- La Región enfrenta una crisis de cuidado cuya demanda creciente por el envejecimiento y los movimientos migratorios
- Reconocen persistencia de brechas laborales, discriminación y desigualdad de género
Elda Montiel
SemMexico, Ciudad de México, 8 de agosto, 2025.- A pesar del marco internacional en materia de derechos humanos de las mujeres y las niñas, ningún país de América Latina ha alcanzado la igualdad sustantiva, persisten las brechas laborales, la discriminación y las desigualdades de género.
La Región enfrenta una crisis de cuidado cuya demanda creciente por el envejecimiento y los movimientos migratorios rebasan los servicios e infraestructura, tiempos y personal para atender la demanda. Los países de la región ven la oportunidad de un cambio de paradigma para la construcción de una sociedad de cuidado al reconocer los cuidados como una necesidad, un derecho, un bien público y un trabajo clave.
Después de la adopción del Compromiso de Buenos Aires en la XV Conferencia Regional en la que se debatieron la importancia de la sociedad del cuidado como horizonte para impulsar una “recuperación transformadora” tras las crisis múltiples que caracterizaron el período de la pandemia, sirvió para profundizar y consolidar la propuesta.
En 2025 la reunión en la Ciudad de México tiene el propósito de promover las transformaciones políticas, económicas, sociales, culturales y ambientales urgentes para alcanzar la sociedad del cuidado.
En la XVI Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe que inicia este 12 y 15 de agosto en la Ciudad de México, se hará un llamado a una década de acción para la igualdad sustantiva y la sociedad del cuidado, con lo que llevan de los territorios al ámbito nacional, y de la región al mundo, un multilateralismo renovado y una acción colectiva decidida y decisiva para lograr la igualdad sustantiva, la paz y el desarrollo.
¿Cómo? avanzar a una sociedad del cuidado
En el documento de posición “La sociedad del cuidado; gobernanza, economía política y diálogo social para una transformación con igualdad de género” se busca el ¿Cómo? avanzar hacia una sociedad del cuidado, con diagnósticos y recomendaciones que destacan la gobernanza, la economía política y el diálogo social, junto con el cambio cultural, la medición y el financiamiento, como elementos clave para lograr las transformaciones indispensables para alcanzar un desarrollo sostenible con igualdad de género.
Para ello convoca a dialogar sobre las formas y características de la gobernanza, las capacidades técnicas, operativas, políticas y prospectivas de las instituciones encargadas de dichas transformaciones, los espacios de diálogo social, la economía política de los cuidados, la cooperación internacional y el financiamiento suficiente y sostenible de las políticas y sistemas de cuidados.
Se reconoce el liderazgo de América Latina en el posicionamiento del cuidado como un derecho humano, un bien público global y un pilar central del desarrollo sostenible, y ha contribuido de manera significativa al debate internacional, a la vez que los países avanzan en políticas nacionales y locales.
La Agenda Regional de Género se ha ido consolidando gradualmente como la hoja de ruta para las políticas públicas a cincuenta años después de la realización de la Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujer (Ciudad de México, 1975) y 30 años después de la aprobación de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer (1995), así como a cinco años de que se cumpla el plazo establecido para la implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ha insistido en que los países de América Latina y el Caribe enfrentan tres trampas de desarrollo: una de baja capacidad para crecer; otra de alta desigualdad, baja movilidad social y débil cohesión social; y una tercera de bajas capacidades institucionales y de gobernanza poco efectiva.
La crisis de los cuidados afecta de manera desproporcionada a las mujeres
Estas trampas se entrelazan con una crisis prolongada de los cuidados, donde la organización social injusta del trabajo de cuidados afecta de manera desproporcionada a las mujeres y agrava las desigualdades de género. A esto se suman cambios demográficos, tecnológicos, climáticos y geopolíticos que reconfiguran nuestras sociedades y plantean nuevos desafíos, a la par que brindan nuevas oportunidades para situar las políticas de cuidado y la igualdad de género en el eje de un nuevo estilo de desarrollo.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ha planteado un cambio de paradigma, la sociedad del cuidado, una forma de organización social y renovado multilateralismo que prioriza la sostenibilidad de la vida, el cuidado de las personas y del planeta (CEPAL, 2022).
Implica superar la división sexual del trabajo y transitar hacia una justa organización social de los cuidados, en el marco de un nuevo estilo de desarrollo que impulse la igualdad de género en las dimensiones económica, social y ambiental del desarrollo sostenible. Este paradigma reconoce los cuidados como una necesidad, un derecho, un bien público global y un trabajo clave para dinamizar la economía en su conjunto.
Fortalecer mecanismos para el adelanto de las mujeres
Si bien se reconoce que los países de América Latina han avanzado en términos de igualdad formal con la adopción de marcos normativos en materia de igualdad y la progresiva eliminación de leyes discriminatorias, así como el fortalecimiento de la arquitectura de género en el Estado y en los sistemas de información se hacen recomendaciones para un nuevo modelo de desarrollo.
Se recomienda fortalecer los mecanismos para el adelanto de las mujeres sobre todo cuando establecen alianzas con la sociedad civil y el sector académico, pueden generar redes de gobernanza que les permiten incidir exitosamente en el diseño de políticas de cuidados, en la inclusión de las personas cuidadoras como población prioritaria de las políticas y en la transversalización del enfoque de género en el conjunto de dichas políticas. Contribuyen a superar la injusta división sexual del trabajo y avanzar hacia la sociedad del cuidado, y se pide un modelo de gobernanza que evite fragmentación de los servicios.
En concordancia con lo que se señala en el Compromiso de Buenos Aires, considera fundamental que se garanticen mecanismos de participación de organizaciones y movimientos de mujeres y feministas, incluidos los de mujeres jóvenes, mayores, indígenas, afrodescendientes, rurales, con discapacidad, que viven con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), los de personas LGBTI+, de organizaciones de personas cuidadoras y de personas en situación de dependencia, así como la de sindicatos, organizaciones de trabajadoras remuneradas del hogar y organizaciones y cooperativas de cuidado comunitario.
Cambio cultural
La desigualdad de género en cuanto al uso del tiempo en relación con el trabajo de cuidados no remunerado resulta visible desde la niñez y se acentúa en la adolescencia (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia [UNICEF], 2024), lo que hace evidente la necesidad de promover cambios en los patrones culturales en la crianza.
La promoción del cambio cultural necesario en relación con las políticas de cuidados no se refiere únicamente a la modificación de prácticas o políticas aisladas, sino a la transformación de narrativas, estereotipos y sesgos profundamente arraigados en la sociedad. En este sentido, es imprescindible promover un enfoque integral e interseccional que permita articular esfuerzos de difusión desde ámbitos clave como la educación, la salud y el trabajo, buscando el reconocimiento del cuidado como un pilar fundamental del bienestar social y económico.
Financiamiento en cuidados potencializa el crecimiento
La CEPAL sostiene que la inversión en políticas de cuidados y de igualdad de género constituye una estrategia clave para el desarrollo económico y social. La inversión en cuidados tiene el potencial de dinamizar el crecimiento, crear empleo directo e indirecto, incrementar la recaudación fiscal y fortalecer la autonomía económica de las mujeres y es la base para dinamizar la economía en su conjunto. En este sentido, la igualdad de género no solo representa un principio de justicia social, sino que también puede contribuir al crecimiento económico (CEPAL, 2019).
Desde una perspectiva normativa, como lo plantea la Estrategia de Montevideo para la Implementación de la Agenda Regional de Género en el Marco del Desarrollo Sostenible hacia 2030 (CEPAL, 2017), esto implica reconocer el papel del Estado en el diseño, implementación y evaluación de políticas macroeconómicas y fiscales desde un enfoque de igualdad de género y derechos humanos y movilizando los máximos recursos disponibles.
SEM/em/sj