- En los Pedregales de Coyoacán, las vecinas investigaron por qué escaseaba el agua en sus hogares.
- Recorrieron pozos, registraron la información y demostraron que la alcaldía beneficiaba a las inmobiliarias y manipulaba las válvulas con fines políticos
Silvia Isabel Gámez / Quinto Elemento
SemMéxico/El Sol de México, Ciudad de México, 15 de septiembre, 2024.- La lucha que se gestó en la Plazuela de la Solidaridad fue por el agua. A ese punto de los Pedregales de Coyoacán, en la Ciudad de México, llegaron en abril de 2014 mujeres indignadas, enojadas por años de desabasto.
Ahí estaba Martha Elizalde, para quien ya era parte de su rutina caminar hasta una llave pública con su diablito y regresar con los pesados garrafones que apenas le alcanzaban para limpiar su casa y lavar la ropa de su familia.“Era algo preocupante”, recuerda sobre ese tiempo de escasez.
Estaban también la maestra Carmen Trejo y su hija Natalia Lara, una universitaria que en ese tiempo estudiaba las carreras de Historia y Ciencias Sociales. Cansadas de que en su edificio no alcanzara el agua por más que la cuidaban, vivían con la incertidumbre de no saber si las pipas que pagaban con esfuerzo, junto con todos los vecinos, bastarían para poder asearse a la mañana siguiente. “Esa ansiedad carcome muchísimo”, dice Natalia.
El origen de los Pedregales se remonta a 1971, cuando miles de personas llegaron a asentarse en la zona y convirtieron ese terreno volcánico en su hogar. Durante años, se unieron contra el gobierno para proteger sus viviendas y contar con servicios básicos. Ahora tocaba defender su derecho al agua.
Bajo el gran árbol de la plazuela que se convertiría en el corazón de la lucha, una pequeña explanada libre de vehículos, las mujeres comenzaron a organizarse. Escogieron ese lugar porque ahí convergen tres colonias de los Pedregales —Ajusco, Santa Úrsula y Ruiz Cortines—, y porque en cinco calles a la redonda no había agua desde hacía tres meses. Era el epicentro del desabasto.
En las asambleas convocadas por la maestra Norma Piñón, acordaron enviar escritos al Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Sacmex) —la actual Secretaría de Gestión Integral del Agua— y al entonces jefe delegacional de Coyoacán, el perredista Mauricio Toledo. “Lo que peleamos”, señala Norma, “es que ya queríamos nuestra agua en nuestra llave”.
Ante la falta de respuesta a sus demandas, decidieron que, para ser escuchadas por las autoridades, necesitaban generar un caos vial. No se moverían hasta que les dieran una solución. En octubre de 2014, cerca de 20 personas, la mayoría amas de casa armadas con lonas y pancartas, se plantaron en la avenida del Imán, la vía principal que conduce al centro comercial Gran Sur.
Al grito de “¡Queremos agua!” hicieron frente a automovilistas enojados, que les echaban el coche encima y les “mentaban a la mamá”; con sus cuerpos impidieron el paso de los camiones que llevaban materiales de construcción a las nuevas unidades habitacionales que se proyectaban en la zona. Habían comenzado a edificar las dos torres de High Park Sur en la colonia Pedregal de Carrasco, y en 2016 se sumaría el desarrollo Be Grand Alto Pedregal.
Las vecinas mantuvieron el bloqueo más de seis horas, sin hacer caso a los insultos. Ahí estaban Martha, Carmen, Natalia y Norma; juntas vieron llegar a los granaderos, enviados para proteger el centro comercial, no a las mujeres que luchaban por su derecho al agua. Ni el miedo ni el estrés consiguieron alejarlas; después de la policía se presentaron las autoridades y acordaron una primera mesa de trabajo.
Esa medida de presión fue decisiva para que arribarana la Plazuela de la Solidaridad representantes del Gobierno de la Ciudad de México, de la hoy alcaldía de Coyoacán y de Sacmex. Temían a la movilización social, dice Natalia, a “tener que volver a vivir que se estén cerrando calles”.
Una y otra vez, las vecinas preguntaron por qué no tenían agua en sus hogares. Las reuniones eran ríspidas, recuerda Carmen.
Las mujeres sentían que automáticamente las descalificaban, como si pensaran: ¿para qué explicarles si no iban a entender? “Una violencia institucional que aguantábamos para saber qué estaba pasando con el agua”, dice Natalia.
Así pasó un año. El gobierno capitalino ganaba tiempo, sin proponer una solución. Cuando se desesperaban, las mujeres organizaban nuevos cierres de calles, a los que seguía una mesa de trabajo que, una vez más, no servía de nada.
En un principio, a lo mejor sí hay algún temor, pero después ya no, y bien organizadas nosotras, pues nos dábamos fuerzaNorma Piñón
A mediados de 2015, los ingenieros de Sacmex, cansados de los reclamos, invitaron a las vecinas a recorrer los pozos de agua que abastecían a las más de 150 mil personas que viven en los Pedregales. “Vamos a llevarlas para que vean que sí hay agua y están locas”, les dijo uno.
Cada semana, Norma, Carmen, Martha y Natalia, junto con otras compañeras, partían desde la plazuela en la camioneta de los ingenieros para visitar los pozos y entender cómo funcionaba la infraestructura hidráulica. Entraban en los predios y revisaban esas grandes tuberías, con válvulas de presión y de cloración. Recorrieron, por lo menos, 27 pozos. Registraron cada dato —capacidad, nivel de presión, diámetro— y plantearon nuevas preguntas.
¿Quién cerraba las válvulas de la red para impedir que el agua llegara a sus casas? ¿Hacia dónde direccionaban el caudal? ¿Por qué no sufrían desabasto los centros comerciales y los nuevos conjuntos habitacionales?
En pozos como Moctezuma, Zapotecas, Nahuatlacas y Ajusco, las vecinas pudieron comprobar que había agua; fluía con fuerza por las tuberías, pero no llegaba a sus hogares. “Abrían la llave y salía un borbotón de agua”, cuenta Martha. “Decíamos: ‘Sí hay agua; entonces, ¿por qué no tenemos?’”.
Natalia registró en un mapa, con puntos verdes, la ubicación de los pozos, siempre cercanos a megadesarrollos inmobiliarios “para ricos”, mientras que los puntos azules marcaban el desabasto que sufrían los habitantes más antiguos de los Pedregales. Así descubrieron que la alcaldía manipulaba las válvulas para favorecer a esas zonas exclusivas.
Un año antes de las elecciones para la Jefatura de Gobierno, en marzo de 2017, Natalia y sus vecinas se reunieron con las autoridades del gobierno y de la alcaldía, y con personal de Sacmex, para mostrarles el mapa y sus hallazgos. Esas mujeres que, durante años, habían sido desautorizadas por ser “amas de casa”, ahora les mostraban, sin posibilidad de error, cómo se vinculaban los pozos con los puntos críticos de desabasto.
“Les empezamos a decir: oigan, en las partes altas no está llegando el agua porque se está quedando abajo, donde están los megaproyectos”, recuerda Natalia.
Y no solo eso. Pudieron demostrar que los funcionarios de la alcaldía habían convertido el agua en un botín electoral. La estrategia era simple: cerraban las válvulas de los pozos, y luego los líderes vecinales condicionaban el envío de pipas. En las colonias que les garantizaban su voto no había problemas de escasez.
Los funcionarios perredistas reaccionaron con enojo, acusaron a las mujeres de estar aliadas con sus opositores políticos. “Empezaron casi a difamar, a decir que nos pagaban por hacer eso”, dice Carmen.
Al día siguiente de la reunión, Natalia hizo públicas las denuncias en varios periódicos. Acusó a la Alcaldía de Coyoacán de corrupción en el manejo del agua; en respuesta, su entonces titular, Valentín Maldonado, publicó una carta en la que responsabilizaba a la Comisión Nacional del Agua y a Sacmex de la distribución.
Una semana después del fallido encuentro, Sacmex comunicó a Carmen que iban a contar con el suministro de agua en sus hogares tres veces por semana: “En ese momento dijimos: ‘Bueno, es una solución parcial’”. Hasta la fecha, el arreglo se ha mantenido: “A la semana, tenemos tres días de agua y, eso sí, todo el día y mucha agua”, asegura Norma.
El trabajo de las vecinas de los Pedregales fue el detonante para que, en marzo de 2018, el jefe de gobierno Miguel Ángel Mancera reconociera la manipulación de las válvulas con fines políticos. Informó que Sacmex había detectado cierres de agua en 50 puntos de las alcaldías Venustiano Carranza, Iztapalapa, Azcapotzalco, Iztacalco, Benito Juárez y Coyoacán.
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Durante meses, las vecinas de los Pedregales visitaron los pozos de agua para comprobar cómo funcionaban. / Foto: Acción Comunitaria Pedregales
Norma, Martha, Carmen y Natalia ganaron la batalla por el agua, pero su lucha no ha terminado. Desde la cooperativa Acción Comunitaria Pedregales, fundada en 2018, persisten en sus demandas por un acceso justo al agua, y denuncian su “saqueo” en favor de empresas y desarrollos inmobiliarios.
En la Plazuela de la Solidaridad, entre el sonido de los pájaros, realizan talleres y convivios, para que quienes habitan en los Pedregales no olviden que ese espacio público es también su “refugio”.
Juntas, estas mujeres empoderadas que convirtieron el coraje en acción, apuestan por una organización permanente, dispuestas a enfrentar otros desafíos. “No queremos soltar esa esperanza”, dice Natalia, “ese aferrarnos a seguir construyendo algo”.
Esta historia es la versión escrita del pódcast “Ciudad de México: Cuando las mujeres se unen por el agua”, cuya investigación y guion fueron realizados por Natalia Lara y Mariela Segura. Forma parte de la serie “Periodismo de lo posible: Historias desde los territorios” —proyecto de Quinto Elemento Lab, Redes A. C., Ojo de Agua Comunicación y La Sandía Digital—, que también puede ser escuchada aquí: https://periodismodeloposible.com/