Rocío Fiallega
SemMéxico, Ciudad de México, 22 de julio, 2023.- Francisca era una niña como tú, le gustaba mucho el lugar donde vivía, en Villa Ocampo, Durango, donde la tierra era roja y el viento era un sabio que lleva y trae historias, su casa estaba cerca del hermoso Río Florido. Nació en 1900, muchos años después cambió su nombre por Nellie Campobello.
Su abuelo Mateo le contaba historias de apaches y de luchas por la tierra, ella escuchaba con sus ojos siempre abiertos, brillantes y alegres.
Con su mamá Rafaela y sus hermanitos se fue a vivir a Parral, en Chihuahua, que era una noble tierra. Poco tiempo después estalló la Revolución Mexicana de 1910.
No tenían muchas cosas, solo a su mamá que les cantaba y les cosía ropita, eran tiempos difíciles. La niña Francisca con su vestido y sus botitas nunca se imaginó que lograría ser la única mujer que escribiría sobre la Revolución Mexicana siendo testigo de ella, ni que sería una gran maestra de danza, así como coreógrafa (porque su hermanita Soledad, que luego se cambió el nombre por Gloria fue la bailarina), ni que sería directora de la Escuela Nacional de Danza o que crearía el “Ballet de la Ciudad de México”, ni que se olvidarían de ella cuando fuera mayor.
Después de estar en Parral, cuando Francisca era adulta se mudó a la Ciudad de México con sus hermanos y su mamá para quedarse mucho tiempo. Entonces, se cambia su nombre de Francisca Moya Luna a Nellie Campobello.
La Escritura
Le gustaba escribir desde chiquita. Ya en la ciudad de México conoció al Dr. Atl, quien decidió publicarle sus poemas con el título Francisca ¡Yo! –si te fijas aún no se había cambiado el nombre-. También siguió escribiendo poesía a lo largo de los años y publicó en Mis Libros una parte de esos primeros poemas y los nuevos con el título “Abra en la roca”; después escribió Tres poemas.
Nellie traía en los ojos imágenes de la Revolución, algunas alegres, pero casi todas tristes o crueles, por ejemplo, al pie de su ventana en la calle Segunda del Rayo un día estaba el cadáver de un hombre; también en su corazón estaban las historias que le contaba su madre sobre los revolucionarios.
Casi todos conocemos historias o sabemos lo que ha ocurrido en la Revolución Mexicana, pero ella no leyó esos libros, todo lo vivió. Entonces, decidió contar la historia de la revolución no sólo hablando de las batallas, los caudillos o los generales, sino desde los revolucionarios que conoció, en el libro Cartucho. Relato de la lucha en el Norte de México, recreó esos personajes con cariño, con ternura. A Nellie también le interesaba que no se olvidara a uno de los más aguerridos líderes de la revolución, por eso escribió Apuntes sobre la vida militar de Francisco Villa.
La mamá de Nellie era una mujer esbelta y de cabellos negros, con ojos que eran en la mañana amarillos y verdes, indecisos a las tres de la tarde, después se volvían de oro, con unas cejas que se movían cuando levantaba la voz para cantar; murió en 1922, eso le causó mucho dolor a Nellie, quien la extrañó hasta la muerte, así es que escribió el libro Las manos de mamá para contar que con esas manos formaba tortillas húmedas de lágrimas porque tenía que alimentar bocas hambrientas, sin razonamientos, sin corazón. Rafaela era una mujer a la que la vida le dio el dolor de nosotros quitándole todo, pero extendía sus sueños como una niña que tiende sus muñecas para empezar a moverlas.
La Danza
En la Ciudad de México, Nellie y Gloria fueron a ver a Ana Pavlova y entonces nació la pasión por la danza; al principio Nellie acompañaba a su hermana a sus clases, luego decidió estudiar. Estuvo en el Ballet Carroll e interpretó papeles chiquitos.
Juntas estuvieron en las Misiones culturales en las que participaban muchos artistas, y viajaban mucho para llevar sus danzas mexicanas a muchos lugares de la República. Hay una foto muy bonita en la que Nellie y Gloria bailan el jarabe tapatío y como no había muchachos, pues Nellie sale de hombre y Gloria de mujer.
Luego Nellie realizó la coreografía del Ballet 30-30 que se trataba sobre el levantamiento armado de 1910 y se escenificaba en un estadio o un lugar muy grande porque participaban como 400 personas.
Tiempo después, Nellie dio clases y fue directora de la Escuela Nacional de Danza desde 1937 hasta su desaparición en 1985. Fue pionera de la danza en nuestro país ya que buscó que se tuvieran espacios dignos y que todos pudieran practicar este arte.
Nellie quería que sus alumnos de danza conocieran los movimientos de las danzas indígenas, no sólo como pasos a seguir en una coreografía sino que fueran fieles a la parte íntima, entrañable, que es donde lo esencial del ritmo tiene su verdadero origen, por eso con su hermanita Gloria (Soledad) y su hermano Mauro diseñaron un libro único: Ritmos indígenas de México, es muy diferente a todos los demás porque viene la explicación de algunas danzas indígenas, así como los dibujos que enseñan cada paso.
Fundó el Ballet de la Ciudad de México, el primero que hubo en el país, con su hermana Gloria, Martín Luis Guzmán y José Clemente Orozco, solamente hizo tres Temporadas (en 1943, en 1945 y en 1947). Para este Ballet hizo las coreografías: Fuensanta, Obertura Republicana, Ixtepec, Vespertina, Presencia y Feria (basada en bailes folklóricos mexicanos).
La soledad
Nellie fue una mujer del norte, poderosa en su voz y su talante, siendo adulta le gustaban los abrigos de piel, vestir bien y hablar de la Revolución Mexicana; se alimentaba de miel, dátiles, nueces, germen de trigo, tortillas de harina y café… de la carne seca, el chile con queso, sopaipías, mochomos y chacales.[1].
Siempre tuvo la necesidad de hacer justicia mediante su escritura (para que no se olvidaran de los revolucionarios verdaderos), decir la verdad, esforzarse hasta lograr sus objetivos (tener una danza mexicana a la altura de las mejores del mundo), quizá por eso no tuvo tiempo para casarse.
Pero con el tiempo se fue quedando sola, primero se murió su hermanita Gloria en 1968 y luego su mejor amigo, Martín Luis Guzmán en 1976; aunque siempre estaba ocupada en la Escuela Nacional de Danza, cada vez salía menos, así es que una alumna suya y su marido se acercaron a ella porque no tenían dónde vivir, después de eso se fueron adueñando de la vida de Nellie, no la dejaban salir.
Muchas personas se preocuparon por eso y entonces ella salió a la calle en 1985 con esas dos personas, pero luego desapareció; ellos siempre decían que ella estaba de viaje, pero nadie la veía.
Artistas y escritores pidieron durante varios años que las autoridades la buscaran, pero hasta 1998 la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal encontró una tumba con las siglas NCM-FML (Nellie Campobello Morton-Francisca Moya Luna).
Nellie había muerto el 9 de julio de 1996. Aunque llegaron tarde los reconocimientos, la memoria nos trae a esa mujer que siempre quiso ser como una mariposa, que pedía manos rojas para derribar cerros, que amaba su tierra y que fue una niña como cada una de nosotras.
[1] Las sopaipías se comen en la temporada navideña, son una especie de buñuelos, galletas de harina un tanto gruesas que se fríen y son cubiertas por azúcar y canela; los mochomos es carne molida seca que tiene la apariencia de hormigas –a las que se les dice mochomos- y los chacales es un guiso que se come por lo general en Semana Santa, consiste en una sopa que se hace con maíz quebrado (duro), queso, jitomate y especias.