Un, dos tres, todas un crespón
Olimpia Flores Ortiz
SemMéxico, 18 de mayo, 2020.- Dejemos de lado la diatriba que nos desgasta y desvía. Increpar al Primer Necio y Obtuso de la Nación (PNyON), no tiene eco ni sentido. Hablemos entre nosotras, primera persona del plural feminista.
El futuro que toca a la puerta, se anuncia como de pura sobrevivencia, sin espacio para más; atrás van a quedar los rituales del placer, del saberse dar la vida. No me veo en ese estado de precaución permanente en que todo contacto debe ser indirecto y todo movimiento medido.
El colapso presente no es de generación espontánea, esta catástrofe ha sido largamente invocada. Hace tiempo que no le tenemos respeto a la vida, depredamos el hábitat y hemos aprendido incluso a coexistir con la normalidad del exterminio humano, por ejemplo, el de la migración transfronteriza, que nos vuelve cómplices de genocidio desde nuestra comodidad indiferente, o para decir lo menos, aun nuestra indignación insuficiente. Esa humanidad somos, cada vez con menos capacidad de hacer comunidad y más seducida por los espejismos del mercado y sus tecnologías.
Pero el virus, mero democrático, nos ha sorprendido. Las fumarolas de los servicios funerarios en las metrópolis, son parte del paisaje, en labor incesante, creman cuerpos uno tras de otro. No sabemos la magnitud de la mortandad, porque las cifras no son confiables, nunca lo son por definición metodológica, pero de la noche a la mañana se disipó la vida que conocíamos y presentimos que no la recuperaremos. El virus nos arrojó al miedo permanente e indiscriminado entre todos, los próximos y queridos, y los que no. No tiene caso que le sonría a la marchanta del mercado detrás de mi cubreboca. Voy de mi espontaneidad a sentirme ridícula.
Sea como sea, no tengo elementos para optar en la actual disyuntiva: ¿estamos ante el estertor del capitalismo neoliberal, o ante una era naciente sin retornos vintage? No puedo trazarme una estrategia vital ni política en esta situación extrema y sin horizonte. Parece que antes pronto que tarde, estamos ante el escenario de la autarquía con la militarización territorial, y ante la sobrevigilancia biopolítica digital, con la que colaboramos entusiastamente.
El parámetro que me sostiene es el feminista: el futuro que sea, tiene que serlo, o no podrá ser. El feminismo me da mundo y sea como fuere, en él sabemos y coincidimos en términos generales lo que no queremos, que ya es bastante; y de donde proliferan las multiplicidades feministas, todas, eso sí, haciéndose las preguntas.
¿Qué quiere decir “actuar” a partir de ahora? ¿Cómo derivar una agenda común y una estrategia de pedagogía social y de presión del poder público? ¿Cómo se traduce en movimiento el ejercicio de nuestra ciudadanía?
El 8 de marzo pasado, dejamos claro que no estamos dispuestas a vivir en la violencia del sistema patriarcal. Pero la pandemia frustró la posible derivación política consecuente. Desmovilizadas y devueltas al confinamiento, enfrentamos el escenario creciente de la implosión familiar que cobra víctimas a pesar de lo que diga el PNyON. Por aquí les dejo esta liga de la periodista Ivonne Melgar https://www.excelsior.com.mx/nacional/aumentan-carpetas-de-investigacion-por-violencia-familiar/1380947 que ilustra cómo es que han aumentado las carpetas de denuncia de violencia intrafamiliar en el primer trimestre del año en cifras del Sistema Nacional de Seguridad Pública, que se nutren, según me explica el consultor Francisco Robles Berlanga, de las cifras de las Fiscalías de las entidades federativas, aquí su fundada aseveración en twitter: https://twitter.com/pacoroblesb1/status/1261464529143123968?s=12 Como no salimos a la calle a que nos maten, entonces es la violencia intrafamiliar la que crece, sin llegar a la letalidad, porque los perpetradores no tendrían escapatoria en la actual circunstancia.
Aun cuando las voces del feminismo se vayan manifestando para espetarle al PNyON que miente, (ver Sara Lovera: https://semmexico.mx/?p=20712), estamos ante un momento de definiciones que no pueden postergarse más. Imaginemos cómo ir hacia el consenso de la Nueva Agenda Feminista y cómo irrumpir sin congregar.
Partimos de una trayectoria de lucha por hacer de la política pública a las tareas de cuidado y las de reproducción; la valorización del trabajo doméstico y de todos los trabajos invisibilizados de las mujeres, del acceso al ingreso y de la igualdad de salarios, de las políticas de salud sexual y reproductiva, de la lucha por el derecho a decidir y la del monotema de las élites feministas: los espacios en el poder público. Estructuralmente hemos avanzado en los presupuestos públicos y la transversalidad de la perspectiva de género.
Pero a diferencia de tiempos pasados, el feminismo de hoy se presenta como Movimiento. Dejó de ser una corriente de opinión sentada a la mesa, para obtener un triunfo político con la movilización del 8 de marzo y el Paro Nacional del 9. Durante la etapa posterior a la aprobación de la legalización del aborto en la Ciudad de México, en 2007 su elitismo le cobró factura: la contraofensiva de la derecha en las entidades federativas para blindar el así llamado “derecho a la vida”. El feminismo del milenio en cambio, ha demostrado músculo, las jóvenes se hartaron de ser acosadas, vejadas, violadas, asesinadas, esas son sus exigencias fundamentales.
Es tiempo de readecuar la agenda: El derecho a la autosuficiencia económica en la nueva era del trabajo en sus modalidades presenciales y en línea; el derecho a un salario mínimo vital; el replanteamiento de las políticas de cuidado y de reproducción con las restricciones de movilidad; el derecho a la vivienda como una prioridad después de la evidencia del aumento de la violencia intrafamiliar durante la cuarentena; y por supuesto el derecho a una vida libre de violencias que trasciende a las meras políticas de seguridad para plantear otras vertientes abiertas en la educación y la construcción de la cultura.
La época nos hermana con el movimiento ecologista, defensoras del hábitat nos concierne la denuncia de las políticas extractivistas y el despojo de los territorios por las grandes corporaciones, el capital es el enemigo impío de la humanidad.
Nos hermana la lucha en contra de la sobreexplotación de los trabajos precarios y de la población migrante transfronteriza.
Nos hermana la lucha por el respeto pleno a los derechos de la diversidad sexual, por aquello de que lo personal es político.
Nos hermanan las búsquedas y las luchas de las juventudes.
Y de manera muy importante, nos atañe participar en la definición del Estado que necesitamos y de frenar el despojo de la educación pública y las políticas de salud.
La voz del feminismo debe hacerse escuchar para las decisiones en torno de la reorientación de las políticas tributarias, del gasto social y financieras. Estemos en contra de los subsidios sociales que romantizan a la familia nuclear heterosexual como un lugar seguro y cargados de moral.
No serán en nuestro nombre ni a favor de nuestras causas, las políticas securitistas y la militarización del territorio.
El feminismo tiene su fuerza en su convocatoria emancipadora, es depositario de los afanes libertarios de la especie que sucumbe ante sí misma.
Diría que el feminismo puede ser el eje articulador de toda lucha en contra de la opresión, de la discriminación, del racismo, de la persecución y del genocidio de la necropolítica. El feminismo es interseccional o no es.
Y el feminismo no debe permitir que las políticas de restricción de la movilidad y de confinamiento cíclico, de educación en casa, se recarguen en la sobreexplotación del trabajo doméstico de las mujeres; aunado al trabajo remoto y sin horario definido.
¿QUÉ ES ACTUAR EN CONTEXTO DE INAMOVILIDAD CÍCLICA? No lo sé, trabajo de redes, encuentros virtuales, escaramuzas creativas urbanas; y se me ocurre empezar porque todas y cada una coloquemos un crespón en nuestra ventana exterior, en las puertas, en la carriola, en la bolsa del mandado, en la de mano, en el portafolio, en el coche, en el brazo…un luto colectivo, evidente, activo. Sí hay pesar por la violencia, si nos duelen nuestras muertas, no estamos silenciadas.
Un, dos, tres…todas un crespón.
Oaxaca, en pandemia. Mayo 18 de 2020