Nada que Festejar
Natalia Vidales Rodríguez
SemMéxico. 01 de julio 2019.- A un año del triunfo electoral de MORENA, el presidente Andrés Manuel López Obrador se prepara –al momento de redactar este texto- para celebrar el triunfo con un gran evento en el Zócalo Capitalino.
Y sí, tiene razón en estar de fiesta por haber llegado al poder después de varias décadas de campaña y varios sexenios de intentos. No es cualquier cosa llevar la banda presidencial en el pecho.
Pero mientras él, su partido y sus incondicionales están de fiesta, millones de mexicanos nos encontramos de luto porque sufrimos los estragos de la llamada Cuarta Transformación.
A escasos meses de haber tomado el poder, López Obrador ha ido de desacierto en desacierto hasta lograr casi terminar con las instituciones, esas que duraron años en organizarse y formarse y que –pese a la corrupción que sin duda había- funcionaban para dar bienestar a las familias más necesitadas que hoy sufren –sobre todo- por la falta de medicamentos, de atención a la salud y por la falta de cuidado al bien más preciado de toda sociedad, la población infantil. Los recortes presupuestales han ido en aumento, indiscriminadamente.
No tocaremos aquí la serie de errores cometidos por el presidente –en el área económica, política y social- en tan poco tiempo porque son de sobra conocidos, pero sí manifestaremos una vez más –aprovechando la fecha- nuestra protesta por el más grande yerro de AMLO: la división social que ha fomentado desde su tribuna…la máxima que puede tener cualquier ciudadano.
No es la prensa ¨fifi¨, como se ha señalado, la culpable de los enfrentamientos entre ¨fifis¨ y ¨chairos¨, entre ricos y pobres, entre letrados e ignorantes, entre empresarios y obreros, entre religiosos y laicos. Ha sido el propio presidente quien no ha dejado de burlarse, de agraviar, de ofender, de denostar a quien no comulgue con sus ideas o a quien señale sus fallas.
No se ha dado cuenta que logró el triunfo anhelado precisamente hace un año y se quedó en el pasado, con sus estrategias violentas y su vulgar lenguaje. No adelantó.
Solo atiende las voces de sus simpatizantes, de los militantes de su partido, de quienes le aplauden sin chistar. Y así… México va logrando una transformación sí, pero una transformación negativa.
No dudamos que el evento de hoy en el Zócalo sea exitoso porque, mientras haya diversión y regalos para el asistente el pueblo estará ahí, como en los mítines políticos… ¨a ver que les toca¨.
Pero la ola de inconformidad va en aumento y una muestra de ello son las manifestaciones del pasado domingo en que ciudadanos alzaron la voz y salieron a las calles a protestar por las políticas del presidente, por sus caprichos, por su intolerancia, por el atraso al que nos quiere condenar.
Hoy, para millones de mexicanos, no es día de celebración sino de luto. Luto por esperanzas que murieron y por ver a nuestro país caerse en pedazos.
Pero, afortunadamente, el sol sale cada día.