Sonia del Valle
SemMéxico. Ciudad de México. 20 de noviembre de 2025.- El secretario de Educación, Mario Delgado, aseguró hace unos días que México está “muy cerca de ondear la bandera blanca del analfabetismo”. No es el primero en decirlo; tampoco será el último. Lo sé porque llevo décadas escuchando exactamente la misma promesa, con las mismas palabras y el mismo entusiasmo. Esa frase —o alguna versión casi idéntica— se la he oído ya a diez secretarios de Educación. Por eso me hizo eco inmediato.
Reyes Tamez Guerra, secretario de Educación con Vicente Fox, lo afirmó en 2003: “vamos a eliminar el analfabetismo”.
Josefina Vázquez Mota, la primera de los tres secretarios del sexenio de Felipe Calderón, dijo en 2006: “México puede ser un país plenamente alfabetizado”. (Ajá).
Alonso Lujambio (QEPD), segundo secretario de Calderón, hablaba de “cerrar la brecha” mientras aseguraba que incluso las telenovelas eran herramientas para combatir el rezago.
José Córdova Villalobos hablaba de un gran “compromiso nacional” para erradicarlo.
Emilio Chuayffet, ya en el sexenio de Peña Nieto, urgía a “acelerar el paso”.
Aurelio Nuño presumía en 2017 que “solo el 5% de la población es analfabeta”.
Otto Granados fue todavía más lejos en 2018: México —decía— ya podía “considerarse alfabetizado” porque la tasa estaba en 4%.
Esteban Moctezuma anunció en 2020 que el analfabetismo había bajado del 4 al 3.8%.
Delfina Gómez prometía no dejar a “nadie atrás”.
Y Leticia Ramírez aseguraba que combatir el analfabetismo era congruente con “los principios de la transformación”, y que “ninguna persona sería excluida”.
Hoy, Mario Delgado retoma la tradición y asegura que 2026 será recordado como el año en que “izaremos la bandera blanca de la UNESCO” y declararemos al país “territorio libre de analfabetismo”.
Si por declaraciones fuera, ya habríamos erradicado el analfabetismo tres veces.
Porque sí, hay que reconocerlo: el optimismo de nuestros secretarios de Educación es incansable. Pero la pregunta inevitable es:
¿cuánta distancia hay entre ese discurso y la realidad?
Según el Censo 2020, más de 4.4 millones de personas en México no saben leer ni escribir.
Y la mayoría —seis de cada diez— son mujeres, adultas mayores, indígenas y en condición de pobreza. Es decir, los sectores que históricamente han sido excluidos y para quienes no basta un programa temporal, una campaña o un gran anuncio desde el templete.
La verdad es incómoda:
México no ha erradicado el analfabetismo.
Lo ha administrado.
Lo ha maquillado.
Lo ha usado como promesa de campaña y como logro anticipado.
La bandera blanca no se iza con un boletín, ni con conferencias entusiastas, ni con frases que se repiten cada sexenio.
Se iza cuando ninguna mujer mayor tenga que firmar con una cruz porque nadie le enseñó a escribir su nombre.
Cuando ninguna mujer u hombre indígena diga “no sé leer” como si fuera su culpa y no el abandono del Estado.
Cuando la alfabetización deje de ser un discurso y se convierta en un derecho ejercido.
Mientras eso no ocurra, cada secretario podrá anunciar su propia bandera blanca…
pero en el país real, el mástil seguirá vacío.



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