Rocío Fiallega
SemMéxico, Cd. de México, 14 de noviembre, 2021.- Simone, la mujer, la pensadora, la combativa-combatiente. Iluminas a tu paso el que inició Christine de Pizan; recorres la historia contemporánea con tu presencia; sabia lectora de tu tiempo, escuchaste los murmullos de nuestras ancestras, para volvernos lo que somos. Dejaste atrás tus fronteras para construirte y, sin mayor prejuicio, confiaste en quien era indispensable para ti: tu misma. Al descubrirte, nos delataste, nos diste un espejo, transitamos inútilmente en el mundo sin habernos re-conocido, y resulta que siempre estuvimos allí. Partiste en dos el siglo XX y nuestra vida también para mirarnos en ese “antes de” y “después de”. Incansable, enriqueciste los saberes hasta que no quedó punto en el planeta que no mereciera algún juicio adecuado. Hasta ahora entiendo que realmente eras una poeta, preferiste la prosa filosófica porque te urgía que el mundo entendiera.
Simone, la mujer, la escritora, la compañera-amante. En tu prosa palpita la pasión por la vida, nuestros haceres y saberes asumen el ritmo de sístole-diástole para revelarnos la condición humana en cada una de tus letras. Podemos estar rotas u observar a una invitada, saber sobre la sangre de los otros, recorrer anécdotas como mandarines, pero lo que prevalece es el espíritu vital que nos sostiene. Bordeamos los límites y nos regocijamos en ello; sin embargo, pocas veces tenemos el suficiente aliento para escribir (nos). Como una delicada melodía utilizaste el lenguaje para que fuera tu cómplice y nos devolviera ese momento mágico en el que la literatura es la vida misma y al revés también.
Simone, la mujer, la otra, la misma, todas nosotras… Gracias.