*Natalia Vidales de Bitterlin
SemMéxico, Hermosillo, 6 de junio, 2025.- Los mexicanos tenemos toda una semana escuchando a la presidenta Claudia Sheinbaum, a los funcionarios de gobierno y a los ciudadanos afines a la 4T, que no se han cansado de repetir que las elecciones del pasado día primero fueron un gran éxito…
Han sido tan eufóricos que se han dado a celebrar el hecho histórico en que la justicia se democratizó….
Y de parte de la oposición y de la sociedad civil ha venido el contrapeso, claro. Pero muy pocos han puesto la brújula en llamar a levantar la voz para que estas fraudulentas elecciones sean anuladas.
Consideramos que ese debería de ser el punto: junto con la crítica la propuesta de que hacer para evitar que el proceso continúe como si hubiera sido impecable.
Ni caso tiene citar de nuevo todas las anomalías que se dieron -porque se han mencionado hasta el cansancio. Pero el punto crucial es la falta de legitimidad por el simple hecho de que la votación se dio con una ínfima participación; con una participación vergonzosa y que demuestra el rechazo ciudadano de ser partícipes de una simulación…como la que sin duda fue.
No se han cansado de cacarear los morenistas y la propia presidenta Sheinbaum de que el apoyo de más de 30 millones de ciudadanos -que votaron por ella para llevarla a Palacio Naciona- ahí estaba, incondicional. Y que esta elección era la que habían pedido para acabar con la corrupción imperante -que aseguran existe en el Poder Judicial- pero, si así hubiera sido, ¿cónde estuvieron que no acudieron a votar? La señal que enviaron es clarísima: rechazo a tamaña atrocidad.
Si algo bueno dejó esta aberración electoral es precisamente el derrumbe del Dios de barro porque claro queda que el pueblo no apoya de manera incondicional a la presidenta y mucho menos a sus erróneas y autoritarias acciones.
Con fuerza debemos seguir señalando lo corrupto del proceso y la necesidad de su cancelación, porque lo que está el juego es la pérdida de autonomía en las salas de justicia de todo el país y de tajo hay que rechazar el discurso de que es de beneficio que el pueblo seleccione a quienes la imparten porque no debe, de ninguna manera, tratarse de un concurso de popularidad o de
“designación equitativa para que todos los grupos tengan voz” -como lo tratan de hacer al resaltar que un indígena quedó entre los seleccionados-. Para que alguien ostente el cargo de magistrado, ministro o juez, es necesario el conocimiento de las leyes y la capacidad -además de la honradez, por supuesto-.
Es de locos pensar que con que un vecino recomiende a una persona ésta ya está lista para ocupar tan delicados cargos.
¡Basta de aceptar los discursos populistas gubernamentales! No tiene fin este gobierno para ttratar de apoderarse de las instituciones del país.
Los ciudadanos, los integrantes de los partidos de oposición, los profesionales de la abogacía, los políticos de conciencia… no deben permanecer al margen sino insistir en la anulación de este sucio y vergonzoso proceso.