Las mujeres y la lucha por el espacio político
Rawassei Abd Al Jalil
SemMéxico, Libia, 4 de junio, 2025.- En los tranquilos cafés y las polvorientas calles de Trípoli, la encrucijada política de Libia sigue siendo a la vez esperanzadora y profundamente frustrante. Las elecciones, destinadas a cerrar las fracturas del Estado post-Gadafi, se han estancado, los gobiernos rivales aún reclaman legitimidad y los grupos armados continúan ejerciendo el control. En medio de esta incertidumbre, una dura verdad sobresale: las mujeres libias siguen luchando por el poder real, no solo por el derecho a sentarse a la mesa.
Las mujeres aparecen en listas oficiales y en fotos de prensa, pero detrás de cada foto se esconde una lucha más profunda. Se resisten a una cultura política que se mantiene obstinadamente patriarcal, donde el liderazgo se equipara con la masculinidad. Persisten a pesar de las amenazas, ya sean veladas o manifiestas, que pueden ensombrecer a cualquiera que se atreva a alzar la voz. E incluso cuando las mujeres logran acceder a los concejos municipales, a los diálogos constitucionales o a las plataformas de la sociedad civil, a menudo se ven marginadas o relegadas, con la expectativa de que validen una fachada de inclusión sin moldear la esencia.
Aun así, las mujeres de todo el país se niegan a aceptar este destino. Desde las mujeres de Sabha que organizan ayuda para las familias desplazadas, hasta las activistas de Derna que promueven causas ambientales y sociales, y las profesionales de Trípoli que impulsan reformas en la justicia transicional, están tejiendo la vida cívica de Libia. No esperan permiso; están construyendo el Estado desde cero.
Un atisbo de esperanza surgió en febrero de 2025, cuando la Misión de Apoyo de las Naciones Unidas en Libia (UNSMIL) creó un Comité Asesor de 20 miembros, en cumplimiento de la Resolución 2755 del Consejo de Seguridad, encargado de revisar y proponer soluciones a los problemas electorales y constitucionales pendientes. Este Comité incluye expertos legales y electorales —alrededor del 35 por ciento de los cuales son mujeres— y su función no es la toma de decisiones, sino la elaboración de opciones técnicamente sólidas y políticamente viables para allanar el camino hacia unas elecciones nacionales creíbles.
Se reunieron primero en Trípoli a principios de febrero, y luego de nuevo en Trípoli y Bengasi durante mayo, culminando en un conjunto integral de recomendaciones que ahora está en manos de la UNSMIL. Estas propuestas —centradas en armonizar el marco electoral 6+6, fortalecer las garantías legales y establecer plazos realistas— se están abriendo a consultas con las partes interesadas libias. Es un comienzo pragmático, aunque el camino por delante está plagado de desconfianza, y los libios se mantienen escépticos: muchos temen que las élites políticas se resistan a cualquier medida que pueda realmente redistribuir la influencia.
Para las mujeres libias, la urgencia no es abstracta. Con las elecciones locales ya en marcha, más de 4900 candidatos nominados, 1345 de ellos mujeres, lo que está en juego es inmediato. Sin embargo, el registro sigue siendo alarmantemente bajo en las regiones orientales, donde predominan los obstáculos de seguridad y la inercia burocrática. Las mujeres libias se preguntan a diario: si damos un paso al frente ahora, ¿se escucharán nuestras voces o serán ignoradas?
Por eso debemos exigir más que solo representación. Debemos insistir en la capacidad de decisión: en el derecho a influir en la legislación, supervisar su ejecución y desafiar el statu quo. Necesitamos cuotas de género vinculantes en las futuras leyes nacionales. Necesitamos protecciones que protejan a las candidatas del acoso, la violencia y la intimidación en línea. Debemos garantizar que cada etapa del proceso político, desde el diálogo constitucional hasta la formación de los consejos locales, sea sensible al género y esté impulsada por el empoderamiento.
Al mismo tiempo, el Comité Asesor de la UNSMIL debe estar sujeto a más que transparencia. Necesitamos una rendición de cuentas visible en materia de inclusión de género. Esto implica publicar datos de asistencia desglosados, abrir un espacio para que las organizaciones de la sociedad civil revisen las propuestas y priorizar las cuestiones de género en todas las fases de la reforma.
Libia no puede avanzar mientras la mitad de su población permanezca al margen. No se trata solo de un problema de mujeres, sino de un problema nacional. La credibilidad de cualquier acuerdo político depende de su inclusividad. La sostenibilidad de cualquier gobierno renovado depende de su legitimidad, y esa legitimidad depende de que todos los libios puedan participar, moldear y liderar.
A la comunidad internacional, les digo: apóyennos, pero no decidan por nosotras. A los miembros de nuestro comité designado por la UNSMIL, especialmente a las mujeres, les digo: alcen la voz, presionen con fuerza, no se conformen con la simple presencia. Y a mis compatriotas libias: sigan escribiendo, organizándose, luchando, hablando. No son meros símbolos, son arquitectas de la nueva Libia.
La historia no espera. ¡Nosotros tampoco!
Difundido en el Boletín Comunicando el Mediterráneo con una mirada feminista de la Red Europea de Mujeres Periodistas