Soledad Jarquín Edgar
SemMéxico, Oaxaca, Oax., 30 enero 2018.- Cada semana suceden poco más de tres asesinatos de mujeres en lo que va de los últimos 13 meses en Oaxaca. De estos, solo el 0.05 por ciento de los feminicidas han sido sentenciados; el resto está en la impunidad.
Los datos fueron proporcionados por la presidenta de la organización Lunas del Sur, Erika Lilí Díaz Cruz, al hablar ante María de Jesús Patricio Martínez, vocera del Consejo Indígena de Gobierno (CIG), aspirante a candidata independiente al gobierno mexicano, en el proceso electoral que se realizará este año.
En el zócalo de esta capital, expuso que más de tres familias a la semana, sufren la pérdida, la impotencia, la desgracia, de ser víctimas del asesinato de una hija. Más de cien familias en un año han estado sobreviviendo a su ausencia.
Afirmó que el sistema de justicia no da ninguna certeza ni reparación integral a las familias, por lo que las autoridades que consienten y toleran los feminicidios no son dignas de llamarse autoridades, ya que permiten que los asesinos sigan en libertad y en completa impunidad.
El trágico drama cotidiano de todas las mujeres —sin importar su origen o cualquier otra diferencia— es que vivimos atemorizadas, horrorizadas con lo que los hombres y las instituciones hacen a nuestros cuerpos. No se puede seguir sosteniendo un sistema al que las vidas de las mujeres no les importan.
Díaz Cruz, académica que ha impulsado en Oaxaca el Diplomado de Estudios de las Mujeres, Géneros, Feminismos y Descolonización, refirió que frente a la violencia contra las mujeres nadie escucha, ni las autoridades ni la sociedad; son las madres de las víctimas quienes demandan justicia para sus hijas.
Se refirió a la indiferencia de muchas personas frente a la tragedia del feminicidio: “Prefieren vivir pensando en que eso no le pasará y otras más nos organizamos y luchamos para que nadie tenga siquiera que plantearse dejar de hacer su vida diaria por miedo”. Miedo que impide proyectar el potencial humano y nos somete frente a quien tiene el poder, añadió.
Para la especialista, indicó que las mujeres somos el elemento más barato del sistema capitalista; además, sobre nuestros cuerpos se extrae la fuerza de trabajo más importante: la reproducción de la vida, los cuidados y la crianza.
¿Qué sucedería en un sistema si las mujeres diseñásemos otras formas de vivir? Es necesaria nuestra presencia, nuestras palabras y pensamientos. Sólo así se puede mover las instituciones, las políticas públicas, las maneras en que se distribuye la riqueza y se implementa el desarrollo, continuó.
Los pueblos originarios y las mujeres tenemos opresiones comunes. No basta con mencionarlas o hacerlas visibles, las acciones son inaplazables para reducirlas y establecer un nuevo pacto social. Un pacto en donde la palabra de mujeres y pueblos originarios se escuche sin racismo, sin sexismo, concluyó Díaz Cruz.
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