- No se puede abolir el trabajo doméstico, pero si lograr una repartición igualitaria entre hombres y mujeres.
- La diferenciación de actividades entre hombres y mujeres, estrictamente cultural.
Elda Montiel
SemMéxico, Ciudad de México, 01 de agosto del 2022.- En el marco de la conmemoración del Día Internacional del Trabajo Doméstico, se llevó a cabo la conferencia vía digital “¿Trabajo de mujeres? Reflexión acerca de los orígenes de la división sexual del trabajo”, que se celebró el pasado 22 de julio en el Museo de la Mujer.
En una reflexión académica la doctora Hortensia Moreno Esparza al hablar sobre el origen de la división sexual del trabajo, planteo que no hay evidencia biológica o psicológica en la historia de la humanidad por la cual la mujer deba dedicarse al trabajo y al cuidado, ya que esto obedece a una construcción social que históricamente ha sido interpretada por los hombres en lo que se llama androcentrismo y eurocentrismo. Es decir, la tendencia a considerar al hombre, y al hombre europeo caucásico como el centro de la historia, como el centro de la civilización.
Moreno Esparza, investigadora en el Centro de Investigaciones y de Estudios de Género de la UNAM, refirió que ha sido la intervención de las mujeres en la Antropología y la Arqueología las que han venido a mover estas ideas que colocan a las mujeres en una posición de desventaja frente al hombre.
Precisó que el trabajo doméstico no se va a abolir porque no podemos vivir sin él, pero si tenemos que repensar en una repartición igualitaria, al igual que la responsabilidad de cuidado y de cuidarnos. Hay que reflexionar que todas las personas que habitamos el planeta somos beneficiarias de este trabajo.
Para responder a la pregunta ¿A quién le corresponde el trabajo doméstico y de cuidado? planteó que desde una metodología feminista hay que hacerlo desde tres ideas principales desnaturalizar, historizar y visibilizar.
Los fenómenos sociales no deben verse como si fueran naturales. Nada de lo que hacemos los seres humanos es natural como por ejemplo el matrimonio. El proceso de humanización comienza con un trabajo de cuidado y de organización de la vida social que está ausente en todas las formas de vida conocida.
Precisó que hay que historizar, examinar los hechos de la historia y contrastarlos. La historia es compleja porque ha sido elaborada y escrita por los hombres que en su mayoría pertenecen a la clase dominante. Es aquí donde la intervención de las mujeres en la búsqueda de nuevas fuentes nos permite ver una nueva realidad, acotó Moreno Esparza.
Visibilizar todo el trabajo que implica tener una casa limpia, ordenada, la comida caliente, la ropa limpia, que no se ve sólo cuando no se hace o se hace mal. Por lo que hay que llamar la atención de la responsabilidad de la sociedad como seres humanos y revalorizar este trabajo que se da por sentado que corresponde a las mujeres.
La investigadora señaló que en la estructura social que conocemos, el trabajo de las mujeres tiene diferenciación con el trabajo de los hombres. Esta diferenciación la arrastramos desde la prehistoria hasta el momento actual.
Sin embargo, desde la historia de la humanidad no hay pruebas de que las mujeres no cazaban y contribuían al sustento. Las pruebas de la lengua escrita datan de hace 6 mil años. La agricultura y ganadería hace 10,500 años, pero mucho antes no tenemos idea de que hacían, dijo.
Sin embargo, hay pruebas de que hace 200 mil años existía el fuego, entre 40 mil y 50 mil años aparecen las herramientas de piedra y se transporta materia prima, pero no tenemos ni idea de cómo vivían los hombres y las mujeres. Se tiene la idea por parte del androcentrismo y el eurocentrismo de que sólo los hombres cazaban, proporcionaban carne a las hembras, lo intercambiaban por sexo. Esto no ocurre en las especies animales.
El movimiento feminista, la revolución social más importante de la historia humana
Se refirió a la diferenciación de actividades entre mujeres y hombres que es estrictamente cultural, que no permitían que los espacios de los hombres sean tocados por las mujeres y los espacios de las mujeres sean tocados por los hombres. Aquí está presente la configuración de la mujer como complementariedad social del hombre.
Aquí llamó a reflexionar que, en el momento actual, apenas hace unos 100 años está presente el movimiento feminista que ha desarrollado la revolución social más importante de la historia humana y entre una de sus metas fundamentales es la abolición de la división sexual del trabajo.
Tenemos que preguntarnos -comentó- como todos los oficios considerados estrictamente reservados a los hombres antes de 1900, en el Siglo XX y lo que va del Siglo XXI han sido prácticamente invadidos por las mujeres. Sin embargo, el 90 por ciento de las labores de trabajo doméstico y cuidado la realizan las mujeres.
Mencionó las falacias biológicas que utilizan como argumento que las mujeres parimos y amamantamos, pero esto no nos impide movernos y estar activas. Algunos teóricos como el sociólogo Pierre Bordeiu explican que el programa social hacer aparecer la diferencia anatómica como la justificación socialmente construida entre los sexos.
Mientras que la antropóloga Francoise Heriteir sostiene que no hay nada biológico que explique la asignación a la mujer de las tareas domésticas y de un estatus de subordinación.
Levi Strauss señala que la división sexual del trabajo no es una especialización biológica. Es un mecanismo para constituir un estado de dependencia recíproca entre los sexos. Que no surge de diferencias sexuales efectivas, sino de prohibiciones culturales impuestas que vuelven imposible para un sexo realizar las tareas asignadas a otros.
La doctora Moreno Esparza llamó a combatir los mecanismos sociales que son tan complejo y amplios. Como dicen las antropólogas el género es algo que reproducimos en las relaciones sociales inmediatas. A las niñas les regalamos muñecas a los niños herramientas de juguete o cochecitos.
Nos sentimos orgullosas del guisado que preparamos. “Ninguna mujer que se tenga memoria o noticia es ajena a los quehaceres del hogar y el cuidado, lo damos por sentado que el trabajo doméstico es trabajo de mujeres”.
Por lo que insistió en desnaturalizar, historizar e invisibilizar.
SEM/MG