incluyen a mujeres, menores y personas mayores. Y ya detectó casos de violencia sexual y de indicadores de trata en redes de traslado o alojamiento.
Mientras, medios de comunicación informan de un creciente enrolamiento de ucranianas en su Ejército y difunden una imagen sexualizada de ellas. En tanto, su Ministerio de la Defensa las hizo marchar en tacones. Pero estas combatientes, así como las que nutren las filas milicianas prorusas de Dombás, integran la población femenina más pobre de Europa, según AI.
Mujeres ante la guerra: ni víctimas ni verdugas
El fin de la guerra de Ucrania aún es incierto. Como lo es el de largos conflictos que desgarran las vidas de población vulnerable en Etiopía, Nigeria, Siria, Afganistán, Palestina o Yemen. Ahí, son los hombres de poder quienes deciden las guerras y también la paz. En siete de cada diez procesos de paz que ha acompañado la ONU, no incluyeron a mujeres mediadoras o signatarias. Y ninguno de los acuerdos al cese al fuego logrados de 2018 a 2020 estableció la prohibición de la violencia sexual.
No significa que las mujeres han jugado un rol pasivo en su exigencia de la paz. En la historia las mujeres han sido agentes determinantes para lograrla y hoy, en distintos lugares del mundo, ellas han exigido a Putin el cese al fuego. Las mujeres rusas han protestado y la consecuencia ha sido ser arrestadas.
Las más desafiantes son las feministas de ese país. 45 grupos crearon el canal “Resistencia Feminista contra la Guerra” en el mensajero Telegram, desde donde organizan protestas y acciones coordinadas. Aunque anteriormente fueron ignorados, estos grupos hoy son la fuerza política más activa de Rusia, por lo que están en peligro de ser perseguidos.
En ese canal llaman a las feministas del mundo a protestar contra la guerra para evitarle a las ucranianas desplazamientos forzados, violencia directa y sexual y mayor pobreza.
Además, crearon un manifiesto donde señalan: “Somos oposición a la guerra, al patriarcado, al autoritarismo y al militarismo. ¡Somos futuro! ¡La victoria es nuestra!”. Ese es el ímpetu que hoy tiene el amplio movimiento de mujeres en el mundo que da vida a la revolución social del Siglo XXI.
*Laura Castellanos es una reportera independiente mexicana que escribe sobre movimientos subversivos. Autora del libro ‘#TerremotoFeminista, Historia ilustrada del patriarcado en México’. **Texto publicado originalmente en The Washigton Post