No solo AMLO es culpable
Natalia Vidales
SemMéxico. Sonora. 24 de junio de 2020.- Después del titular del Poder Ejecutivo (depositado en un sola persona, el presidente de la República y que, cual un superhéroe carga a México entero sobre su espalda), le sigue el Poder Legislativo (constituido por cientos de diputados y de senadores que emiten las leyes que rigen a la nación ), y cada cual vela y se desvela –es un decir– por la mejor conducción del país; mientras que el Poder Judicial se encarga de que los actos del presidente, e incluso del Congreso de la Unión, se ajusten a los dictados de la Constitución.
Está, pues, bastante claro, que esos tres apartados del mando le responden al pueblo por sus debidas, o indebidas decisiones; y que uno u otro debe contrapesar el poder de los demás, según el mejor de los sistemas que garantizan el equilibrio institucional del país y, desde luego, su régimen democrático ( el menos malo de los que existen, según coinciden todos los estudiosos del tema).
Pero vayamos al grano: si el presidente López Obrador no está gobernando al país de la mejor manera –ni mucho menos y como ya es del dominio público–, entonces le corresponde al Poder Legislativo enmendarle la plana y para lo cual tiene sobradas facultades; pero con la mayoría de los legisladores de MORENA ( el partido de AMLO) en el Congreso de la Unión eso no está ocurriendo ( aunque justo es decir que cada vez más congresistas de ese partido discrepan del mandatario y así lo han manifestado, seguramente viéndole “las orejas al lobo” y disponiéndose a salvar su propio pellejo).
AMLO –ya es obvio– pagará el precio de su mal gobierno, pero quienes lo apoyan en el Congreso correrán su misma suerte ( como el colibrí y la flor arrastrados por la corriente). El hecho de que el presidente y la gran mayoría en las cámaras legislativas sean del mismo partido no significa –salvo en el aspecto ideológico, con todos sus matices– estar de acuerdo con decisiones del gobierno que afecten notoria y evidentemente a millones y millones de ciudadanos, como está ocurriendo al no apoyarse a igual número de trabajadores que se quedaron sin ingresos, y a pequeñas y medianas empresas arruinadas no tanto por la emergencia sanitaria…como por las decisiones económicas tomadas por el régimen que significan el incremento de entre 10 y 15 millones de nuevos pobres, y generadora de una crisis social solo vista en México en las peores épocas de su historia.
Como es sabido, los legisladores que ganaron los comicios el 2018, lo hicieron surfeando en el tsunami electoral de AMLO ( y otros como fauna de acompañamiento en el oleaje) a quien, en consecuencia, le deben el cargo….pero no su ejercicio, como ocurría en la época del priato, donde la hora del día era la que el presidente les decía. La historia no es un círculo a cuyo punto de partida se puede regresar una y otra vez; sino una espiral donde a cada ciclo se llega a un punto distinto ( aunque a veces no lo parezca).
Algunos de esos legisladores pretenderán reelegirse y nuevos militantes de MORENA reclamarán sus cuotas y cotos de poder, pero AMLO no solo ya no irá en las boletas del año que viene y que, ahora, a contrapelo, los perjudicaría ( y, de hecho él mismo enfrentará una consulta el 2022 para continuar o no en el palacio nacional).
Ya está aquí la hora de las definiciones, concluyéndose que –parafraseando al propio López Obrador –: o los legisladores de MORENA están con el pueblo… o con AMLO.
Por lo pronto algunos ya pintaron su raya: Porfirio Muñoz Ledo se refirió a los “palos de ciego” que el presidente está dando en su gobierno; y Cuauhtémoc Cárdenas declaró que AMLO era “todo, menos un político de izquierda”.