Las mujeres en tiempos del COVID – 19 siguen teniendo derechos
Claudia Almaguer
SemMéxico. 21 de marzo 2020.- México es una constante sucesión de crisis y como en el poema de Alejandro Aura por más matemáticas que le echamos para explicarlo o resolverlo y aunque haya quien lo atribuya a la mala suerte lo cierto es que pasamos de un problema terrible al siguiente hasta colmar todos los significados que tiene el diccionario para la palabra.
Al arribo de las circunstancias intempestivas que trae la pandemia por el COVID – 19 que no pudo llegar en peor momento, nos quedamos pasmadas, alicaídas y sin tiempo para procesar duelo ninguno si es que queremos evitar males mayores. Para nuestra mala fortuna no existe un liderazgo que tome decisiones a gran escala y estaríamos desquiciadas nosotras también si nos sentamos a esperar que ese actuar se produzca.
Hace apenas un par de semanas que feministas en todo el país denunciábamos la gravedad y la persistencia de las prácticas de violencia contra las mujeres que van desde la discriminación a los feminicidios a la impunidad y a la indiferencia por la que no se consigue resolver ninguna de las dimensiones de este problema, pero posterior a ello la alarma por el coronavirus entró a la discusión nacional y con ella pareciera que todo lo demás cae en segundo término. Pero no lo vamos a permitir.
Porque inclusive en cualquier otro país en mejores condiciones que el nuestro las medidas para la emergencia tendrían que construirse y aplicarse con perspectiva de género dado que en todas partes la desigualdad se ceba en la vida de las mujeres y en la forma en que padecen las catástrofes, los conflictos y las pandemias.
Al respecto el Fondo de Población de las Naciones Unidas indica que inclusive ahora es claro que las mujeres y niñas enfrentan diversos factores de riesgo que deben tratarse con carácter de urgencia, sin ir más lejos ellas representan alrededor del 70% del personal de atención médica en el mundo lo que quiere decir que son principalmente mujeres quienes están al frente de esta crisis.
Y si no es esta confrontación directa con la enfermedad entonces es una condición que afecta de manera desproporcionada a partir de las medidas que se están tomando, así, la suspensión de clase en las escuelas por ejemplo genera una carga mayor a las mujeres quienes son de facto las cuidadoras principales de niñas, niños, adultos mayores y personas con discapacidad por ello es urgente que todos los integrantes en las familias especialmente los hombres asuman de una vez que lo doméstico, dígase aquí la limpieza de la casa, la elaboración de los alimentos, la crianza y los cuidados también les corresponde.
Luego se encuentran en riesgo los trabajos a los que se dedican las mujeres en el sector privado e informal, el de las obreras, operadoras, meseras y aquellas que tienen pequeños negocios y que dependen de patrones que no necesariamente observan o les conviene darse cuenta de estas vulnerabilidades. Por ello es importante que las empresas realicen ajustes sin perjudicar la economía de las mujeres, sobre todo de las jefas de familia cuyo ingreso suele ser el único en el hogar.
Y lo más preocupante, cabe la posibilidad de que las medidas de aislamiento para prevenir la propagación del coronavirus agudicen las dinámicas de violencia preexistentes contra las mujeres en el contexto de sus vínculos de pareja y familiares como ya se ha reportado en otros países.
Quienes atendemos precisamente esta crisis de la violencia machista tenemos claro que hay periodos durante el año en las que se produce un riesgo mayor para las víctimas dentro de los domicilios como sucede en México con las vacaciones, sin embargo este aislamiento en lo particular puede causar una tensión añadida y ser por sí mismo un peligro, ya de por sí estar del otro lado de la puerta en una casa donde se vive violencia es la materialización de un horror que sólo las mujeres que lo han sobrevivido están para contarlo así que al miedo de decidirse a salir o a denunciar se suma el temor a enfermarse o a tener aún menos posibilidades de salir avante sobre todo cuando hay agresores que nadie ve ni cree que lo son.
La particularidad de los contextos de emergencia como este es que toda la atención está puesta sobre la situación de crisis y no sobre los factores de vulnerabilidad o los desencadenantes de la violencia feminicida, por eso algunas organizaciones como la Red Nacional de Refugios han hecho un llamado para crear redes de apoyo solidario y advertir de los riesgos que tienen las víctimas de violencia, esto implica que si en este periodo de encierro las personas se dan cuenta de que en algún domicilio cercano hay gritos o se escuchan agresiones lo reporten inmediatamente al 911 y que insistan hasta que consigan poner en conocimiento de la autoridad la situación. Pero fundamentalmente es urgente que los gobiernos de todas las entidades federativas construyan estrategias eficaces para prevenir, atender y sancionar las agresiones en contra las mujeres y continuar brindando servicios apoyo, de contención y de denuncia, así como fortalecer las capacidades de los refugios y evitar su cierre porque la violencia y la desigualdad no han desaparecido. A más ver.