Natalia Vidales de Bitterlin*
SemMéxico, Hermosillo, Sonora, 16 de junio del 2023.- Como quisiéramos vivir en un país de leyes. Donde se cumplan por conciencia -y voluntad propia- o porque las autoridades las hagan cumplir parejo, sin excepciones y, desde luego, respetando las garantías constitucionales de quienes las violen.
Por doquier, en la vida diaria, vemos lo poco que le importa al ciudadano y ciudadana la observación de las leyes que existen, que son indispensables para tener orden y respeto en la sociedad (ejemplos sencillos: daños a propiedad ajena, ignorancia de áreas destinadas a discapacitados/as, ruidos estruendosos en la vía pública, violaciones vehiculares, etc.) que existen para evitar la anarquía y que cada quien se sujete a lo establecido, a la armonía social, por el bien de todas y todos y de cada cual para vivir en paz.
En México, el desprecio por el orden legal ha sido históricamente una constante, pero la imposición de sanciones había logrado controlar un tanto ese problema, que hoy vemos escalar cada vez más con impunidad.
Estará de acuerdo el lector de que en este sexenio de la 4T hemos retrocedido en lugar de avanzar, ya que desde el mismísimo Palacio Nacional se tolera, e incluso se incita, la violación de las leyes, cuando el gobierno debería de ser -por una parte- el primer obligado en respetarlas para dar el mejor ejemplo de ello a la población; y -por otra parte- en hacerlas respetar y en sancionar a quienes no las acaten bajo el disuasivo de que quienes las violen, la pagarán.
Al escuchar al Presidente expresarse como lo hace -en la máxima tribuna gubernamental- nos viene a la mente el título de la película “Permiso para Matar” porque sí, el permiso se ha dado no solo para la manifestación verbal de la violencia, las denostaciones, los agravios sino incluso para eso: para matar porque no hay justicia y se minimizan los asesinatos, la actuación vandálica y se envían los mensajes de odio y de agresión desde lo más alto del poder instigando a sus simpatizantes. Las expresiones de mandar al diablo a las instituciones, o la igual de desafortunada de que “no me vengan con que la ley es la ley”, son francas muestras del desprecio por el orden y la justicia.
Sí. En nuestro querido país no hay consecuencia al infringir las leyes. No pasa nada.
Viene todo esto a colación por la flagrante violación de las leyes electorales en que han incurrido la y los precandidatos de Morena, paradójicamente impulsadas en el pasado por ellos mismos cuando eran oposición. Una violación descarada, sin escrúpulos: los espectaculares de propaganda ya se encuentran por todo el país, sin ningún recato, porque el visto bueno a sus acciones la tienen de parte del Presidente que ha pisoteado una vez más el orden constitucional que juramentó respetar y hacer respetar.
Las campañas electorales se han adelantado ¡cinco meses! ya que la ley correspondiente estipula que en noviembre deberían iniciar. Pero ellos se han adelantado y, aparentemente, no habrá consecuencias como tampoco las hay para el inquilino de palacio que, a diario, hace política partidista jugando al árbitro, bromeando, burlándose de sus opositores/as y celebrando las “travesuras” de sus simpatizantes.
¿Qué hacer? La y el ciudadano de a pie no puede hacer nada más de lo que ya hace con sus señalamientos y participación en cuanta manifestación se organiza en las calles.
Son los partidos de oposición quienes -desde ya- deberían de estar demandando este atropello, en lugar de esperar a que pasen las elecciones para señalar lo que estuvo mal -como ha sucedido en el pasado- y el daño ya esté hecho. Levantan la voz con tibieza convirtiéndose, con su pasividad, en cómplices de quien cada día que pasa se empodera en su trono.
Hoy no es tiempo de tibiezas ni temores. Es tiempo de acción y de valentía. De levantar fuerte la voz y utilizar todas las herramientas legales existentes para enviar el mensaje claro y contundente: la ley sí es la ley y debe respetarse. Y eso, sin duda, corresponde a nuestros representantes en el Congreso, y a las y los dirigentes de los partidos políticos de oposición.
Son ellos quienes deberán actuar con firmeza y decisión, porque de no hacerlo las cosas irán de mal en peor, lo cual, por si fuera poco, parece que es lo que se pretende, como si no se tuviera bastante con el crimen a todo lo que da en México y a quien mayor desorden más le conviene.
*Activista social y periodista con mas de 40 años de ejercicio profesional. Fundadora y directora de la revista Mujer y Poder (www.mujerypoder.com.mx) Comentarios y sugerencias: WhatsApp 6621 441440.