Edgar González Martínez
SemMéxico, Cd. de México, 21 de julio, 2025.- El entorno global permanece extraordinariamente complejo, con la economía y los mercados financieros marcados por cuatro factores: comercio, geopolítica, política fiscal y monetaria. “Esta combinación -dicen analistas de Banorte- refuerza nuestra tesis de estanflación que venimos planteando desde inicios de año, esto es, un escenario de crecimiento tenue y presiones inflacionarias persistentes, aunque algunos países inclusive muestran señales claras de estar más cerca de una recesión”.
Este panorama se deriva en buena parte de virajes abruptos en las políticas públicas, especialmente en Estados Unidos bajo la administración de Trump. El tablero geopolítico está dominado por una creciente incertidumbre en torno a medidas proteccionistas, especialmente sobre la imposición de aranceles. Ello ha generado dudas en las decisiones de inversión, activado planes de contingencia y fragmentado cadenas de valor. En nuestra opinión, esta narrativa tendrá presencia constante durante el resto del año, incidiendo en la dirección del comercio, el consumo, la inversión y el sentimiento empresarial.
La sostenibilidad no es sostenible, si se siguen imponiendo empresarios y políticos.
El mundo corporativo y los gobiernos llevan décadas promoviendo una agenda de sostenibilidad que, en teoría, debería ayudar a resolver las grandes crisis sociales y ambientales de nuestro tiempo. Sin embargo, los datos más recientes revelan una fuerte disonancia entre los discursos y la realidad. Una nueva investigación global expuesta por Expock, demuestra que la mayoría de los expertos ya no cree en los enfoques actuales.
De acuerdo con Sustainable Brands, el 93% de los líderes en sostenibilidad encuestados por ERM, GlobeScan y Volans considera que la agenda necesita revisarse, y más de la mitad cree que esa revisión debe ser radical. Este no es solo un llamado al cambio, sino una advertencia seria: la sostenibilidad no es sostenible si seguimos como hasta ahora. Es momento de replantear el camino.
A pesar de décadas de trabajo, gobiernos, empresas e incluso la ONU, están reprobados en la percepción de quienes más saben del tema. Solo el 5% de los expertos valora positivamente el papel de los gobiernos nacionales, mientras que el sector privado apenas alcanza un 14%. La confianza en Naciones Unidas también se ha desplomado 12 puntos desde 2021. Las ONG, tradicionalmente percibidas como agentes de cambio, no se salvan: su aprobación cayó 16 puntos, quedando en 45%. Los actores clave de la sostenibilidad no solo están estancados, sino perdiendo legitimidad. Ante este panorama, la pregunta que se impone es contundente: ¿cómo esperamos avanzar si quienes lideran el camino ya no convencen a nadie?
Es más, en paralelo a la ineficacia institucional, crece la resistencia social y política. El 70% de los expertos identifica una reacción negativa significativa contra la agenda de sostenibilidad, con una intensidad preocupante en América del Norte, donde alcanza el 91%. La polarización política y cultural se convierte en un obstáculo directo al cambio estructural. Este fenómeno no solo desacelera avances; también los revierte. En contextos como EU, las discusiones sobre acción climática, equidad y diversidad se han convertido en banderas de batalla partidista, restando legitimidad y apoyo a políticas clave.
Lo que verdaderamente urge es que los líderes empresariales y políticos entiendan que la sostenibilidad no es sostenible si no se protege de la manipulación ideológica y los negocios, y se construye desde el consenso, no desde la confrontación.
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