La 4T se pasa la Constitución por debajo del puente fronterizo
Yaneth Angélica Tamayo
SemMéxico. Cd. de México. 2 de julio de 2019.- El desplazamiento humano ha sido una constante a lo largo del tiempo, las civilizaciones han construido parte de sus culturas gracias a la coexistencia de personas de diversos orígenes, que han dando paso a variados intercambios culturales.
Lo cual ha propiciado la modificación de los mapas demográficos, del progreso, de la disparidad económica y de las necesidades humanas; por ello, las personas de manera voluntaria o forzada han tenido que migrar en búsqueda de recursos económicos hacia países poderosos; aunque, en las últimas décadas también lo han hecho de países muy pobres hacia otros menos pobres.
Sin embargo, en la mayoría de casos las personas que se ven obligadas a migrar de manera forzada lo hacen clandestinamente, es decir, su tránsito migratorio lo realizan sin documentos de identificación que amparen su pertenencia a un país de origen, lo que trae como consecuencia una fuerte repercusión en la comisión de violaciones a sus derechos.
En su afán de encontrar una mejor vida, las personas migrantes afrontan múltiples problemas, como robos, maltratos, falsas acusaciones, engaños, violaciones físicas, entre otras transgresiones que en muchos casos culminan con la muerte; circunstancias que se suscitan debido a la fuerte carga de discriminación por sexo, condición social, pertenencia étnica y analfabetismo.
Quiero dejar claro que la intención no es resaltar el aspecto negativo de la migración ni fomentar un sentimiento compasivo, sino visibilizar las situaciones por las que pasan estas personas y que contribuyen a que los nacionales tengan una percepción errónea que fomenta la xenofobia en contra de los que se desplazan; pero además, reconocer las violaciones a derechos humanos de las cuales el Estado es omiso.
Hecha esta salvedad, se debe tener en cuenta que en el caso de México existe una situación compleja debido a que se trata de un país receptor de migrantes en el que las personas que se desplazan conforman una población flotante que permanece por cortas temporadas en los lugares que transitan pues su objetivo se centra en la frontera con Estados Unidos.
Sin embargo aun cuando su estancia por el territorio es corta, a lo largo de su trayecto se va ejerciendo en contra de ellos violaciones a sus derechos que los convierten en víctimas potenciales de situaciones negativas y delictivas.
Pues la mayoría de las personas que conforman las caravanas migrantes, carecen de instrucción básica, son analfabetas, nunca antes habían salido de sus comunidades; en muchos casos solo hablan una lengua indígena; su fisonomía es típica de pueblos afrodescendientes; no cuentan con dinero suficiente para suministrarse necesidades básicas; lo cual los coloca en un estado de indefensión y más si se trata de mujeres y menores de edad.
En el país se tiene registrado que algunos migrantes muren debido a la falta de alimentos, cansancio y al terror que les provoca el acoso de agentes migratorios; en otros casos son obligados por traficantes de humanos a consumir drogas para “aguantar” el viaje y suelen ser utilizados para transportar pequeñas cantidades de droga, por si llega a ser detenidos además de todo lo padecido sean acusados de tráfico de estupefacientes.
Son utilizados cada vez más infantes para el tráfico de humanos; la delincuencia organizada los obliga a trabajar; mujeres y niñas son sometidas a abusos sexuales, los organismos de derechos humanos reportan que el 95% de las sexo servidoras son indocumentadas, la mitad tienen edades entre 13 y 17 años, muchas de ellas son raptadas en su tránsito por México y son obligadas a prostituirse o son vendidas.
Estas no son las únicas circunstancias por las que lamentablemente pasan los migrantes, ya que además enfrentan actitudes racistas y discriminatorias, pues los atacan por considerarlos invasores, lo que propician que sean estigmatizados y discriminados por los nativos de los lugares donde van transitando, los rechazan, los acusan de generar violencia, de ser delincuentes, prostitutas, violadores y además rateros, razones por las cuales son discriminados; esto no quiere decir que no existan excepciones, pero no se debe generalizar.
Otros son incomprendidos por sus diferencias culturales, su vestimenta, su aspecto descuidado, su fisionomía, color de piel y forma de hablar.
Situaciones que les provocan impactos psicológicos y físicos que alteran su entorno social, pues aparte de su pobreza y condición de indocumentados, son discriminados.
Los anteriores escenarios se han incrementado debido al arribo de las caravanas migrantes; al ingreso de más de 20 mil personas extranjeras de forma ilegal en lo que va del año; a la irresponsabilidad del actual Presidente al prometer asilo y ayuda a todo migrante, aun cuando las condiciones de pobreza y falta de oportunidades no son superables para los propios mexicanos; a la falta de actuación por parte del gobierno federal para frenar en su momento la entrada de migrantes y a la polarización que el propio gobierno ha fomentado.
Aunado a ello, la desacertada decisión de negociar con Donald Trump la suspensión de medidas arancelarias para los productos mexicanos, a cambio de ejecutar una política migratoria represiva de contención en contra de los migrantes, solo para satisfacer los aires de grandeza de un xenófobo, agravando con ello las violaciones a los derechos de las personas desplazadas.
La forma arbitraria e inhumana en que los agentes fronterizos realizan redadas sorpresa y detenciones masivas sin tener las facultades para hacerlo y además desprovistas de protocolos, así como la pretensión de enviar 6 mil efectivos de la Guardia Nacional; no abonan en nada para eliminar las prácticas discriminatorias ni disminuir el arribo de migrantes, antes bien agudizan las violaciones a derechos humanos y fundamentales de las personas indocumentadas que se encuentran en el territorio mexicano.
Dejando a un lado lo establecido en la Constitución en la cual se ordena que todas las personas en el país gozaran de los derechos humanos, no serán discriminados y no se atentara contra su dignidad, sus derechos y libertades de personas.
Al Estado se le olvida que las Naciones Unidas, la Organización de los Estados Americanos y el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, establecieron que en México los migrantes son el tercer sector de la población más discriminado, después de los homosexuales y los indígenas.
Expresando su preocupación por la información que confirma la práctica de malos tratos, extorsiones y robos cometidos por funcionarios en contra de hombres, niños y mujeres que carece de documentos migratorios, así como por los recurrentes actos de violencia y agresiones a migrantes por parte de la delincuencia organizada, que resultan con frecuencia impunes.
En conclusión, no se pretende que el Estado mexicano satisfaga las necesidades de los migrantes y a las que indebidamente se comprometió; pero si, que se reconozca la necesidad de realizar acuerdos multilaterales, bilaterales e interinstitucionales que cuenten con la participación de los involucrados directa e indirectamente, con formatos vinculantes de dialogo e intercambio de buenas prácticas y todo lo que pueda ser de utilidad.
Pero además, es necesario sensibilizar a los mexicanos para que comprendan que las personas ante la falta de oportunidades tienen la necesidad de migrar y que en carne propia sufren la injusticia, la invisibilidad y las lacerantes violaciones discriminatorias solo por el hecho de ser pobres o ser considerados diferentes; se requiere que sus derechos sean respetados.