Yaneth Tamayo Avalos
SemMéxico, Querétaro, Qro. 22 de julio, 2025.- Uno de los problemas más evidentes en el país, es la falta de reconocimiento institucional y social sobre la violencia contra la mujer en razón de género; en especial, cuando de infancias se trata.
A través del tiempo, la sociedad ha despojado de identidad y derechos a las niñas, niños y adolescentes, quienes por su condición etaria son privados de su capacidad de decisión. Esto es, por su situación de niñez están posicionados en una estructura social dominante que les limita en su forma de pensar, comunicar, decidir y relacionarse como personas en los espacios públicos y privados.
Esta situación, se manifiesta en una relación inequitativa respecto de la capacidad de decisión y el ejercicio del poder, que se funda en la idea social de que esta población infante se articula desde la opinión de los adultos para establecer así una jerarquía vertical, que sitúa en gran desventaja a todos los menores de edad, pero en especial a las niñas.*
Siendo esta falta de reconocimiento y limitación a los derechos, lo que ha permitido que delitos como el abuso sexual y la maternidad infantil sean invisibilizados y disfrazados como embarazo infantil.
Creencia que se origina en el tabú de que las niñas no pueden decidir sobre su cuerpo, ni mucho menos considerar que tienen derechos sexuales y reproductivos.
A lo anterior, se suma la idea de que la maternidad es el eje principal de la identidad femenina; por lo que, este sistema de creencias al estar condicionadas por contextos y dinámicas sociales propician que la violencia contra las mujeres infantes sea normalizada y persistente.
Traduciéndose en múltiples transgresiones a los derechos humanos y calidad de vida de las niñas. En este sentido, el embarazo y la maternidad infantil representan un problema con graves consecuencias que pone en peligro a las infantes.
Realidad de la maternidad infantil
De acuerdo con el Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres, se considera embarazo infantil forzado aquel “que se produce en niñas menores de 14 años quienes, sin haberlo buscado o deseado, quedan embarazadas y se les niega, demora, dificulta u obstaculiza la interrupción del embarazo”, por lo tanto, conlleva a la vivencia de una maternidad no planeada.*
Es decir, será un embarazo forzado, porque el Estado, mediante sus agentes, no actúa apegado a estándares internacionales, dejando sin otra opción a las menores más que la de continuar con la gestación y, en algunos casos, ejercer el cuidado y la crianza de su hijo, negándoles la dignidad y sus derechos humanos.
Ahora bien, el embarazo en niñas está estrechamente relacionado con la violencia y la coacción sexual, pues las menores no deciden de forma premeditada tener relaciones sexuales; sino que, existe un nulo poder de decisión por circunstancias fuera de su control.
En algunos contextos, el embarazo y la maternidad a tan temprana edad son consecuencia de que las niñas hayan establecido una unión con un varón de 6 a 15 años mayor que ellas, lo que demuestra una relación inequitativa en la capacidad de decisión y en el ejercicio del poder.
Datos de la OMS indican que mientras menor sea la edad en que una mujer inicie su vida sexual, mayor será la probabilidad de que haya sido forzada.
En México, el INEGI menciona que la diferencia en estas relaciones abarca un rango de 10 a 78 años. Referencias que se confirman con los 30 casos documentados en el 2024, por la Secretaría de Salud de México, en las cuales se informan los partos de niñas entre los 10 y 12 años cuyas “parejas” tienen un rango de edad de 13 a 65 años.**
Situación que evidencia el efecto dañino que genera la violencia contra las niñas y otros delitos como la pedofilia, el abuso y el acoso sexual; al igual que, los roles tradicionales aún arraigados en la sociedad como son: el matrimonio infantil o las uniones a temprana edad, el intercambio o venta de niñas y las creencias religiosas.
Las consecuencias
El embarazo y la maternidad infantil tienen raíces profundas, y muchas de ellas están fuertemente arraigadas a la calidad de vida, a la pobreza y a la construcción cultural de un país.
Y son precisamente los discursos y prácticas sociales las que juegan un papel importante en la desigualdad y la violencia contra las mujeres por razón de género, afectando de forma drástica a las niñas.
En especial, cuando se ven obligadas a llevar un embarazo, pese a que, existen complicaciones médicas que ponen en riesgo su vida. Pero, además, la obligación de ejercer una maternidad no deseada, eleva las posibilidades de sufrir complicaciones que obstaculizarán su crecimiento y desarrollo, al privarlas de su infancia y educación, y, en el proceso empeorar su salud y condiciones socioeconómicas. ****
Para finalizar, es importante tener en claro que el embarazo en menores de edad, si bien, es un fenómeno que se origina a partir de múltiples factores, en los cuales el común denominador es la menoría de edad, esto no significa que en todos los casos exista un consenso sexual o que las niñas tengan la capacidad psicológica y biológica para comprender las consecuencias de un embarazo.
De ahí, la importancia de nombrar y determinar en qué medida los embarazos en menores de edad son producto de un abuso sexual, una costumbre cultural o del inicio prematuro de la sexualidad.
No se pueden generalizar, términos, políticas públicas, estadísticas ni estudios que agrupen las situaciones antes descritas en “embarazos adolescentes o infantiles”, ni mucho menos reducir o justificar las causales del embarazo producto de abusos, a meras experiencias sexuales no planificadas.
Nombrar y visibilizar el abuso sexual y el embarazo forzado que se ejerce contra las mujeres infantes, es una medida de prevención y justicia social, que contribuye erradicar la violencia estructural y sexual contra las niñas y adolescentes.
* https://www.redalyc.org/journal/267/26763954004/html/
** Según la Encuesta nacional sobre las relaciones en los hogares (Endireh 2021), 41.3% de las adolescentes de 15 años sufrieron violencia sexual alguna vez en su vida, y 9.4% (4.4 millones) afirma haber sido víctima de abuso sexual durante la infancia. Asimismo, revela que al cuestionarles acerca de su primera relación sexual, 93% de quienes la tuvieron entre los 5 y 9 años, señalaron no haberla consentido. Ipas refuerza esta información al especificar que 6.7% de quienes iniciaron su vida sexual entre los 10 y 14 años y 1.2% de quienes lo habían hecho entre los 15 y 19 años tampoco consintieron el acto sexual.
*** https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/adolescent-pregnancy
**** Las niñas menores de 14 años tienen mayor riesgo de sufrir problemas médicos, ya que una pelvis no desarrollada puede dificultar el parto, ocasionando un parto obstruido, mortalidad infantil o materna. Dado que la estructura pélvica aún no está completamente desarrollada ni lista para el parto, la DPC es un problema común durante el parto en adolescentes. Esto puede, además, provocar un parto más prolongado, parto obstruido y contracciones uterinas hipotónicas