“Abrázame que el tiempo pasa y ese no se detiene
Abrázame muy fuerte amor que el tiempo en contra viene…” Juan Gabriel
Moisés Sánchez Limón
SemMéxico, Cd. de México, 4 de febrero, 2025.- Disculpe usted, venerable Princesa Caramelo, no pretendo aguarle la fiesta, pero el licenciado Donald Trump tiene la sartén por el mango. Y usted lo sabe bien, hasta le dejó tarea.
¿Un mes de gracia? Sí, ¡caray!, pero…
En la amigable cuando diplomática plática, el licenciado Trump no se desdijo de aquella acusación del sábado último que provocó desde posturas de insultante patrioterismo y hasta verdaderas reacciones nacionalistas que la arroparon, doctora.
No fue para menos, pero no es nueva la acusación porque, seamos honestos, señoras y señores, el proceder de funcionarios de las grandes ligas, desde hace por lo menos cuatro décadas, ha provocado que al gobierno mexicano se le acuse de proteger a delincuentes, al crimen organizado.
Y, usted, doctora presidenta lo sabe bien porque su pertenencia a esos altos niveles desde el inicio del nuevo milenio le dio acceso a información privilegiada.
Hay una pregunta que ni usted ni su maestro Andrés Manuel López Obrador se han atrevido a contestar:
¿Qué le deben a Rubén Rocha Moya que lo defienden y sostienen como gobernador de Sinaloa?
Hay sobradas evidencias de que Rocha Moya está vinculado con El Mayo Zambada y El Chapo Guzmán. Él admitió haber llegado a acuerdos con el crimen organizado en Sinaloa para llegar al gobierno estatal.
Y Rocha Moya es uno de tantos funcionarios públicos federales y estatales de la 4T acusados de tener esas relaciones que no se presumen, pero encumbran en el poder.
¿Abrazos y no balazos, factor de acuerdo salpicado como una gracejada?
Bueno, bueno. Hasta a usted y al licenciado López Obrador se les acusó de la misma debilidad.
Su antecesor se indignó y usted también, pero han dejado correr el tiempo en busca de que se enfríe la acusación y se desgaste como chisme de vecindad…
¿Y?
El canijo tiempo es implacable y, hete aquí que, el sábado último, una vez declarada la aplicación de 25 por ciento de aranceles a todos los productos que México exporta a Estados Unidos, el presidente Trump declaró:
«(…) las organizaciones mexicanas de narcotráfico tienen una alianza intolerable con el gobierno de México”.
“El gobierno de México ha proporcionado refugios seguros a los cárteles para que se dediquen a la fabricación y el transporte de narcóticos peligrosos, que en conjunto han provocado la muerte por sobredosis de cientos de miles de víctimas estadunidenses. Esta alianza pone en peligro la seguridad nacional de los Estados Unidos y debemos erradicar la influencia de estos peligrosos cárteles».
Severa declaración que le dio la vuelta al mundo. Y usted se encabronó, seamos claros. Y Su Alteza Serenísima, allá donde se esconde entró en pánico e indignación.
Sí, sí, doctora, se entiende su reacción frente a la severa acusación. Por supuesto, el licenciado Trump no respaldó con pruebas su dicho. Así es esto de la política y el licenciado López Obrador es un maestro de la misma escuela del presidente Donald.
Pero, venerable presidenta, el que se ríe se lleva. Usted ha blofeado con los planes A, B y C para enfrentar la tormenta que se avecinaba y usted como los sedicentes expertos imaginaron sólo en el terreno comercial.
No, no es ese el objetivo del licenciado Trump.
Para blindar la frontera contra oleadas de migrantes ilegales y deshacerse de los que considera delincuentes que viven en Estados Unidos, el licenciado Marcelo y el Duce se doblaron y enviaron más de 20 mil guardias nacionales al inicio de la administración de la 4T.
Hoy, en el segundo piso usted, doctora Shein, sólo enviará 10 mil. Pero…
Mire usted, en la administración del presidente Miguel de la Madrid Hurtado nadie se escandalizó ni convocó a las fuerzas vivas para concentrarse en el Zócalo en manifestación patriotera y protestar contra el gobierno de Ronald Reagan.
En el Archivo General de la Nación hay un documento de la Dirección General para América del Norte, dependiente de la Secretaría de Relaciones Exteriores, del cual retomo párrafos esenciales y ustedes, señoras y señores opinen. A saber:
“Memorándum para información superior
“ASUNTO: México en el Primer Informe Semestral del Departamento de Estado al Congreso de los EUA sobre los principales países productores y vías de tránsito de drogas”.
En febrero de 1987, el Reporte Estratégico Sobre Control Internacional de Narcóticos “al referirse al caso específico de México, el reporte da por hecho que en materia de control de drogas hay una clara vinculación de las autoridades gubernamentales con el narcotráfico y que, por tanto, hay corrupción (…)”.
“Por otro lado, se menciona la disponibilidad del gobierno mexicano para combatir la producción y distribución ilegal de drogas, pero se recalca, tendenciosamente, que ésta ha sido más efectiva, a raíz de la muerte del agente de la DEA Enrique Camarena”.
¡Recórcholis, Batman!
El reporte fue presentado en febrero de 1987 “y causó fuerte polémica en el Senado y la Cámara de Representantes de los EUA, la certificación que hizo el presidente (Ronald) Reagan, respecto a la actuación de la lucha antinarcóticos de México, Panamá y Bahamas. Algunos congresistas formularon iniciativas de ley para desaprobar la certificación presidencial en los casos mencionados y, así, ejercer sanciones económicas contra esos países.
“Este informe semestral fue realizado por el Departamento de Estado, con la colaboración de la Agencia de Control de Drogas (DEA) , la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el Servicio de Aduanas de los EUA (…)”, cita el memorándum de la SER en tiempos de Bernardo Sepúlveda Amor como canciller de México.
¿Qué le parece?
Y lea usted lo que el entonces presidente Miguel de la Madrid Hurtado dijo en Washington, D.C., el 13 de agosto de ese 1986 en la recepción ofrecida en su honor por el presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan:
“Quisiera referirme también al tema que el Presidente Reagan y yo tratamos como parte muy importante, muy destacada de nuestras conversaciones, que es el combate al narcotráfico. El gobierno de México sostiene que la cooperación internacional es necesaria para enfrentar con eficiencia el grave problema del narcotráfico. Estamos de acuerdo en que es indispensable atacar simultáneamente con la mayor determinación todos los eslabones de la cadena delictiva, es decir, la producción, la distribución y el consumo.
“He manifestado al Presidente Reagan la importancia que concedemos a la campaña emprendida por el gobierno estadounidense, bajo su liderato, para combatir la distribución y el consumo de estupefacientes en Estados Unidos. Seguiremos fortaleciendo la cooperación (…)”
Bastante agua ha pasado bajo el puente y el tema se recrudeció en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador quien, el 7 de mayo de 2019 desconoció al Plan Mérida, mediante el cual el gobierno de Estados Unidos apoyaba a México, con sus asegunes por supuesto, en el combate al crimen organizado.
El licenciado López Obrador, entre sus genialidades patrioteras declaró ese día:
“Por ejemplo, durante años fue el llamado Plan Mérida, fíjense cómo querían resolver el problema entregándonos helicópteros artillados. ¿Para qué queremos nosotros eso? Ya hasta estamos proponiendo que desaparezca ese llamado Plan Mérida y que toda la cooperación tenga que ver con el desarrollo, con el bienestar del pueblo”.
Y el 12 de febrero de 2021 insistió y rechazó cualquier cooperación militar del Plan Mérida. ¿Sería porque el tratado de seguridad establecido con Estados Unidos para combatir al crimen organizado ocurrió en la gestión de Felipe Calderón?
Bueno, he aquí la consecuencia. Las frías cifras del crecimiento del crimen organizado en México demuestran el fracaso de haberlo combatido con abrazos, no con balazos.
No, no, señoras y señores, no se trata de descalificar a la Princesa Caramelo ni echarle a perder la fiesta. Tiene un mes para hacer la tarea que le dictó el licenciado Trump, porque, dígame usted ¿a qué se comprometió el presidente de Estados Unidos?
El licenciado Donald sólo se reservó el derecho de admisión. Seamos serios y hagamos changuitos para que la doctora encauce su tarea por el mejor camino y, dejándose de baladronadas y chistoretes, atienda prioridades.
¡Métale presión, joven Harfuch! ¿A poco no, Drakko? Digo.
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