Un instituto a veces autónomo y otras solo descentralizado, es un ente dedicado a un área específica .
La sola creación de la secretaria tampoco asegura lograr la transversalización de la perspectiva de género.
SemMéxico. Cd. de México. 23 de julio de 2018.- Un instituto a veces autónomo y otras solo descentralizado, es un ente dedicado a un área específica y suele tener entre sus funciones más importantes las referidas a la investigación, a la elaboración de diagnósticos, de manuales que ayuden a comprender el tema al cual se dedica. Una secretaria en cambio es un organismo que trabaja un tema en específico con el fin de crear políticas públicas y programas bajo las instrucciones directas del poder ejecutivo y del plan y programa de gobierno. En este sentido tienen razón quienes reclaman la pérdida de autonomía del Instituto de las Mujeres de la Ciudad de México.
Pero la lectura sobre si es mejor o no el cambio en la estructura radica en la valoración de otras características, siempre pensando en que lo que se busca es que el órgano que se encargue de trabajar en favor de las mujeres lo haga de la mejor manera. Pero ¿cuál es la mejor manera? Desde los años 70, época en la que los organismos internacionales comenzaron a posicionar el tema de que los Estados parte debían impulsar el desarrollo de las mujeres, se han visto diferentes enfoques algunos de ellos son lo que comúnmente hemos llamado mujeristas y que las especialistas han identificado como modelos de mujeres en desarrollo (MED) y de Género en el Desarrollo (GED) y el más actual el llamado en español de transversalidad que es: “la reorganización, mejoramiento, desarrollo y evaluación de procesos de toma de decisiones en todas las políticas públicas y en la estructura institucional, con el objetivo de incluir en todos los procesos de toma de decisiones, la perspectiva de las relaciones entre los géneros y aprovechar dichos espacios para promover la equidad” (Beijing, 1995).
Para lograr esta transformación en las políticas públicas es necesario revisar como lo propone Zaremberg tres variables íntimamente ligadas: el grado de institucionalismo, es decir las reglas existentes, el nivel de gobernanza o dicho de otra manera las redes con las que se cuenta y el capital presupuestario y organizacional.
En este punto es dónde podemos identificar que además de la preciada autonomía existen otros tres elementos cuyo peso es mayor a la hora de transversalizar la perspectiva de género. Por ello vemos con frecuencia institutos de las mujeres en los estados que teniendo a una mujer progresista al frente y a pesar de la autonomía logran avanzar muy poco y mucho se debe a que los institutos tienden a depender de diversas autoridades para recuperar los recursos destinados al género, desperdigados entre las políticas públicas para cumplir con los compromisos institucionales definidos por los planes de desarrollo, que no logran profundizar en la transversalización de la perspectiva de género porque sus atribuciones no les permiten sentarse como homólogos con las secretarias de gobierno o en los gabinetes y consejos con mayor envergadura.
Por esta razón, la creación de una secretaría suena prometedora porque incrementaría por una lado el nivel de institucionalización es decir de reglas y un mayor nivel de recursos tanto presupuestales como de personal que le permitan sentarse en los gabinetes y consejos a discutir la planeación y programación estratégica para el desarrollo de las mujeres en todas las áreas de gobierno. Sin embargo, la sola creación de la secretaria tampoco asegura lograr la transversalización de la perspectiva de género, es necesario que este ente tenga una buena reestructuración organizacional para definir los niveles de incidencia directa con la población así como su labor como organismo para lograr la evaluación y monitoreo de las políticas públicas que emanen del gobierno de la Ciudad de México.
SEM/Rf
Rita Imelda Fernández
@RitaIFdz